viernes, 19 de julio de 2013

Edward Snowden por William Blum

William Blum:  The Anti Empire Report










Edward Snowden

En el curso de su vida profesional en el mundo de la seguridad nacional, Edward Snowden debe haber pasado numerosas entrevistas de prueba, exámenes con detectores de mentiras, y un chequeo de antecedentes extremadamente minucioso, además de llenar interminables formularios diseñados cuidadosamente para detectar cualquier tipo de falsedad o inconsistencia. El Washington Post (10 de junio) informó que "varios funcionarios dijeron que la CIA indudablemente empezaría a revisar el proceso por el cual Snowden había sido enganchado, buscando determinar si se había pasado por alto cualquier señal de que él algún día revelaría secretos nacionales".

Sí, hubo una señal que se les pasó: Edward Snowden tenía algo dentro de sí conformado como conciencia, que estaba esperando una causa.
Pasó lo mismo conmigo. Me fui a trabajar al Departamento de Estado, queriendo convertirme en un funcionario del servicio exterior, con la mejor —la más patriótica— de las intenciones, a hacer lo mejor que pudiera para matar la bestia de la Conspiración Comunista Internacional. Pero entonces el horror cotidiano frente a lo que Estados Unidos le estaba haciendo al pueblo de Vietnam me empezó a llegar en cada una de sus formas y empecé a sentirme mal. Mi conciencia había encontrado su causa, y nada que me pudieran haber preguntado en las entrevistas de enganche habría alertado a mis entrevistadores sobre un posible peligro que yo significara, porque ni siquiera yo sabía de ese peligro. Ninguna pregunta sobre mis amigos y parientes podría haber despertado ni la más mínima sospecha sobre el activista radical contra la guerra en el que me he convertido. Mis amigos y parientes habrían estado tan sorprendidos como yo. Simplemente no había manera de que la oficina de seguridad del Departamento de Estado supiera que yo no debía ser contratado y que no se me debía dar la autorización de seguridad (Nota 1. Para leer sobre mis aventuras en el Departamento de Estado y otras más, consultar mi libro West-Bloc Dissident: A Cold war Memoir [Disidente del bloque occidental: memorias de la Guerra Fría], 2002).

Entonces, ¿qué puede hacer un pobre Estado de Seguridad Nacional? Bueno... podrían considerar la posibilidad de portarse bien. Dejar de hacer todas esas cosas terribles que angustian a personas como yo o Edward Snowden o Bradley Manning o tantos otros. Dejar de bombardear, invadir, dejar las guerras interminables, la tortura, las sanciones, los golpes de Estado, el apoyo a las dictaduras, el incondicional apoyo a Israel; dejar de hacer todas esas cosas que hacen a Estados Unidos ser tan odiado, esas cosas que crean a todos los terroristas anti-estadounidenses, y que impulsan al Estado de Seguridad Nacional —sólo en defensa propia— a espiar al mundo entero.

Espiando en el planeta
El anterior es el título de un ensayo que escribí en el año 2000, que apareció como capítulo en mi libro Rogue State: A Guide to the World's Only Superpower [Estado rufián: una guía sobre la única superpotencia mundial]. A continuación algunos pasajes que pueden ayudar a poner en perspectiva las actuales revelaciones relacionadas con Edward Snowden...

¿Puede la gente del siglo XXI imaginar la mayor invasión a la privacidad en la historia del mundo? Si puede, sólo tiene que esperar un poco para que la tecnología desborde cualquier cosa que haya imaginado.

Como una aspiradora gigantesca en el cielo, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA: National Security Agency) lo chupa todo: teléfono de la casa, teléfono de la oficina, teléfono celular, correo electrónico, fax, télex ... transmisiones de satélites, tráfico de comunicaciones en fibra óptica, enlaces de microondas... voz, texto, imágenes... capturadas por satélites orbitando continuamente la tierra y luego procesadas por computadores de alto desempeño... si funciona con energía electromagnética, la NSA está ahí, con muy alta tecnología. Veinticuatro horas al día. Posiblemente miles de millones de mensajes aspirados cada día. Nadie escapa. Ni presidentes, ni primeros ministros, ni el Secretario General de la ONU, ni el Papa, ni la Reina de Inglaterra, ni embajadas, ni ejecutivos de corporaciones transnacionales, ni amigos, ni enemigos, ni la tía Lena... si Dios tiene un teléfono, está siendo monitoreado... quizás tu perro no lo esté. Los océanos no te protegerán. Los submarinos estadounidenses han estado instalando durante décadas receptores de escucha para los cables submarinos de aguas profundas.

Bajo un sistema llamado en código ECHELON, lanzado en los 70, la NSA y sus socios menores en Gran Bretaña, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, operan una red de estaciones de intercepción masiva altamente automatizadas, que cubre al globo entre ellas. Cada uno de los socios puede pedirle a otro que intercepte sus propias comunicaciones domésticas. Puede así decir sin mentir que no espía a sus propios ciudadanos.

Además de los individuos e instituciones específicamente seleccionados, el sistema ECHELON trabaja interceptando indiscriminadamente enormes cantidades de comunicaciones y usando computadores para identificar y extraer mensajes de interés desde una masa de mensajes corrientes. Cada mensaje interceptado —todos los mensajes de embajadas, ofertas de negocios, conversaciones sexuales, saludos de cumpleaños— es revisado por palabras clave, que pueden ser cualquier cosa que a los investigadores les parezca de interés. Todo lo que se necesita para marcar una comunicación es que una de las partes use dos o más palabras clave del "diccionario" ECHELON: "Él vive en una vieja casa blanca, muy linda, en la calle Bush por acá cerca. Si voy disparado, llego en dos minutos". Con algunas limitaciones, los computadores pueden "escuchar" las llamadas telefónicas y registrar cuando se pronuncian algunas palabras claves. Estas llamadas son extraídas y grabadas separadamente, para ser escuchadas por humanos. La lista de objetivos específicos en cada momento es indudablemente muy amplia, e incluye en algún punto a instituciones como Amnistía Internacional y Christian Aid [Ayuda Cristiana].

ECHELON se ha llevado a cabo sin un reconocimiento oficial de su existencia, sustrayéndose así a cualquier control democrático o debate legislativo o público sobre si sirve a algún propósito decente. Lo extenso de la red global ECHELON es un producto de décadas de intensa actividad de Guerra Fría. Sin embargo, con el fin de la Guerra Fría su presupuesto, lejos de ser ampliamente reducido, fue incrementado, y la red ha crecido en poder y alcance... lo que es otra evidencia de que la Guerra Fría no fue una batalla contra algo llamado "la conspiración comunista internacional".

A fines de los noventa, el Parlamento Europeo comenzó a abrir los ojos respecto a esta intrusión en los asuntos del continente. El comité de libertades civiles del Parlamento fue encargado de un informe, que apareció en 1998 y recomendó una variedad de medidas para manejar el creciente poder de las tecnologías de supervigilancia. Recomendó abiertamente: "El Parlamento Europeo debe rechazar las propuestas de Estados Unidos de hacer accesibles a las agencias de inteligencia de EEUU los mensajes privados de la red global de comunicaciones (internet)". El informe denunció el rol británico como doble agente, espiando a sus socios europeos.

A pesar de estos reparos, EEUU ha continuado expandiendo la supervigilancia de ECHELON en Europa, en parte debido al incrementado interés en espionaje comercial, para descubrir información industrial que pudiera darle a las corporaciones estadounidenses una ventaja sobre rivales extranjeros.

Expertos de seguridad alemanes descubrieron hace unos años que ECHELON estaba comprometido en un voluminoso espionaje comercial en Europa. Las víctimas incluían a algunas firmas alemanas como Enercon. En 1998, Enercon desarrolló lo que creía una invención secreta, que permitía generar electricidad de la energía eólica, a unos costos mucho más bajos que antes. Sin embargo, cuando la compañía intentó mercadear su invención en Estados Unidos fue confrontada con su rival estadounidense, Kenetech, que anunció que ya había patentado un desarrollo casi idéntico. Kenetech suministró una orden de la Corte contra Enercon, prohibiéndole vender sus equipos en EEUU. En una extraña revelación pública, un empleado de la NSA que no quiso identificarse aceptó que apareciera su silueta en la televisión alemana revelando cómo había robado los secretos del laboratorio de investigación de Enercon y de su unidad de producción a 12 millas de distancia. Planos detallados del invento de la compañía fueron traspasados a Kenetech.

En 1994, Thomson S.A., ubicada en París, y Airbus Industrie, basada en Blagnac Cedex, Francia, perdieron también lucrativos contratos, arrebatados por rivales estadounidenses apoyados en información encubierta recolectada por la NSA y la CIA. Las mismas agencias espiaron también a representantes japoneses durante las negociaciones con Estados Unidos en 1995 sobre el comercio de autopartes.
La industria alemana se ha quejado de que está en una posición particularmente vulnerable porque su gobierno prohibe a sus servicios de seguridad adelantar un espionaje industrial similar. "Los políticos alemanes todavía sostienen la idea bastante ingenua de que los aliados políticos no deben espiarse los negocios entre sí. Los estadounidenses y los británicos no tienen este tipo de fantasías", decía en 1999 el periodista Udo Ulfkotte, especialista en espionaje industrial europeo.

El mismo año, Alemania demandó que Estados Unidos retirara tres operadores de la CIA por sus actividades en Alemania, que envolvían espionaje económico. El informe de noticias afirmó que los alemanes "han sospechado desde hace tiempo de las capacidades de espionaje del enorme radar y el complejo de comunicaciones de EEUU en Bad Aibling, cerca de Munich", que es de hecho una estación de intercepción de la NSA. "Los estadounidenses nos dicen que es usado únicamente para monitorear comunicaciones de enemigos potenciales, pero ¿cómo podemos estar completamente seguros de que no están recogiendo pedazos de información que consideramos que deben permanecer totalmente secretas?" preguntaba un funcionario alemán de alto rango. Probablemente se les ha dicho la misma historia a los funcionarios japoneses acerca de las más de doce bases de inteligencia de señales que Japón ha permitido ubicar en su territorio.

En su búsqueda de acceso a más y más información privada, la NSA, el FBI y otros componentes del Establecimiento de seguridad nacional han estado comprometidos por años en una campaña para requerir que los productores y operadores de telecomunicaciones estadounidenses diseñen sus equipos y redes para optimizar la habilidad de las autoridades para interceptarlos. Algunas personas enteradas en esta industria dicen que creen que algunos aparatos de EEUU aprobados para exportación contienen "puertas traseras" [back doors] para la NSA (también llamadas "puertas trampa" [trap doors]).
Estados Unidos ha estado tratando de persuadir también a países de la Unión Europea de permitir colocar "puertas traseras" en los programas criptográficos, argumentando que esto es para servir a las necesidades de las agencias que buscan el cumplimiento de la ley. Sin embargo, un informe publicado por el Parlamento Europeo en mayo de 1999 afirmaba que los planes de Washington de controlar el software de criptografía en Europa no tenía nada que ver con el cumplimiento de la ley y todo que ver con el espionaje industrial de EEUU. La NSA ha despachado también a agentes del FBI en misiones de allanamiento para apoderarse de libros de códigos en instalaciones extranjeras en territorio de Estados Unidos, y oficiales de la CIA reclutan por fuera del país funcionarios de comunicaciones extranjeros y compran sus códigos secretos, de acuerdo a veteranos oficiales de inteligencia.

Por décadas, comenzando en los 50, la compañía suiza Crypto AG vendió la más sofisticada y segura tecnología de criptografía del mundo. La firma respaldaba su reputación y las preocupaciones de seguridad de sus clientes en su neutralidad en la Guerra Fría y en cualquier otra guerra. Sus países clientes —unos 120 entre todos, incluyendo a los principales objetivos de la inteligencia de EEUU, como Irán, Irak, Libia y Yugoeslavia— confiando en que sus comunicaciones estaban protegidas, enviaban mensajes desde sus capitales a sus embajadas, misiones militares, oficinas comerciales y refugios de espionaje alrededor del mundo, via télex, radio y fax. Mientras tanto, debido a un acuerdo secreto entre la compañía y la NSA, estos gobiernos habían estado enviando los mensajes también a Washington, sin codificar. Como sus máquinas Crypto AG habían sido modificadas antes de vendérselas, cada vez que las usaban su clave de acceso aleatorio era transmitida automática y clandestinamente junto con el mensaje cifrado. Los analistas de la NSA podían leer los mensajes tan fácilmente como leían el periódico de la mañana.

En 1986, debido a las declaraciones públicas concernientes a la bomba en la discoteca La Belle en Berlín Oeste, los libios comenzaron a sospechar que algo estaba podrido con las máquinas de Crypto AG y se pasaron a otra firma suiza, Gretag Data Systems AG. Pero parece que la NSA tenía también esta base cubierta. En 1992, después de una serie de circunstancias sospechosas sobre los años anteriores, Iran llegó a una conclusión similar a la de Libia y arrestó a un empleado de Crypto AG que estaba en el país en viaje de negocios. Finalmente se pagó rescate por él, pero el incidente fue bien conocido y el fraude comenzó a desenmarañarse de verdad.

En septiembre de 1999 fue revelado que la NSA había arreglado con Microsoft que se colocara "claves" especiales en el software de Windows, en todas las versiones desde la 95-OSR2 en adelante. Un científico de computadores estadounidense, Andrew Fernandez, de Cryptonym en Carolina del Norte, desensambló partes del código de instrucciones de Windows y encontró la prueba reina: los desarrolladores de Microsoft no habían removido los símbolos de depuración que habían usado para probar este software antes de lanzarlo al mercado. Dentro del código había etiquetas para dos claves. Una fue llamada "KEY" ["CLAVE"]. La otra fue llamada "NSAKEY". Fernandez presentó sus hallazgos en una conferencia a la que asistieron también algunos desarrolladores de Windows. Los desarrolladores no negaron que la clave NSA estuviera dentro de su software, pero rehusaron hablar acerca de lo que hacía la clave o por qué había sido puesta ahí sin conocimiento de los usuarios. Fernandez dice que la "puerta trasera" de la NSA en los sistemas operativos más comunes hace "mucho más fácil al gobierno de EEUU acceder a tu computador".

En febrero de 2000, fue revelado que la delegación de asuntos estratégicos (DAS), el arma de inteligencia del ministerio de defensa francés, había preparado un informe en 1999 que también afirmaba que la NSA había ayudado a instalar programas secretos en el software de Microsoft. De acuerdo al informe del DAS "parecería que la creación de Microsoft fue apoyada en gran medida, si es que no financiada, por la NSA, y se hizo que IBM aceptara el sistema operativo MS-DOS [de Microsoft], por la misma administración". El reporte afirma que había habido una "fuerte sospecha de falta de seguridad, alimentada por rumores insistentes acerca de la existencia de programas espías en Microsoft, y por la presencia de personal de la NSA en el equipo de desarrollo de Bill Gates". El Pentágono, decía el reporte, era el mayor cliente de Microsoft en el mundo.

En años recientes hubo revelaciones acerca de que en la cuenta regresiva de su invasión a Irak en 2003 Estados Unidos había espiado al secretario general de la ONU, Kofi Annan, a inspectores de armas de la ONU, y a todos los integrantes del Consejo de Seguridad de la ONU durante el período en que estuvieron deliberando sobre qué acciones emprender en Irak.

Es como si el Establecimiento de seguridad nacional estadounidense sintiera que tiene el derecho inalienable de espiar; como si hubiera habido una enmienda constitucional, aplicable al mundo entero, diciendo que "el Congreso no legislará para disminuir la libertad del gobierno para interceptar las comunicaciones personales de cada uno". Y como si la Cuarta Enmienda hubiera sido transformada para decir: "El derecho de los habitantes de que sus personas, domicilios, papeles y efectos se hallen a salvo de pesquisas y aprehensiones arbitrarias, será inviolable, excepto en casos de seguridad nacional, real o supuesta" (Nota 2. Ver Rogue State: A Guide to the World's Only Superpower, capítulo 21, para las notas correspondientes).

El mayor informante [whistleblower] de todos los tiempos: Philip Agee

Antes que Edward Snowden, William Binney y Thomas Drake... antes que Bradley Manning, Sibel Edmonds y Jesselyn Radack... fue Philip Agee. Lo que Agee reveló es todavía la más alarmante e importante información acerca de la política exterior de EEUU que cualquier informante del gobierno estadounidense haya revelado jamás.
Philip Agee trabajó 12 años (1957-69) como oficial de caso de la CIA [Nota del traductor: según Wikipedia, un oficial de caso es un oficial de inteligencia que está entrenado como especialista en la administración de agentes y redes de agentes; son empleados oficiales de los servicios de inteligencia], en su mayor parte en América Latina. Su primer libro, Inside the Company: CIA Diary [Dentro de la Compañía: diario de la CIA], publicado en 1974 —un trabajo pionero sobre los métodos de la Agencia y sus devastadoras consecuencias— apareció en cerca de 30 idiomas alrededor del mundo y fue un best seller en muchos países; incluyó un apéndice de 23 páginas con los nombres de cientos de operadores y organizaciones encubiertos de la Agencia.

Bajo manipulación, dirección y frecuentemente financiamiento de la CIA, estaban presidentes anteriores y del momento, de México, Colombia, Uruguay y Costa Rica, "nuestro ministro del trabajo", "nuestro vice-presidente", "mi policía", periodistas, líderes sindicales, líderes estudiantiles, diplomáticos y muchos más. Si la Agencia quería diseminar propaganda anticomunista, provocar disensos en sectores de izquierda o expulsar personal de embajadas comunistas, sólo necesitaba preparar algunos documentos falsos, presentarlos a los ministros de gobierno y periodistas apropiados, y ¡listo! Escándalo instantáneo.

El propósito de Agee al identificar a todos estos individuos era muy simple: hacerle a la CIA tan difícil como fuera posible continuar haciendo su trabajo sucio.

Una táctica común de la Agencia era escribir editoriales e información noticiosa falsa para ser publicada deliberadamente por medios latinoamericanos sin ninguna indicación sobre la autoría de la CIA o de pagos de la CIA por la publicación. El valor propagandístico de estas "noticias" podía multiplicarse cuando eran retomadas por otras estaciones de la CIA en América Latina y diseminadas a través de las agencias de noticias propiedad de la Agencia o radios de su propiedad. Algunas de esas historias hacían el camino de regreso a Estados Unidos, para ser leídas o escuchadas por estadounidenses desprevenidos.
La seducción a la clase trabajadora tuvo un tratamiento especial. Se crearon organizaciones sindicales por docenas, a veces difícilmente algo más que un nombre en un membrete, y fueron alteradas, combinadas, liquidadas, y otras nuevas creadas otra vez, en un frenético intento de encontrar la combinación adecuada para competir con las organizaciones existentes de orientación izquierdista y desplazarlas del liderazgo nacional.

En 1975 estas revelaciones fueron novedosas e impactantes; para muchos lectores fue la primera pista de que la política exterior estadounidense no era como sus libros de texto de secundaria decían o como el New York Times había reportado.
"Un recuento del trabajo de espía tan completo como el que se haya publicado nunca; un recuento auténtico acerca de cómo opera un 'oficial de caso' estadounidense o británico corriente... Todo esto... presentado con una precisión certera", escribió Miles Copeland, antiguo jefe de estación de la CIA y ardiente enemigo de Agee. (No hay un viejo oficial de la CIA más odiado por el Establecimiento de inteligencia que Agee, ninguno siquiera cerca, en parte por su viaje a Cuba y por el hecho de haber tenido un contacto prolongado con la inteligencia cubana).

En contraste con Agee, Wikileaks se reservó los nombres de cientos de informantes que aparecían en los cerca de 400 mil documentos que liberó sobre la guerra de Irak.

En 1969 Agee renunció a la CIA (y a los colegas que "hace tiempo dejaron de creer en lo que están haciendo").

Mientras escapaba de la CIA y escribía Inside the Company —a veces literalmente corriendo para salvar la vida— Agee fue expulsado de, o no fue admitido en, Italia, Gran Bretaña, Francia, Alemania Occidental, Holanda y Noruega. (Alemania finalmente le dio asilo, porque su esposa era bailarina destacada en el país). El recuento de Agee sobre este período de huída está detallado en su libro On the Run [Prófugo] (1987). Es una lectura estimulante.

Cualquier parte de este informe puede ser divulgado sin autorización, si se atribuye su autoría a William Blum y se coloca un vínculo a la página: www.williamblum.org/aer/read/118.

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