jueves, 10 de marzo de 2011

Siglo 21: Dinero, Fraude y Verdad

Por Nora Fernández
“Habia un tiempo en que la pluma era mas fuerte que la espada, eran tiempos en que la gente creía en la verdad y miraba la verdad como un poder independiente y no como un poder auxiliar al gobierno, la clase, la raza, la ideología, o al interés personal o financiero.”
Es Paul Craig Roberts, quien así se expresa. A la verdad no se le da la bienvenida, la verdad preocupa y está lejos de nuestro alcance, dice, y en los Estados Unidos se vuelve “anti americana,” “anti semita” o “teoría de conspiración.” Roberts argumenta además que quienes antes tenían como meta descubrir la verdad son ahora muy bien pagados para ocultarla, por lo que no puede sorprendernos que la mayor parte de los norteamericanos estén muy confundidos y que la confusión se extienda al resto del mundo que confía en las agencias norteamericanas de información, parte fundamental de este circulo vicioso.

Bradley Manning
El caso de Bradley Manning ilustra no sólo el empeño con que se oculta la verdad sino también el riesgo que corren quienes intentan descubrirla y hacerla pública cuando viven en un país que no la honra. Acusado de entregar documentos a WikiLeaks, aún sin pruebas, Manning está privado de libertad y pasa su tiempo en una especie de limbo que amenaza con quebrar su salud física y mental. Está prisionero en Quantico, una prisión militar operada por los cuerpos de Marina en la Base de ese nombre en Virginia. Desde unas noches atrás su situación ha empeorado. Con la excusa de que lo están protegiendo de si mismo, aparentemente de riesgo de suicidio, le obligan a entregar todas sus ropas antes de acostarse y a pasar la noche desnudo en el frío de su celda...Son formas de hacerlo sentirse mal, de avergonzarlo de atreverse (supuestamente) a entregar la verdad sobre lo que hacen algunos soldados norteamericanos en Iraq o de filtrar (supuestamente) documentos relevantes a WiliLeaks. El odio a Julian Assange, a quien aún no le echan mano, se materializa en la venganza que se toman contra el cuerpo y la mente de Bradley Manning.

Su abogado, David Coombs, ha expresado preocupación por su salud, argumenta que no lo tratan como a “cualquier otro detenido” y que aunque no ha sido convicto enfrenta cargos serios que pueden condenarlo a la pena capital, como “colaborar con el enemigo.” David House, el único amigo de Manning autorizado a visitarlo regularmente en Quantico, también expresa preocupación por su salud, ha notado que se ha deteriorado física y sicológicamente en estos seis meses en prisión.

El caso de Bradley Manning es un ejemplo de que decir la verdad en Estados Unidos es problemático y personalmente costoso. Puede que Manning sea responsable de las filtraciones. De serlo ha tomado seguramente su decisión a conciencia (él ha explicado que le preocupaba que el público no estuviera informado de lo que se hacía en su nombre y que la gente debía de saber la verdad). La estructura de comando no habría de escuchar, sospechaba Manning con razón, la información directa a sus conciudadanos era relevante. Vivir en una república democrática hace que los ciudadanos sean quienes al menos en la letra de la Ley controlan el poder militar. Puede que Manning haya sido quien sonó la alarma y filtró documentos, pero su acción fue moral y merece un juicio público. El aislamiento en que lo tienen lo pone en peligro.

Daniel Ellsberg, el periodista que filtró los Papeles del Pentágono, piensa que Manning es un crédito a la evolución humana, un adelantado de los seres humanos por venir. Ellsberg nota, que es posible que sobre Manning caiga todo el peso del poder. Obama ha sido más duro incluso que Bush con quienes se han atrevido a decir la verdad. Durante los años anteriores a Obama hubieron tres cargos de este tipo, pero en los dos años de Obama han habido ya cinco. Esto muestra, dice Ellsberg, una creciente agresividad de parte del presidente contra quienes denuncian abusos de poder. La teoría de Ellsberg es que Obama, ex profesor universitario de leyes, se siente más avergonzado que Bush frente a estos hechos y por esto reacciona mucho más agresivamente contra quienes se atrevan a filtrar la verdad. Por la creciente agresividad norteamericana frente a las denuncias de arbitraridades, dice Ellsberg, es que es particularmente importante apoyar a WikiLeaks, último refugio de quienes se atreven a denunciar arbitrariedades que debemos luchar por mantener.

Cae la verdad frente al dinero
Paul Roberts también ha cuestionado la historia oficial; sus comentarios tampoco son bienevenidos en la prensa dominante. A partir del 2004 en que se atrevió a cuestionar abiertamente el mito de la “Nueva Economía,” Roberts paga un precio como periodista. Economista de profesión, Roberts ha tenido dificultad en aceptar que sus colegas, antes respetables, hayan contribuido a la mentira que ha destruído la economía real norteamericana para beneficio de un puñado de ricos, corporaciones y bancos.
Pero que los economistas mientan, explica, deja de ser gran sorpresa cuando uno descubre que muchos otros mienten también. En los EEUU, los economistas se enriquecen mintiendo pero también se enriquecen mintiendo los médicos -que mienten sobre la efectividad de las medicinas que recomiendan. Miente la prensa en favor de la guerra –por ejemplo en el caso en que transformó al poblado de aldeas de Marja en una ciudad de 80 mil personas bajo el control Taliban para aumentar la euforia en el país. Las Ong, las Naciones Unidas y la industria nuclear han mentido coludiendose en el famoso escándalo del calentamiento global. Donde sea que miramos, dice Roberts, vemos como la verdad cae frente al dinero.

Se ha mentido mucho con respecto a la economía. Al tiempo que se destruyen las bases económicas que le han permitido al país funcionar, las corporaciones norteamericanas globales pagan bonos multimillonarios por rendimiento a sus directores, sabiendo que contribuyen a la destrucción de esas bases económicas fundamentales. Nadie cuestiona, por ejemplo, que estos crecimientos en rendimientos corporativos se logran reemplazando trabajadores norteamericanos por extranjeros. Mientras Washington le hace la guerra a la famosa “amenaza musulmana,” explica Roberts, Wall Street, las coporaciones norteamericanas y el libre mercado destruyen la economía norteamericana y el futuro de decenas de millones de norteamericanos sin que nadie diga absolutamente nada.

Un sistema de mentiras muy bien pensadas
Lo peor ha sido el fraude. Matt Taibbi, en su libro Griftopia, explica como instrumentos financieros fraudulentos y productos tóxicos han llenado el mundo de basura (particularmente los Estados Unidos, Inglaterra y Europa) exigiendo un rescate multimillonario que los ciudadanos tienen que pagar con “ajustes” estructurales no muy diferentes a los que antes impusieron en el Tercer Mundo. Y aún después de los fraudes multimillonarios la codicia de los más ricos y sus peones políticos no queda satisfecha; se continúa planeando como echarle mano a los fondos públicos de los estados.
Roberts argumenta que en Estados Unidos están en la mira los fondos de pensión y el medicare, pero se trata también de vender y robarse todo lo que quede que sea bien público. Hank Paulson y Ben Bernanke, argumenta Roberts, continúan refiriéndose a la seguridad social y al medicare llamándolos despectivamente “derechos” para presentarlos como problemáticos o cuestionables. Engañan a una población fácil de manipular por su ingenuidad, justifican el robo encubierto de esos fondos. Actúan, dice Roberts, como si no supiesen que efectivamente estos beneficios han sido pagados por los ciudadanos con sus impuestos y a través de toda una vida de trabajo.

En Griftopia (2010) Taibbi responsabiliza a la “grifter class” de estos robos, y en ella incluye a los mayores jugadores de las finanzas y a los políticos que hacen (por un precio) lo que ellos quieren. Especificamente responsibiliza a Allan Greenspan de haber terminado con el Acta Glass Steagall que contenía a los banksters (banqueros gangsters) y de haberla removido justo cuando los fraudes estaban en apogeo. Greenspan hizo imposible que se regularan las derivadas, eliminó incluso a Brooksley Born cabeza de la CFTC- Commodities Futures Trading Commission (Comisión del Comercio del Futuro de las Commodities) que quería regularlas. Luego el Congreso crea y aprueba un Acta (Commodity Futures Modernization Act) para desregularlas totalmente. Más tarde se imprimen 1,7 billones (1.700 000 000 000) de nuevos dólares. En fin, no puede ser casual, que se deregulen las derivativas, se eche a la autoridad que las quiere regular, se termine con toda regulación por ley y se eleve a Greenspan a categoría de héroe y sea portada en el Times.

En estos momentos, dice Taibbi, el país mismo está a la venta a precios modestísimos. Está siendo comprado por los mismos que se enriquecieron con la burbuja del petróleo que creó Goldman Sachs. Gracias a Goldman, Morgan Stanley y otros bancos de inversión que levantaron artificialmente el precio del petróleo, se enriquecieron productores de petróleo que hoy con esas mismas fortunas compran infraestructura en EEUU. Entre los compradores están la Autoridad Inversora de Qatar (Qatar Investment Authority), los Holdings SAMA (SAMA Foreign Holdings), la Autoridad Inversora Abu Dhabi de Emiratos Arabes Unidos (UAE´s Abu Dhabi Investment Authority). Se venden pedazos de carretera de Indiana y de Florida, el puente carretero con peaje llamado Chicago Skyway y hasta un puerto de Virginia. (http://www.rollingstone.com/politics/news/exclusive-excerpt-america-on-sale-from-matt-taibbis-griftopia-20101018).

El fraude, explica Taibbi, enriqueció a Goldman Sachs que involucró a AIG -a Joe Cassano en lo que es la calificación de las hipotecas y a W.J. Neuger en lo que es la provisión de seguros. La calificación fue fraudulenta y los seguros inexistentes. Gente jugando en un casino que ni exige que se cubran las apuestas ni que los jugadores sean dueños de los instrumentos financieros que las aseguran. Goldman, sin embargo, se aseguró muy bien de que el pueblo norteamericano pagara ese robo. O sea, Goldman explotó a AIG (a través del TARP) y además especuló con el petróleo llevando al alza del precio de la gasolina el 2008 y que todos pagamos, lo hizo porque Goldman controla la oficina del Tesoro de los EEUU, y Timothy Geithner y Ben Bernanke son sus hombres allí. Taibbi pregunta ¿Por qué en un país con 2.5 millones de presos por crímenes no violentos, no hay ni un miembro de Wall Street preso por “perder” el 40% de la riqueza del mundo en un fraude criminal?

Los chinos y los pobres tienen la culpa
En medio del debacle y la confusión se buscan culpables convenientes, capaces de mover el alma nacional simplista e ingenua –y lista siempre a culpar a los menos favorecidos y a los extranjeros. La culpa de la crisis norteamericana, dicen, la tiene China. China nos ha quitado los trabajos dicen. Pero incluso esto no quita que esperen aún que la misma China que culpan los venga a salvar –comprándoles sus productos y vendiendole los suyos muy baratos. Algunos argumentan que China ha mantenido artificialmente baja su moneda, pero como explica Paul Roberts esto es imposible: la moneda China fluctúa junto con el dólar norteamericano.
Para otros la culpa de la estafa inmobiliaria la tienen los pobres. Quienes la planearon, la hicieron crecer y se beneficiaron de ella los pobres son los culpables. Los pobres fueron qienes se endeudaron en más de lo que podían pagar por “codiciosos.” Y ahora lo pierden todo y con ellos cae el país en una debacle. La verdad es que perdemos todos los que no controlamos el sistema, los que lo controlan ganaron muchísimo, incluso ganaron con perder. Se jugó a la bolsa y se compró la basura vendida como valores, se engañó a los compradores institucionales de acciones y así se fueron por la borda o a la bolsa, muchos fondos de pensión y valores personales.

Detrás de todo ha estado el mito de la “Nueva Economía” que hizo creer a la población que íbamos camino a mejores y mejores empleos, por lo que aceptó calladamente que desaparecieran sus puestos de trabajo. Sería temporal, pronto vendrían los mejores empleos, empleos que requerirían más calificación, educación e idioma. Pero los famosos trabajos para el Primer Mundo nunca llegaron. Como no llegaron los trabajos de la esperada “recuperación” que seguiría en el Tercer Mundo a los mentados “ajustes estructurales.” Nos dieron a todos la misma “medicina”, a unos antes y a otros despues. Las que ganaron fueron las corporaciones que movieron sus plantas a China para abaratar el precio de su mano de obra pero seguían cobrando los mismos precios de antes por sus productos, un negocio redondo. Hoy sabemos que hemos sido vulgarmente engañados, que todo aquello era una falsedad. Hoy el desempleo está aqui para quedarse, los puestos de trabajo desaparecidos no se vuelven a materializar. Aunque nos dan números falsos como si fuésemos niños, sabemos que son engaños a esta altura. No hay industria, ni producción y hasta la agricultura está manipulada por las grandes corporaciones. Entonces, ¿que empleo? ¿que industrias? ¿que producción?
La gran mentira fue venderle a buena parte de la población del planeta el “sueño de la casa propia,” un sueño que además contaba con que esa “casa propia” iba a irse transformando en un pequeño castillo suburbano. Con las casas, nos pasó algo similar a lo que nos pasó con los autos –fueron desapareciendo los económicos en favor de los lujosos y costosos, nos acostumbraron a pensar que era “normal” pagar 30 o 40 mil dólares por un vehículo aunque en el proceso nos demoráramos diez años. Con las viviendas fue algo similar, crecieron en tamaño y en lujo, aumentando marcadamente de precio, un precio que era aparte inflado.

Canadá no fue excepción, en los años 80 una casa de 1200 pies cuadrados era considerada más que suficiente para una familia con dos niños. Pero esto cambió en los años 90, para entonces la “casa deseable” era una de por lo menos 2000 pies cuadrados de porte y nadie quería ya una que no tuviese garaje o techos altos en la sala, y por lo menos dos baños. Y mucho mejor si era nuevecita a estrenar porque quien quería una “casa usada” –vaya el asco de pensar que alguien haya ocupado mi castillo.
Esta transformación de perspectiva en lo que es o no una casa deseable no fue ni casual ni espontánea, fue muy bien planeada para expandir el mercado y las ganacias. Fue además muy bien publicitado todo y no sólo desde la prensa, también desde la televisión. Esa cajita mágica que tenemos nos dice como vivir, como aparecer frente a los demás, como y lo que comer, como movernos y hasta que tipo de papel higiénico preferir. Naturalmente directa e indirectamente nos ha venido diciendo en que tipo de casa debemos aspirar a vivir. Desaparecieron las familias trabajadoras de la televisión, y hasta Roxanne tuvo que ganarse la lotería en su show para continuar teniendo popularidad. Los modelos de familias eran profesionales, aunque últimamente, y más acorde con la realidad norteamericana, poco importaba si los habitantes de la casa tenían o no profesión y aunque trabajaran en un servicio que sospechamos mal pagado, la casa en la que vivían era de lujo. Todo gracias a la magia de Hollywood y al crédito. Nos vendieron bien el modelo de que hay que endeudarse para vivir, endeudarse en grande y hacerlo de continuo.

Casa, auto, vacaciones, han sido una obligación en el Primer Mundo. Se ha creado una población muy sibarita, de gustos refinados pero con sueldos muy miserables. Por supuesto que no niego la responsabilidad personal que tenemos, somos personas adultas eligiendo como vivir, más bien argumento que se ha modelado la irresponsabilidad financiera general de la población, que se la ha invitado a vivir muy por encima de sus posibilidades y a pensar en términos de “flujo de dinero contaste” como si todos fuéramos agentes de la bolsa, en lugar de gente que vive de su trabajo y de un sueldo muy regular, gente que es últimamente responsable de pagar por todas y cada una de sus deudas.

Así llegamos a hoy, y al fuerte endeudamiento personal y colectivo, y al creciente desempleo y a nuestras muy limitadas miras de mejoras. No puede sorprendernos que algunos jóvenes se nos emborrachen en las calles y otros caigan en otras drogas porque el panorama se presenta turbio. Hemos vivido en sociedades que además basan sus satisfacciones por décadas ya esencialmente en consumir. ¿Que hacer si no pueden consumir porque ya no queda con qué? La primera opción, confundirse mucho y no saber que hacer. Otra opción, escapar a como de lugar. La final, enfrentar la realidad. El sueño prometido está siendo negado, es un sueño imposible pero eso es un tema en si mismo.

Hay negación a aterrizar pero es la realidad diaria que nos aterriza. Estamos frente a una gran transformación en nuestra forma de vivir. No sólo la crisis, es la cercanía al final del petromundo. Las mentiras de los más ricos y sus medios oscurecen el camino. Esta transformación que enfrentamos podría haber sido buscada conscientemente y ser positiva, un mundo diferente, sustentable, posible. Pero ha sido más bien una transformación inevitable, y sentimos que no tenemos mayor control. El mundo deseado, el del consumo sin fin, se nos va de entre los dedos como arena de playa. Nos urge hacernos de algunos instrumentos críticos para entender la encrucijada en la que estamos. Se está materializando lo que parecía un imposible: el Primer Mundo se nos transforma en Tercer Mundo al andar, debajito mismo de nuestros pies.

Bienvenidos al siglo 21 que si suena como el 19 no es por casualidad. Aunque cueste tenemos que aceptarlo antes de poder transformarlo. La vida puja, se acepta o te pasa por encima. Habrá llegado la hora de la verdad y de luchar para transformar lo posible para vivir humanizadamente. Con valor y humor, o como dice irónicamente el lema nada menos que de la CIA: la verdad habrá de hacernos libres...Por un mundo mejor posible para todos y todas...

lunes, 7 de marzo de 2011

Túnez - Los relojes rotos de la Casbah

Delegación de Izquierda Anticapitalista desde Túnez
Viento Sur
http://www.vientosur.info/


Nuestra llegada a Túnez coincide con una aparente nueva etapa en el proceso revolucionario abierto hace ya más de dos meses. El presidente Mebazaa acaba de anunciar la convocatoria de elecciones para una Asamblea Constituyente el 24 de julio, además de aceptar gran parte de las reivindicaciones del movimiento popular. El mismo movimiento que hace menos de una semana hizo caer al primer ministro Mohammed Ghannouchi, al precio de siete nuevos muertos y centenares de heridos y represaliados, demostrando una vez más que las victorias no se regalan, sino que las conquista el pueblo. El mismo que ocupando la Casbah durante los últimos once días ha hecho de esta plaza un símbolo de la revolución popular en marcha. Un espacio autogestionado y asambleario que reunía a cientos de personas llegadas de las zonas más castigadas del país, muchas de ellas vinculadas a partidos de la izquierda y movimientos sociales. Centro neurálgico de las grandes movilizaciones que han recorrido la capital tunecina, que contaba con su propio centro de información, puesto médico y logístico que proveía de comida, seguridad y mantas a sus ocupantes.

Junto a Santiago Alba Rico y Lucía recorremos la Casbah el día en que se disolvió la ocupación por decisión de sus propios miembros. Una retirada provisional, motivada por una victoria pero vigilante ante los próximos pasos del gobierno y dispuesta a retomar la ocupación si éstos no se corresponden con las reivindicaciones del pueblo en lucha.

Aunque en pleno proceso de desmantelamiento, un paseo por la Casbah demuestra la fuerza y la ilusión que los procesos de cambio generan en la gente, como si les devolvieran a la vida hasta entonces negada. Decenas de personas, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, forman corros y discuten acaloradamente, todos hablan de política, de la revolución, de las últimas noticias, se fotografían con las pintadas que decoran los muros o con el grupo de soldados que aún permanecen en la plaza, te interpelan para compartir sus exigencias, sus experiencias o simplemente para charlar. Repitiendo a cada momento la palabra karama: dignidad, una dignidad arrebatada durante tanto tiempo y que ahora, una vez recuperada, es uno de los tesoros más preciados de la revolución (zaura). Recuperarando tantos años de silencio, en una especie de revuelta contra el “tiempo”: el tiempo de Ben Ali murió y llegó al fin el del pueblo, que se condensa y cobra un ritmo propio, sin rutinas, que los relojes no pueden medir.
Resulta curiosa la iconografía revolucionaria que adorna las paredes de la Casbah, bautizada como Plaza de la Revolución: el retrato del Che resurge en múltiples murales, así como numerosos eslóganes reminiscencia del 68 (“seamos realistas: pidamos lo imposible”). Consignas que se tornan en una realidad que se palpa, se huele, se escucha en la calle. Un estado de ánimo, un horizonte por el que merece la pena luchar.

Según nos comenta Santi, una de las primeras consecuencias, efímera en este caso, de la revolución fue una especie de efecto mágico sobre la conducción. Imbuidos por los efectos emocionales y el sentido de responsabilidad histórica de la revolución en marcha, por primera vez se respetaron las normas de circulación y quedó de facto anulado el 'antiguo régimen' de caótico tráfico capitalino. Una victoria que ningún policía de la dictadura había conseguido.

Del centro de la ciudad partimos a unos de los barrios más castigados de la periferia, El Mourouj, para reunirnos con un joven que ha participado activamente en el proceso revolucionario, tanto desde el campamento de la Casbah como desde la autoorganización de los consejos de defensa de la revolución en su propio barrio. Mahmid es un ejemplo de los miles de jóvenes parados que se rebelaron contra la dictadura de Ben Ali y lideraron la autogestión de sus barrios, tomando en apenas dos meses una conciencia que desborda a la de muchos revolucionarios.

En la última planta aún sin terminar de su casa, con música rap de fondo y la bandera de uno de los equipos locales de fútbol, Mahmid nos cuenta cómo las y los vecinos asumieron las tareas de autogobierno frente a elementos contrarrevolucionarios puestos en juego por el ya casi derrotado régimen de Ben Ali. Como él mismo afirma, esta revolución no sólo se ha hecho para derrocar al dictador, sino para “cambiar las cosas de verdad. No queremos una democracia como la vuestra. Si estábamos contra Ghannouchi no es sólo porque formase parte del antiguo régimen, sino también porque continuaba con las políticas de privatizaciones de Ben Ali”. Más determinante aún, no duda en defender que “esta revolución es contra el capitalismo”.

Lo más interesante de nuestra conversación con Mahdi, más allá de compartir sus propias experiencias durante este proceso, es comprobar cómo en los momentos revolucionarios, cuando las masas irrumpen en la escena pública para hacer política, los cálculos y los tiempos se rompen, el pragmatismo se ve desbordado y lo que hasta hace unos meses era imposible, ahora no sólo es posible, sino que se vuelve realidad.

5/3/2011

Paseando por el libro abierto de la revolución tunecina

Varios mitos han girado en torno a las revoluciones en el mundo árabe, o al menos en el relato que de ellas se ha hecho desde los medios de información occidentales. Uno de ellos es el protagonismo de las clases medias urbanas conectadas a las redes sociales a través de sus teléfonos inteligentes. Un buen ejemplo es la portada de la revista Jeune Afrique que, con una joven de clase media ataviada con una bandera tunecina, adorna machaconamente los paneles publicitarios del centro de la ciudad. Otro mito bastante reproducido es el supuesto espontaneísmo de la revuelta, sin organización previa y coordinada a través de facebook, la única red social permitida por el régimen de Ben Ali por las posibilidades de control sobre la ciudadanía que le ofrecía, especialmente sobre la juventud.

En nuestro intento por conocer los verdaderos escenarios y protagonistas de la revolución tunecina, nos dirigimos a Ben Arous, población industrial situada en la periferia de la ciudad de Túnez, zona obrera por antonomasia y fiel reflejo del 'milagro' económico neoliberal receptor de las inversiones directas extranjeras dirigidas a los sectores de la electricidad, el textil o el automóvil. Allí tiene un peso especial la Unión General de Trabajadores de Túnez (UGTT), única organización sindical legal durante los 23 años del régimen de Ben Ali y principal organización social tunecina. Y en esta condición de espacio de organización política 'en exclusiva', integraba desde direcciones colaboracionistas con la dictadura a bases locales y regionales opositoras. Dualidad que a comienzos de 2011 se tornó a favor de la segunda tras un largo proceso de profundización y radicalización de las demandas obreras iniciado durante la revuelta minera de Sidi Bouzid en 2008, decisivo para las numerosas manifestaciones de los últimos meses o la Huelga General del 14 de enero que provocaron la salida de Ben Ali.

Esta mañana la sede local de la UGTT en Ben Arous hay una efervescencia ciudadana: una reunión de mujeres en el patio central convive con la vertiginosa actividad de los pasillos. Mohammed Mosalmi, dirigente sindical de la agrupación local nos cuenta el papel de la UGTT en las revueltas, aunando y politizando las distintas reivindicaciones sectoriales que durante los tres últimos años habían acumulado más de 1.570 conflictos laborales, además de las 70 huelgas convocadas en los dos meses que han seguido al 14 de enero o las numerosas ocupaciones de empresas, algunas de ellas filiales de transnacionales. 12.000 nuevos afiliados al sindicato en menos de seis semanas son sólo un reflejo del aumento de la conciencia de clase y de la necesidad de organizarse que ha acompañado a la ebullición revolucionaria, especialmente en zonas industriales como Ben Arous.

Al salir de la sede de la UGTT un grupo de mujeres de una empresa de electrodomésticos nos interpela para que nos traslademos a su centro de trabajo. La mayoría de sus 70 trabajadoras llevan cuatro días en huelga concentradas frente a la fábrica en la que trabajan 48 horas semanales por menos de 100 euros al mes en condiciones de absoluta precariedad. El patrón, escudándose en la crisis económica internacional y en la revolución, hace semanas que se niega incluso a pagarles esa cantidad irrisoria. Conocemos así de primera mano la conflictividad laboral y toma de conciencia que está acompañando al proceso revolucionario a través de sus anónimas protagonistas que, de forma apasionada, nos rodean y muestran sus quejas, sus nóminas, sus heridas laborales, sus reivindicaciones y sus esperanzas de que las reformas políticas tengan también una traducción real en su vida material cotidiana.

El grito mas coreado es 'dignidad'; y la imagen mas repetida, la 'v' de victoria. Ambos resumen todo un programa revolucionario: basta ya de humillaciones salariales y laborales, basta ya de ser invisibles, de no tener palabra. Si tuviéramos que dibujar esta revolución, sin duda una de las imágenes principales sería la sonrisa de estas mujeres en lucha. Una sonrisa contagiosa, de esperanza y dignidad.

De vuelta al centro urbano de Túnez, recorremos la Avenida Bourguiba, vía principal de la ciudad y escenario de las principales manifestaciones y del terror desencadenado por los mercenarios de Ben Ali, elementos contrarrevolucionarios salidos de los numerosos cuerpos de la policía. El 14 de enero, con Ben Ali huyendo del país en avión, la policía encerraba en esta avenida a miles de manifestantes quienes, gaseados desde las calles adyacentes y tiroteados por francotiradores empotrados en las azoteas, se refugiaron en los portales y apartamentos de los numerosos edificios que pueblan esta calle, sufriendo muchos de ellos durante la noche una represión a la chilena que les llevó a la tortura y la muerte. Hace una semana, siete personas morían en esta avenida a manos de las milicias en la víspera de la caída del ex primer ministro Ghannouchi. Hoy, los edificios oficiales, incluido el tétrico Ministerio del Interior en el que todavía se torturan las esperanzas del pueblo tunecino, siguen protegidos por alambradas y por los tanques del Ejército que se mantuvo neutral sobre el papel pero intervino para defender al pueblo de las milicias paramilitares.

La Avenida Bourgiba es como los espejos del Callejón del Gato de Max Estrella, en los que se reflejan deformadas las oportunidades, retos y peligros del proceso revolucionario, en el que la policía recorre las calles cubiertas por pintadas, cruzándose con el mismo pueblo victorioso y reprimido, luchador y torturado. Una tensa calma que se siente a cada paso, como si se esperara una nueva tormenta. Bulliciosas terrazas de cafeterías, venta ambulante hasta ahora prohibida, alambre de espino, siniestros policías de paisano y blindados militares son algunos de los elementos que componen el cuadro inacabado de este periodo histórico completamente abierto.

Con las primeras reformas democráticas ha llegado también la legalización de partidos políticos, de nueva creación o con una dilatada trayectoria de trabajo, ya fuese en la clandestinidad o encubierto dentro de las organizaciones del antiguo régimen. Uno de ellos es el Partido del Trabajo Patriótico y Democrático, miembro del Frente 14 de enero. En su recién estrenada sede situada a pocos metros de la Avenida Bourguiba nos recibe Mohamed Jmour, uno de sus dirigentes. Nos expone su apuesta por concurrir a la convocatoria de elecciones a la Asamblea Constituyente del 24 de julio con una plataforma unitaria amplia que reúna a distintas organizaciones de izquierda y nacionalistas progresistas, que según él podría alcanzar un 30% de los votos y afianzar así muchas de las conquistas alcanzadas hasta ahora.

Sin duda, la revolución tunecina ha contado y cuenta con una espontaneidad que desborda el cálculo y previsiones de cualquier organización revolucionaria; con una amplitud social que incorporó y sigue incorporando también a las clases medias capitalinas; y con redes sociales como facebook convertidas en instrumentos de coordinación de las revueltas. Ahora bien, poner todos los focos y atención exclusivamente en estos elementos es negar la multitud de historias de lucha y resistencia que se han sucedido durante los últimos años, el papel que han jugado organizaciones clandestinas y encubiertas, sus victorias parciales e importancia fundamental en el proceso revolucionario; es sacar de la fotografía a los jóvenes de las barriadas autogestionadas, a las obreras en huelga de Ben Arous, a los sindicalistas que desde sus pequeñas sedes locales coordinaban huelgas sectoriales y apoyaban ocupaciones de fábricas.

No sin razón, alguien escribió sobre una pared de la Avenida Bourguiba: 'Thank you Facebook'. Sería injusto que esta revolución siguiera en marcha sin que nadie reconociese y agradeciese también al resto de sus protagonistas. Aunque es muy probable que muchos de ellos no busquen encontrar su nombre pintado en ninguna pared ni su cara fotografiada en la portada de ninguna revista, sino simplemente ver que su digna y valiente lucha les permite finalmente recuperar las riendas de su futuro. Y el futuro en Túnez es un libro abierto que miles de manos están escribiendo hoy.

6/3/2011