Clarin, Publicado el 04 Agosto 2013
ESCRITO POR LEOPOLDO PULGAR
En todos los frentes de su vida, Malucha Pinto sigue construyendo habitaciones parecidas a trincheras. Para protegerse, acoger y actuar. Pero se preocupa que sean espacios con hartas puertas y ventanas, no sólo para mirar el mundo, sino para permitirse ir y venir, cruzar y dejar pasar lo que ella y otros construyen día a día.
En la política, en el teatro, en la familia, la actriz instala la pasión como protagonista, porque no entiende hacer algo sin ponerle alma, corazón y vida para que resulte. “El amor y la participación son claves para mí”, afirma, junto con apoyar la candidatura presidencial de Marcel Claude, inicia los ensayos de su próximo montaje teatral y disfruta de los colibríes, que llegaron a su casa cuando empezó a escribir la obra que llevará el nombre de este sutil pajarito. “Nuestra pasión debe convertirse en un discurso arrollador por la vida”, dice Malucha Pinto Solari.
¿Por qué apoyas a Marcel Claude?
“Se define como vocero de un movimiento que hace eco de muchas demandas de la ciudadanía. He visto que sus propuestas provienen de asambleas, de mucha conversación, desde una amplitud de voces, lo que configura una mirada muy diversa sobre distintos temas y es bastante inclusiva. Una mirada que cuestiona el modelo económico, político y social actual, directa y claramente. Tiene un discurso latinoamericanista... En América Latina se están produciendo movimientos que buscan recuperar nuestro lenguaje, nuestra identidad, nuestra voz. Todo eso me interesa”.
¿Desilusionada de la Concertación?
“He tenido un largo viaje… La Concertación iba a transformar el sistema que dejaron instalado Pinochet y sus boys. Pero con el tiempo eso se ha fortalecido. No pienso que la derecha y la Concertación sean lo mismo. Creo que la Concertación ha tenido aciertos… Pero ha llegado el momento de hacer un cambio de verdad, por el que luchamos en tiempos de dictadura. ¡Yo tenía ganas de ayudar a construir un país distinto!”.
¿Cuál es tu principal crítica?
“Que la Concertación fue gobernando de espaldas a la gente, sin el pueblo. La gente vota por diputados y senadores en la esperanza de que hagan cambios… pero llegan al Congreso y hacen lo que quieren, a veces, en negociaciones horrorosas. La manera como hacen política es chocante… Para mí, el tema de la participación es clave. El régimen de Pinochet terminó gracias a que había un pueblo movilizado y organizado en las calles… ¿Y qué pasó con ese pueblo organizado que tenía demandas y anhelos? Les dijeron ‘quédense tranquilos, nosotros vamos a hacer las cosas por ustedes’. Y la gente, de algún modo, hizo una entrega. Siento que, hoy, la participación es clave. ¡Yo quiero participar!
Creo, además, que el sistema capitalista está terminando con lo más bello que tenemos, nuestra intuición y sensibilidad, con la capacidad de vincularnos y construir comunidad, con la capacidad de ser seres humanos. La Concertación no cuestiona el sistema capitalista ni se orienta a cambiarlo. Desde esa perspectiva, me dije: ‘Bueno, esta vez voy a hacer eco de lo que mi cuerpo, mi guata, mi corazón, todo mi yo siente’. Me ha dolido y costado, porque tengo amigos en la Concertación. Pero me voy a dar permiso para ser una disidente, una rebelde”.
¿Votarías, si hay segunda vuelta sin que Claude gane?
“No lo tengo claro. Estos cuatro años con la derecha han sido súper dolorosos. A nivel de programas públicos desapareció todo lo que se fue construyendo en 17 años en los temas de mujer, educación, cultura. ¡Nunca más quiero un gobierno de derecha! Soy súper discrepante con la gente que dice que es lo mismo quien gobierne. Hay que votar. No podemos estar siempre en la vereda mirando, quejándonos y no participando de las mil maneras que uno puede hacerlo: saliendo a la calle, construyendo sindicatos, poniendo la voz donde uno vaya, conversando, criando hijos con pensamiento crítico. Tenemos que volver a ser personas comprometidas con el otro”.
VALLE DE PASIONES
¿Sientes rabia, rencor?
“Lucho contra la rabia. El mundo en el que aspiro a vivir se construye hoy. Aquí, entre tú y yo, cada día y en cada minuto. El mundo en el que aspiro a vivir es un mundo sin rabia, sin rencor, sin violencia... Para llegar a ese mundo necesitamos que nuestra práctica no tenga nada que ver con la rabia. Me molesta que quienes se oponen a la Concertación vivan hablando mal de la Concertación, de Michelle Bachelet. Toda la energía está puesta en criticar, en sentir rabia, en descalificar. Tenemos que poner toda nuestra energía en lo que queremos construir”.
Sin pasión no se puede hacer nada…
“Sí, soy súper apasionada y comprendo las explosiones de ira, porque es mucho lo que se ha postergado a la gente. La gente está olvidada, arrasada, avasallada... Pero, ¿qué logramos con quemar micros? Hay otros mucho más fuertes que te van a arrasar. Ese no es mi camino. Tenemos que hacer un esfuerzo de creatividad y vincularnos de otra manera. Porque el bicharraco con el que uno se enfrenta es inmenso y está entronizado en el mundo entero. Quizás hay que tratar de convertir la pasión en un impulso arrollador hacia la vida, a todo lo que nos acerca y vincula, a lo que nos pone contentos y entusiasma”.
¿Te dio pena la renuncia de Longueira?
“Lo que pasó con Longueira es coherente con los tiempos políticos que vivimos, pero igual, nunca me había tocado algo así. Es tan raro que uno se pregunta, ¿qué habrá debajo de la alfombra? Pero puede ser. Pobre, dijeron que tiene un hijo muy enfermo lo que habría detonado la depresión. Lo encuentro terrible”.
¿Coherente con la política actual?
“Sí, tiene que ver con el desmoronamiento de una manera de hacer política, de una manera de ser candidato, de una manera de vincularse. Está tan emputecida la política que la ciudadanía piensa cualquier cosa sobre el caso Longueira. Y eso es una muy mala señal para la política. La confiabilidad en este país está rota. El elástico de la ética se rompió hace rato. Pasan cosas que en otra época habrían sido motivo para desbancar a un presidente. Los casos Johnson’s, La Polar, Impuestos Internos son graves. Y no es sólo corrupción de los grandes empresarios. Esto ha ocurrido ante los ojos de la Concertación. ¿Cuántos de ellos tienen conflictos de intereses, están en las universidades privadas y otros negocios? En todo esto se ha metido el dinero como motivación, como manera de vincularse. Nadie cree nada, nadie le cree a nadie… Y que pase eso en un país es triste y aterrador, porque puede pasar cualquier cosa”.
¿La mujer actual desarrolla lo femenino?
“Esta historia tiene muchas estaciones. Hemos tenido que salir al mundo con mucha fuerza, abrirnos paso a codazo limpio, pero mi sensación es que se sigue postergando lo femenino en el mundo. El universo es masculino y femenino, se necesitan ambas fuerzas aportando lo propio y tirando juntos. Pero veo mujeres cada vez más masculinas. Veo mujeres no poniendo lo femenino en este mundo, algo que tanto se necesita. Tenemos que acercarnos, aprender a mirarnos, a respetarnos. Tenemos que hacer el amor, todos. No hay nada más bello que copular, fundirte, mezclarte, gozarte, embellecerte…”.
Siguen pendientes ley de aborto y matrimonio gay...
“Encuentro terrible que si estás enamorado, no puedas salir, tomarte de la mano, darte besos. Respecto del aborto, son unos frescos de raja quienes dicen estar por la vida sin considerar que es carísimo tener hijos. No hay protección para los que nacen, para que la madre pueda trabajar y desarrollarse; las mujeres tenemos los sistemas de salud más caros. Todo está en contra para que las guagüitas lleguen a término, sean ciudadanos y tengan derechos. Es una vergüenza decir ‘estoy a favor de la vida’ como si alguien estuviera a favor de la muerte. Me gustaría un país donde una tuviera ganas de tener muchos hijos”.
TRAVESIA POR LA CULTURA
Con su compañía Aracataca Creaciones, Malucha Pinto ha montado valiosas obras en la vertiente teatro de calle (Rosamunda, la brava, La Pasionaria, un viaje por la historia de los barrios). Hoy prepara Colibrí, con el tema de la diversidad e inclusión de las personas diferentes. Sintió ganas de reescribir Tomás, que dirigió Andrés Pérez en los 90, basada en Cartas para Tomás, que narra la experiencia de asumir que su hijo era una persona diferente, debido a severos problemas físicos. Ahora, quiere hablar desde el joven que ha hecho un camino en la Tierra y hacer un tributo a Andrés Pérez.
¿Por qué “Colibrí”?
“Colibrí es un pájaro de poder entre los chamanes. Dicen que es mensajero del amor, porque extrae y traslada el polen. Hace un intercambio, permite la vida. Además, el colibrí es capaz de detenerse en el aire con el batir de sus alas, una vibración súper sanadora, dicen los chamanes. También vuelan hacia atrás, es decir, tienen un vínculo con la memoria. Mi casa está llena de colibríes. La obra se estrenará en octubre, en la explanada del Museo de la Memoria, como parte de la conmemoración de los 40 años del golpe. Para nosotros es súper importante tomar espacios públicos donde la gente se encuentra y opina. No es sólo ver una obra de teatro: también ocurre algo ciudadanamente. Hay que ir donde está la gente, compartir y producir intercambio”.
¿Qué piensas de la política cultural?
“Se perdió todo el trabajo de Creando Chile en mi Barrio. No digo que haya sido una panacea, pero era una puerta que fortaleció el teatro comunitario. El arte que emerge de la gente tiene que existir, construye identidad, memoria. Allí hay una frescura que tiene un nivel estético, un alimento que revitaliza, que nutre, que abre las mentes. Se arrasó con eso. Luego se instala el tema de las industrias culturales, es decir, cómo vendemos más. El tema cultural es mucho más que eso. La única manera real de desarrollar la cultura es a través de políticas públicas, insertar la educación artística en los colegios, con buenos cursos de teatro, música, danza, donde los chicos puedan elaborar sus contenidos, convirtiéndolos en lenguaje artístico. La cultura y el arte son artículos de primera necesidad. El derecho a la cultura debe estar en la Constitución”
Genes políticos y artísticos
“El ardor político viene en mis genes, por mi papá (Aníbal Pinto Santa Cruz, economista y periodista, 1919-1996, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1995) y por mi mamá (Malucha Solari Mongrio, bailarina, 1920-2005, Premio Nacional Artes de la Representación y Audiovisuales 2001). Tengo cartas preciosas que mi tatarabuelo escribía a su mujer, un tipo súper enamorado (Aníbal Pinto Garmendia, presidente de Chile durante la Guerra del Pacífico). Me gusta saber que se fue de La Moneda a pie, ni un peso más, ni un peso menos.
Mis padres vivían la bohemia junto con la conversación apasionada y la construcción de Chile. Un mundo donde la cultura, la reflexión y el amor por el país eran protagonistas. Mi casa se llenaba de gente alucinante. Las ideas importaban mucho.
Siempre digo que soy mestiza. Mi mamá, nicaragüense, era hija de un señor que huyó luego de ser derrocado el presidente Balmaceda. Se enamoró de mi abuelita, que era negra. Mis papás estaban muy enamorados, se gustaban... y siempre a punto de separarse. Quizás hubiera preferido tener papás más presentes. Pero hoy, me encantan. En esos tiempos, mientras todas las mamás tejían en sus casas, la mía andaba por el mundo bailando y durante la UP fundó la Escuela de Danza del Ministerio de Educación, donde iban niños de las poblaciones para ser bailarines. Mi papá también viajaba mucho. Me picaneaban para que me abriera al mundo y generara pensamiento. Creo que era lo que mi espíritu necesitaba”.
LEOPOLDO PULGAR IBARRA
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