William Blum ,
The Anti Empire Report.
No es fácil ser un patriota nacionalista. Además de tener que enfrentarse con el acostumbrado desencanto, rabia y desprecio de todo el mundo, provocado por el bombardeo sin fin y las guerras interminables de Washington, el nacionalista es asaltado por informantes como Bradley Manning y Edward Snowden, que han revelado un constante flujo de escándalos de derechos humanos y libertades civiles, atrocidades, mentiras vergonzosas y verdades vergonzosas. Los que creen en el "excepcionalismo estadounidense" y las "nobles intenciones" han resistido duras presiones para mantener flameando la bandera de la retórica desde las primeras luces del amanecer hasta el último destello del ocaso.
Esto puede explicar la historia del Washington Post de julio 20, titulada "Los que buscan asilo de EEUU, infelices en Rusia" ["U.S. asylum-seekers unhappy in Russia"], acerca de Edward Snowden y su plan de buscar asilo en Moscú. El artículo hace un recuento de los tiempos pretendidamente miserables que vivieron en la Unión Soviética expatriados y desertores como Lee Harvey Oswald, los dos empleados de la NSA de 1960 —William Martin y Bernon Mitchell— y algunos otros. La ecuación propagandística del Post parece ser: insatisfacción de estadounidenses con la vida en Rusia es igual a un punto en favor de los Estados Unidos: "con extraviadas esperanzas de una vida gloriosa en el paraíso de los trabajadores" ... Oswald "recibió un trabajo en una factoría de electrónica en el sombrío Minsk , donde el futuro brillante lo esquivó", se lee en la interpretación de cliché tipo Guerra Fría del Post. Nada por lo que alguien pudiera sentirse terriblemente impresionado, pero un estadounidense nacionalista a la defensiva tiene serias dificultades hoy en día para encontrar algo mejor.
Al mismo tiempo, la SelecciónUSA anota puntos publicitando las violaciones de Rusia a los derechos humanos y libertades civiles, como si la Guerra Fría aún nos azotara. "Llamamos al gobierno de Rusia a cesar su campaña de presión contra individuos y grupos que buscan denunciar la corrupción, y a asegurar que los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de todos sus ciudadanos, incluyendo las libertades de expresión y reunión, sean protegidos y respetados", declaró Jay Carney, el secretario de prensa de la Casa Blanca (Nota 1. Resumen de prensa de la Casa Blanca, 18 de julio de 2013).
"Campaña de presión contra individuos y grupos que buscan denunciar la corrupción" ...ajá... ¿Dijo alguien "Edward Snowden"? Tener vigilada a la ciudadanía 24 horas al día ¿no es un ejemplo de corrupción? ¿Es que la Casa Blanca no tiene sentido del decoro? ¿O vergüenza? ¿O algo?
Cuánto desearía presenciar una versión moderna de las audiencias Ejército-McCarthy de 1954, en la que Carney —o mejor, el mismo Barack Obama— lanza alternadamente una mentira y luego una nauseabunda defensa de su destrucción imperialista, una detrás de otra. Y el comité del consejo (en la famosa voz de Joseph Welch) es finalmente obligado a declarar: "Señor, ya ha hecho lo suficiente. ¿No tiene sentido de la decencia, señor? De todo lo que le quedó, ¿no le quedó ningún sentido de la decencia?" Las barras del Congreso estallaron en aplausos, y este incidente se volvió el comienzo del fin de la enfermedad macartista.
Políticos y personalidades de los medios masivos de EE UU han criticado a Snowden por volar fuera del país para publicar los documentos clasificados que poseía. ¿Por qué no se quedó en EE UU para defender sus acciones y enfrentar su castigo como un verdadero hombre?, preguntan. Sí, este joven debería haberse sometido voluntariamente al confinamiento solitario, a otras torturas, a una vida en prisión y una posible ejecución si quisiera ser tomado en serio. ¡Qué cobarde!
¿Por qué Snowden no ventiló sus reparos a través de los canales apropiados de la NSA en vez de filtrar los documentos, lo que un informante que se respete debe hacer? Esta es la pregunta que James Bamford, considerado ampliamente como el principal escritor sobre la NSA, intentó responder, como sigue:
He entrevistado a muchos informantes de la NSA, y el común denominador es que se sienten ignorados cuando tratan de mostrar a los oficiales de alto rango operaciones ilegales o no-éticas. Por ejemplo, William Binney y varios otros empleados de alto rango protestaron frente a la cadena de mando por los programas de recolección de datos domésticos, e incluso intentaron llamar la atención del Fiscal General sobre estas operaciones, pero fueron ignorados. Sólo en ese momento Binney habló públicamente para un artículo mío en la revista Wired. En la sección de preguntas y respuestas de la página web del periódico The Guardian, Snowden citó a Binney como un ejemplo de "cómo respuestas exageradamente duras a las filtraciones de interés público sólo escalan la dimensión, el alcance y la destreza que se requiere para las siguientes. Los ciudadanos con conciencia no van a ignorar lo que está mal hecho simplemente porque serán destruidos si no lo hacen: la conciencia se lo prohíbe".E incluso cuando los informantes llevan estos asuntos a la prensa, la NSA por lo general niega que estas actividades estén produciéndose. La agencia negó las acusaciones de Binney respecto a que estuviera recolectando metadatos de Verizon y que tuviera acceso a virtualmente todo el tráfico de internet. Fue sólo cuando Snowden filtró los documentos revelando el programa de registro de teléfonos y mostrando cómo trabaja PRISM que la agencia se vio forzada a confesarlo todo (Nota 2. Washington Post, 23 de junio de 2013).
"Cada país en el mundo está comprometido en asuntos internacionales y la seguridad nacional emprende muchas actividades para proteger su seguridad nacional", dijo recientemente el secretario de estado de EEUU. "Todo lo que sé es que no es raro para muchas naciones" (Nota 3. Agencia de noticias Reuters, 2 de julio de 2013).
Bueno, señor K, el antisemitismo no es raro; puede ser encontrado en cada país. ¿Por qué entonces el mundo condena tan fuertemente a la Alemania nazi? Obviamente es un asunto de grado, ¿no es cierto? La magnitud de la invasión de la privacidad realizada por EEUU la coloca en las grandes ligas.
Kerry sale a minimizar la significación de lo que Snowden reveló. Le gustaría hacer creer al mundo que todo esto es un asunto de rutina entre naciones... "Siga su camino, nada que mirar acá". Pero es casi maniático respecto a castigar a Snowden. El 12 de julio, sólo unas horas después de que Venezuela aprobó darle asilo político a Snowden, Kerry llamó personalmente al ministro de relaciones exteriores venezolano, Elías Jaua, y se reportó que amenazó con hacer aterrizar toda aeronave venezolana en el espacio aéreo de América o de países de la Otan si hubiera la más ligera sospecha que Snowden estuviera usando el vuelo para llegar a Caracas. Cerrar el espacio aéreo de los países miembros de la Otan a los vuelos venezolanos significa obliga a evitar a 26 países en Europa y dos en América del Norte. En este escenario, Snowden tendría que volar atravesando el Pacífico desde el extremo este de Rusia en vez de cruzar el Atlántico.
El secretario de estado también prometió intensificar el proceso que está en curso para revocar las visas de entrada a EEUU a los funcionarios y hombres de negocios venezolanos asociados con el fallecido presidente Hugo Chávez. Washington comenzará también a acusar de narcotráfico, lavado de activos y otras acciones criminales a prominentes políticos venezolanos; Kerry mencionó específicamente algunos nombres al ministro de relaciones exteriores de Venezuela.
Kerry agregó que Washington es consciente de la dependencia de Venezuela a los productos refinados del petróleo de EEUU. A pesar de que es uno de los mayores productores de petróleo del mundo, Venezuela requiere más gasolina y productos derivados del petróleo de los que puede producir, y compra a Estados Unidos más del millón de barriles de productos refinados del petróleo mensualmente. Kerry advirtió abiertamente que los suministros de combustibles podrían ser interrumpidos si el presidente Maduro le da la mano al contratista fugitivo de la NSA (Nota 4. RT television (Russia Today), 19 de julio de 2013, citando al canal español ABC).
Guau. Pesado. Poder ilimitado en manos de sicópatas. Mi propio país me asusta de verdad.
¿Y qué país presume de sus supuestas libertades más que Estados Unidos? ¿Y de su supuesta democracia? ¿Y de sus supuestos derechos humanos y civiles? ¿Y de su supuesto "excepcionalismo"? ¿Su supuesto cualquier cosa? Dado esto, ¿por qué no podría contener Estados Unidos los más altos estándares?
La hipocresía estadounidense en su política exterior se manifiesta de manera rutinaria y virtualmente continua. Aquí está el presidente Obama hablando recientemente en Sudáfrica acerca de Nelson Mandela: "La lucha aquí contra el apartheid, por la libertad; el coraje moral [de Mandela]; la histórica transición del país a una nación democrática libre ha sido una inspiración personal para mí. Ha sido una inspiración para el mundo... y continúa siéndolo" (Nota 5. Informe de prensa de la Casa Blanca, 29 de junio de 2013).
Qué conmovedor. Pero ninguna mención —nunca ninguna mención por parte de algún dirigente estadounidense— de que Estados Unidos fue directamente responsable de enviar a prisión a Nelson Mandela por 28 años (Nota 6. William Blum, Rogue State: A Guide to the World’s Only Superpower, capítulo 23).
Y pedir la extradición de Snowden mientras, de acuerdo al ministro del interior ruso, "las instancias judiciales han pedido en muchas ocasiones a EEUU a través de canales de Interpol que extradite criminales buscados, pero estas solicitudes no han obtenido satisfacción o incluso no han sido respondidas"... Entre los individuos requeridos hay militantes insurgentes islámicos de Chechenia a los que se ha dado asilo en Estados Unidos (Nota 7. RT television (Russia Today), 22 de julio de 2013).
Ecuador ha tenido una experiencia similar con EEUU al pedir la extradición de varios individuos acusados de estar envueltos en un golpe de estado contra el presidente Rafael Correa. El ejemplo más flagrante de este doble estándar es el de Luis Posada Carriles que fue el cerebro del derribamiento de un avión cubano en 1976, matando a 73 civiles. Ha vivido como hombre libre en Florida por muchos años, aunque su extradición ha sido solicitada por Venezuela. No es sino uno de cientos de terroristas anticastristas y de otros países latinoamericanos a los que se ha dado refugio durante años en Estados Unidos a pesar de ser buscados en sus países de origen.
Los funcionarios estadounidenses pueden parlotear sobre el "excepcionalismo estadounidense" un día y cometer crímenes contra la humanidad al día siguiente. Año tras año, década tras década. Pero podemos extraer alguna satisfacción y quizás algo de esperanza en que aquellos funcionarios de política exterior, tan descompuestos moralmente como deben estar, no son todos tan estúpidos como para no darse cuenta que nadan en un mar de hipocresía. He aquí un par de ejemplos:
En 2004 se reportó que "El Departamento de Estado planea demorar la publicación que estaba programada para hoy del informe de derechos humanos, en parte debido a sensibilidades sobre el escándalo de abusos a prisioneros en Irak, dijeron los funcionarios de EEUU. Un oficial... dijo que la publicación del informe, que describe las acciones tomadas por el gobierno de EEUU para fomentar el respeto a los derechos humanos por parte de otras naciones podría 'hacernos ver como hipócritas'". (Nota 8. Los Angeles Times, 5 de mayo de 2004).
Y un ejemplo de 2007: Chester Crocker, un miembro del Comité Consultivo del Departamento de Estado para la Promoción de la Democracia y antiguo secretario de Estado asistente, anotó que "tenemos que ser capaces de superar el argumento de que EEUU es inconsistente e hipócrita en su promoción de la democracia alrededor del mundo. Ésta debe ser cierta" (Nota 9. Washington Post, 17 de abril de 2007).
En estos casos los funcionarios del gobierno parecen ser de alguna manera conscientes de la hipocresía prevaleciente. Otros notables de política exterior, en cambio, parecen estar orgullosos.
Robert Kagan, autor y arquitecto intelectual de larga data de un intervencionismo que busca imponerle una agenda neoconservadora al mundo por todos los medios que hagan falta, ha declarado que Estados Unidos debe rehusarse a ceñirse a ciertas convenciones internacionales, como la Corte Penal Internacional y el tratado de Kyoto sobre el calentamiento global. EEUU, dice, "debe apoyar el control de armas, pero no siempre para sí mismo. Debe manejar un doble estándar" (Nota 10. Hoover Institute, Stanford University, Policy Review, 1o. de junio de 2002).
Y tenemos también a Robert Cooper, diplomático británico de alto rango que fue consejero del primer ministro Tony Blair durante la guerra de Irak. Cooper escribió:
El desafío para el mundo posmoderno es acostumbrarse a la idea del doble estándar. Entre nosotros, operamos sobre la base de leyes y una seguridad cooperadora abierta. Pero al tratar con tipos de Estado más tradicionales por fuera del continente posmoderno de Europa, necesitamos volver a los métodos ásperos de la época anterior: fuerza, ataque preventivo, engaño, lo que sea necesario para tratar con aquellos que aún viven en aquel mundo del siglo XIX de cada Estado para sí mismo (Nota 11. The Observer (Reino Unido), 7 de abril de 2002).
Su expresión "cada Estado para sí mismo", se entiende mejor como todo Estado que no quiera acceder a la agenda del Imperio Estadounidense y su compañero de bravuconadas en el colegio en Londres.
Así es que eso es. El doble estándar está "in". La regla de oro "trata a los otros como quieres que te traten a ti" está "out".
La mafia imperial y los intelectuales de la corte como Kagan y Cooper pasan tiempos difíciles vendiendo su visión del mundo sobre la base de estándares legales, morales, éticos o de equidad. Entonces prefieren decidir que no están comprometidos con estos estándares.
Odiando a Estados Unidos
Aquí está Alan Dershowitz, prominente abogado estadounidense, jurista, comentarista político y ferviente sionista, y partidario del imperio, hablando del periodista Glenn Greenwald y su compromiso con Edward Snowden: "Mira, Greenwald es un completo embustero. Es anti-estadounidense, adora los regímenes tiránicos, e hizo esto porque odia a Estados Unidos. No tiene nada que ver con hacer pública una información. Nunca habría escrito ese artículo si hubiera querido publicar material sobre alguno de sus países favoritos" (Nota 12. “Piers Morgan Live”, CNN, 24 de junio de 2013).
"Anti-estadounidense"... "odia a Estados Unidos"... A qué se refiere, ¿a esas expresiones que son parte integral de la historia política de Estados Unidos? ¿Greenwald odia el béisbol y los hot-dogs? ¿Odia las películas y la música de Estados Unidos? ¿Odia todos los edificios de Estados Unidos? ¿Odia cada ley? No. Como la mayor parte de los "anti-estadounidenses", Glenn Greenwald odia la política exterior estadounidense. Odia todos los horrores y todas las mentiras usadas para ocultar esos horrores. Así es que ¿de qué estadounidenses es anti?
Indudablemente Dershowitz piensa que Snowden es también un anti-estadounidense. Pero escuchemos una entrevista a este joven:
"Estados Unidos es fundamentalmente un buen país. Tenemos gente buena, con buenos valores y que quiere hacer lo correcto".
El entrevistador es Glenn Greenwald (Nota 13. Video de Glenn Greenwald entrevistando a Edward Snowden [en la marca 2:05]).
¿Hay algún otro país "democrático" en el mundo que regularmente o al menos ocasionalmente emplee esta terminología? ¿Anti-alemán? ¿Anti-británico? ¿Anti-mexicano? Puede ser que sólo una mentalidad totalitaria pueda concebir y usar la expresión "anti-estadounidense".
"Dios designó a Estados Unidos para salvar al mundo de la forma en que le parezca. Dios designó a Israel para ser el nexo entre la política estadounidense para el Medio Oriente, y cualquiera que quiera enfrentarse a esta idea es: a) antisemita, b) anti-estadounidense, c) aliado del enemigo, y d) terrorista". John LeCarré, London Times, 15 de enero de 2003.
(Cualquier parte de este informe puede ser divulgado sin permiso, desde que se atribuya su contenido a William Blum y se coloque su vínculo al sitio www.williamblum.org/aer/read/119).