jueves, 10 de marzo de 2011

Siglo 21: Dinero, Fraude y Verdad

Por Nora Fernández
“Habia un tiempo en que la pluma era mas fuerte que la espada, eran tiempos en que la gente creía en la verdad y miraba la verdad como un poder independiente y no como un poder auxiliar al gobierno, la clase, la raza, la ideología, o al interés personal o financiero.”
Es Paul Craig Roberts, quien así se expresa. A la verdad no se le da la bienvenida, la verdad preocupa y está lejos de nuestro alcance, dice, y en los Estados Unidos se vuelve “anti americana,” “anti semita” o “teoría de conspiración.” Roberts argumenta además que quienes antes tenían como meta descubrir la verdad son ahora muy bien pagados para ocultarla, por lo que no puede sorprendernos que la mayor parte de los norteamericanos estén muy confundidos y que la confusión se extienda al resto del mundo que confía en las agencias norteamericanas de información, parte fundamental de este circulo vicioso.

Bradley Manning
El caso de Bradley Manning ilustra no sólo el empeño con que se oculta la verdad sino también el riesgo que corren quienes intentan descubrirla y hacerla pública cuando viven en un país que no la honra. Acusado de entregar documentos a WikiLeaks, aún sin pruebas, Manning está privado de libertad y pasa su tiempo en una especie de limbo que amenaza con quebrar su salud física y mental. Está prisionero en Quantico, una prisión militar operada por los cuerpos de Marina en la Base de ese nombre en Virginia. Desde unas noches atrás su situación ha empeorado. Con la excusa de que lo están protegiendo de si mismo, aparentemente de riesgo de suicidio, le obligan a entregar todas sus ropas antes de acostarse y a pasar la noche desnudo en el frío de su celda...Son formas de hacerlo sentirse mal, de avergonzarlo de atreverse (supuestamente) a entregar la verdad sobre lo que hacen algunos soldados norteamericanos en Iraq o de filtrar (supuestamente) documentos relevantes a WiliLeaks. El odio a Julian Assange, a quien aún no le echan mano, se materializa en la venganza que se toman contra el cuerpo y la mente de Bradley Manning.

Su abogado, David Coombs, ha expresado preocupación por su salud, argumenta que no lo tratan como a “cualquier otro detenido” y que aunque no ha sido convicto enfrenta cargos serios que pueden condenarlo a la pena capital, como “colaborar con el enemigo.” David House, el único amigo de Manning autorizado a visitarlo regularmente en Quantico, también expresa preocupación por su salud, ha notado que se ha deteriorado física y sicológicamente en estos seis meses en prisión.

El caso de Bradley Manning es un ejemplo de que decir la verdad en Estados Unidos es problemático y personalmente costoso. Puede que Manning sea responsable de las filtraciones. De serlo ha tomado seguramente su decisión a conciencia (él ha explicado que le preocupaba que el público no estuviera informado de lo que se hacía en su nombre y que la gente debía de saber la verdad). La estructura de comando no habría de escuchar, sospechaba Manning con razón, la información directa a sus conciudadanos era relevante. Vivir en una república democrática hace que los ciudadanos sean quienes al menos en la letra de la Ley controlan el poder militar. Puede que Manning haya sido quien sonó la alarma y filtró documentos, pero su acción fue moral y merece un juicio público. El aislamiento en que lo tienen lo pone en peligro.

Daniel Ellsberg, el periodista que filtró los Papeles del Pentágono, piensa que Manning es un crédito a la evolución humana, un adelantado de los seres humanos por venir. Ellsberg nota, que es posible que sobre Manning caiga todo el peso del poder. Obama ha sido más duro incluso que Bush con quienes se han atrevido a decir la verdad. Durante los años anteriores a Obama hubieron tres cargos de este tipo, pero en los dos años de Obama han habido ya cinco. Esto muestra, dice Ellsberg, una creciente agresividad de parte del presidente contra quienes denuncian abusos de poder. La teoría de Ellsberg es que Obama, ex profesor universitario de leyes, se siente más avergonzado que Bush frente a estos hechos y por esto reacciona mucho más agresivamente contra quienes se atrevan a filtrar la verdad. Por la creciente agresividad norteamericana frente a las denuncias de arbitraridades, dice Ellsberg, es que es particularmente importante apoyar a WikiLeaks, último refugio de quienes se atreven a denunciar arbitrariedades que debemos luchar por mantener.

Cae la verdad frente al dinero
Paul Roberts también ha cuestionado la historia oficial; sus comentarios tampoco son bienevenidos en la prensa dominante. A partir del 2004 en que se atrevió a cuestionar abiertamente el mito de la “Nueva Economía,” Roberts paga un precio como periodista. Economista de profesión, Roberts ha tenido dificultad en aceptar que sus colegas, antes respetables, hayan contribuido a la mentira que ha destruído la economía real norteamericana para beneficio de un puñado de ricos, corporaciones y bancos.
Pero que los economistas mientan, explica, deja de ser gran sorpresa cuando uno descubre que muchos otros mienten también. En los EEUU, los economistas se enriquecen mintiendo pero también se enriquecen mintiendo los médicos -que mienten sobre la efectividad de las medicinas que recomiendan. Miente la prensa en favor de la guerra –por ejemplo en el caso en que transformó al poblado de aldeas de Marja en una ciudad de 80 mil personas bajo el control Taliban para aumentar la euforia en el país. Las Ong, las Naciones Unidas y la industria nuclear han mentido coludiendose en el famoso escándalo del calentamiento global. Donde sea que miramos, dice Roberts, vemos como la verdad cae frente al dinero.

Se ha mentido mucho con respecto a la economía. Al tiempo que se destruyen las bases económicas que le han permitido al país funcionar, las corporaciones norteamericanas globales pagan bonos multimillonarios por rendimiento a sus directores, sabiendo que contribuyen a la destrucción de esas bases económicas fundamentales. Nadie cuestiona, por ejemplo, que estos crecimientos en rendimientos corporativos se logran reemplazando trabajadores norteamericanos por extranjeros. Mientras Washington le hace la guerra a la famosa “amenaza musulmana,” explica Roberts, Wall Street, las coporaciones norteamericanas y el libre mercado destruyen la economía norteamericana y el futuro de decenas de millones de norteamericanos sin que nadie diga absolutamente nada.

Un sistema de mentiras muy bien pensadas
Lo peor ha sido el fraude. Matt Taibbi, en su libro Griftopia, explica como instrumentos financieros fraudulentos y productos tóxicos han llenado el mundo de basura (particularmente los Estados Unidos, Inglaterra y Europa) exigiendo un rescate multimillonario que los ciudadanos tienen que pagar con “ajustes” estructurales no muy diferentes a los que antes impusieron en el Tercer Mundo. Y aún después de los fraudes multimillonarios la codicia de los más ricos y sus peones políticos no queda satisfecha; se continúa planeando como echarle mano a los fondos públicos de los estados.
Roberts argumenta que en Estados Unidos están en la mira los fondos de pensión y el medicare, pero se trata también de vender y robarse todo lo que quede que sea bien público. Hank Paulson y Ben Bernanke, argumenta Roberts, continúan refiriéndose a la seguridad social y al medicare llamándolos despectivamente “derechos” para presentarlos como problemáticos o cuestionables. Engañan a una población fácil de manipular por su ingenuidad, justifican el robo encubierto de esos fondos. Actúan, dice Roberts, como si no supiesen que efectivamente estos beneficios han sido pagados por los ciudadanos con sus impuestos y a través de toda una vida de trabajo.

En Griftopia (2010) Taibbi responsabiliza a la “grifter class” de estos robos, y en ella incluye a los mayores jugadores de las finanzas y a los políticos que hacen (por un precio) lo que ellos quieren. Especificamente responsibiliza a Allan Greenspan de haber terminado con el Acta Glass Steagall que contenía a los banksters (banqueros gangsters) y de haberla removido justo cuando los fraudes estaban en apogeo. Greenspan hizo imposible que se regularan las derivadas, eliminó incluso a Brooksley Born cabeza de la CFTC- Commodities Futures Trading Commission (Comisión del Comercio del Futuro de las Commodities) que quería regularlas. Luego el Congreso crea y aprueba un Acta (Commodity Futures Modernization Act) para desregularlas totalmente. Más tarde se imprimen 1,7 billones (1.700 000 000 000) de nuevos dólares. En fin, no puede ser casual, que se deregulen las derivativas, se eche a la autoridad que las quiere regular, se termine con toda regulación por ley y se eleve a Greenspan a categoría de héroe y sea portada en el Times.

En estos momentos, dice Taibbi, el país mismo está a la venta a precios modestísimos. Está siendo comprado por los mismos que se enriquecieron con la burbuja del petróleo que creó Goldman Sachs. Gracias a Goldman, Morgan Stanley y otros bancos de inversión que levantaron artificialmente el precio del petróleo, se enriquecieron productores de petróleo que hoy con esas mismas fortunas compran infraestructura en EEUU. Entre los compradores están la Autoridad Inversora de Qatar (Qatar Investment Authority), los Holdings SAMA (SAMA Foreign Holdings), la Autoridad Inversora Abu Dhabi de Emiratos Arabes Unidos (UAE´s Abu Dhabi Investment Authority). Se venden pedazos de carretera de Indiana y de Florida, el puente carretero con peaje llamado Chicago Skyway y hasta un puerto de Virginia. (http://www.rollingstone.com/politics/news/exclusive-excerpt-america-on-sale-from-matt-taibbis-griftopia-20101018).

El fraude, explica Taibbi, enriqueció a Goldman Sachs que involucró a AIG -a Joe Cassano en lo que es la calificación de las hipotecas y a W.J. Neuger en lo que es la provisión de seguros. La calificación fue fraudulenta y los seguros inexistentes. Gente jugando en un casino que ni exige que se cubran las apuestas ni que los jugadores sean dueños de los instrumentos financieros que las aseguran. Goldman, sin embargo, se aseguró muy bien de que el pueblo norteamericano pagara ese robo. O sea, Goldman explotó a AIG (a través del TARP) y además especuló con el petróleo llevando al alza del precio de la gasolina el 2008 y que todos pagamos, lo hizo porque Goldman controla la oficina del Tesoro de los EEUU, y Timothy Geithner y Ben Bernanke son sus hombres allí. Taibbi pregunta ¿Por qué en un país con 2.5 millones de presos por crímenes no violentos, no hay ni un miembro de Wall Street preso por “perder” el 40% de la riqueza del mundo en un fraude criminal?

Los chinos y los pobres tienen la culpa
En medio del debacle y la confusión se buscan culpables convenientes, capaces de mover el alma nacional simplista e ingenua –y lista siempre a culpar a los menos favorecidos y a los extranjeros. La culpa de la crisis norteamericana, dicen, la tiene China. China nos ha quitado los trabajos dicen. Pero incluso esto no quita que esperen aún que la misma China que culpan los venga a salvar –comprándoles sus productos y vendiendole los suyos muy baratos. Algunos argumentan que China ha mantenido artificialmente baja su moneda, pero como explica Paul Roberts esto es imposible: la moneda China fluctúa junto con el dólar norteamericano.
Para otros la culpa de la estafa inmobiliaria la tienen los pobres. Quienes la planearon, la hicieron crecer y se beneficiaron de ella los pobres son los culpables. Los pobres fueron qienes se endeudaron en más de lo que podían pagar por “codiciosos.” Y ahora lo pierden todo y con ellos cae el país en una debacle. La verdad es que perdemos todos los que no controlamos el sistema, los que lo controlan ganaron muchísimo, incluso ganaron con perder. Se jugó a la bolsa y se compró la basura vendida como valores, se engañó a los compradores institucionales de acciones y así se fueron por la borda o a la bolsa, muchos fondos de pensión y valores personales.

Detrás de todo ha estado el mito de la “Nueva Economía” que hizo creer a la población que íbamos camino a mejores y mejores empleos, por lo que aceptó calladamente que desaparecieran sus puestos de trabajo. Sería temporal, pronto vendrían los mejores empleos, empleos que requerirían más calificación, educación e idioma. Pero los famosos trabajos para el Primer Mundo nunca llegaron. Como no llegaron los trabajos de la esperada “recuperación” que seguiría en el Tercer Mundo a los mentados “ajustes estructurales.” Nos dieron a todos la misma “medicina”, a unos antes y a otros despues. Las que ganaron fueron las corporaciones que movieron sus plantas a China para abaratar el precio de su mano de obra pero seguían cobrando los mismos precios de antes por sus productos, un negocio redondo. Hoy sabemos que hemos sido vulgarmente engañados, que todo aquello era una falsedad. Hoy el desempleo está aqui para quedarse, los puestos de trabajo desaparecidos no se vuelven a materializar. Aunque nos dan números falsos como si fuésemos niños, sabemos que son engaños a esta altura. No hay industria, ni producción y hasta la agricultura está manipulada por las grandes corporaciones. Entonces, ¿que empleo? ¿que industrias? ¿que producción?
La gran mentira fue venderle a buena parte de la población del planeta el “sueño de la casa propia,” un sueño que además contaba con que esa “casa propia” iba a irse transformando en un pequeño castillo suburbano. Con las casas, nos pasó algo similar a lo que nos pasó con los autos –fueron desapareciendo los económicos en favor de los lujosos y costosos, nos acostumbraron a pensar que era “normal” pagar 30 o 40 mil dólares por un vehículo aunque en el proceso nos demoráramos diez años. Con las viviendas fue algo similar, crecieron en tamaño y en lujo, aumentando marcadamente de precio, un precio que era aparte inflado.

Canadá no fue excepción, en los años 80 una casa de 1200 pies cuadrados era considerada más que suficiente para una familia con dos niños. Pero esto cambió en los años 90, para entonces la “casa deseable” era una de por lo menos 2000 pies cuadrados de porte y nadie quería ya una que no tuviese garaje o techos altos en la sala, y por lo menos dos baños. Y mucho mejor si era nuevecita a estrenar porque quien quería una “casa usada” –vaya el asco de pensar que alguien haya ocupado mi castillo.
Esta transformación de perspectiva en lo que es o no una casa deseable no fue ni casual ni espontánea, fue muy bien planeada para expandir el mercado y las ganacias. Fue además muy bien publicitado todo y no sólo desde la prensa, también desde la televisión. Esa cajita mágica que tenemos nos dice como vivir, como aparecer frente a los demás, como y lo que comer, como movernos y hasta que tipo de papel higiénico preferir. Naturalmente directa e indirectamente nos ha venido diciendo en que tipo de casa debemos aspirar a vivir. Desaparecieron las familias trabajadoras de la televisión, y hasta Roxanne tuvo que ganarse la lotería en su show para continuar teniendo popularidad. Los modelos de familias eran profesionales, aunque últimamente, y más acorde con la realidad norteamericana, poco importaba si los habitantes de la casa tenían o no profesión y aunque trabajaran en un servicio que sospechamos mal pagado, la casa en la que vivían era de lujo. Todo gracias a la magia de Hollywood y al crédito. Nos vendieron bien el modelo de que hay que endeudarse para vivir, endeudarse en grande y hacerlo de continuo.

Casa, auto, vacaciones, han sido una obligación en el Primer Mundo. Se ha creado una población muy sibarita, de gustos refinados pero con sueldos muy miserables. Por supuesto que no niego la responsabilidad personal que tenemos, somos personas adultas eligiendo como vivir, más bien argumento que se ha modelado la irresponsabilidad financiera general de la población, que se la ha invitado a vivir muy por encima de sus posibilidades y a pensar en términos de “flujo de dinero contaste” como si todos fuéramos agentes de la bolsa, en lugar de gente que vive de su trabajo y de un sueldo muy regular, gente que es últimamente responsable de pagar por todas y cada una de sus deudas.

Así llegamos a hoy, y al fuerte endeudamiento personal y colectivo, y al creciente desempleo y a nuestras muy limitadas miras de mejoras. No puede sorprendernos que algunos jóvenes se nos emborrachen en las calles y otros caigan en otras drogas porque el panorama se presenta turbio. Hemos vivido en sociedades que además basan sus satisfacciones por décadas ya esencialmente en consumir. ¿Que hacer si no pueden consumir porque ya no queda con qué? La primera opción, confundirse mucho y no saber que hacer. Otra opción, escapar a como de lugar. La final, enfrentar la realidad. El sueño prometido está siendo negado, es un sueño imposible pero eso es un tema en si mismo.

Hay negación a aterrizar pero es la realidad diaria que nos aterriza. Estamos frente a una gran transformación en nuestra forma de vivir. No sólo la crisis, es la cercanía al final del petromundo. Las mentiras de los más ricos y sus medios oscurecen el camino. Esta transformación que enfrentamos podría haber sido buscada conscientemente y ser positiva, un mundo diferente, sustentable, posible. Pero ha sido más bien una transformación inevitable, y sentimos que no tenemos mayor control. El mundo deseado, el del consumo sin fin, se nos va de entre los dedos como arena de playa. Nos urge hacernos de algunos instrumentos críticos para entender la encrucijada en la que estamos. Se está materializando lo que parecía un imposible: el Primer Mundo se nos transforma en Tercer Mundo al andar, debajito mismo de nuestros pies.

Bienvenidos al siglo 21 que si suena como el 19 no es por casualidad. Aunque cueste tenemos que aceptarlo antes de poder transformarlo. La vida puja, se acepta o te pasa por encima. Habrá llegado la hora de la verdad y de luchar para transformar lo posible para vivir humanizadamente. Con valor y humor, o como dice irónicamente el lema nada menos que de la CIA: la verdad habrá de hacernos libres...Por un mundo mejor posible para todos y todas...

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