Fuente: El Mercurio
Sabemos quién será el próximo líder del Partido Comunista, pero no si tiene un sueño diferente al americano. Porque si es exactamente igual, entonces necesitamos otro planeta.
THOMAS L. FRIEDMAN The New York Times
Sabemos quién será el próximo líder del Partido Comunista, pero no si tiene un sueño diferente al americano. Porque si es exactamente igual, entonces necesitamos otro planeta.
THOMAS L. FRIEDMAN The New York Times
El 8 de noviembre es la fecha que China estableció
para el 18º Congreso Nacional de su Partido Comunista. Ya sabemos quién será el
próximo líder del partido: el Vicepresidente Xi Jinping. Lo que no sabemos es
lo que importa: ¿Xi tiene un "sueño chino" que sea diferente del
"sueño americano"? Porque si el sueño de Xi para la clase media
emergente de su país -300 millones de personas que se espera que aumenten a 800
millones para 2025- es exactamente como el sueño americano (un gran auto, una
casa grande y Big Macs para todos), entonces necesitamos otro planeta.
Pase una semana en China y verá por qué. Aquí
tenemos un artículo del Shanghai Daily del 7 de septiembre: "Shanghai tal
vez enfrente una escasez de los recursos hídricos si la población continúa
aumentando desmesuradamente... La capacidad actual del suministro de agua de la
ciudad era de unas 16 millones de toneladas por día, lo cual alcanza para
cubrir la demanda de 26 millones de personas. Pero una vez que la población
llegue a los 30 millones, la demanda subirá a 18 millones de toneladas por día,
excediendo la capacidad actual". Shanghai alcanzará los 30 millones de
habitantes en, más o menos, ¡siete años!
"El éxito en el sueño americano", señala
Peggy Liu, fundadora de Colaboración Conjunta Chino-Estadounidense en Energía
Limpia, o Juccce, "solía significar simplemente una casa, una familia de
cuatro personas y dos autos, pero ahora ha escalado a un consumo evidente.
China simplemente no puede seguir ese camino, o despojarán al planeta de recursos
naturales para fabricar todo aquello que los chinos quieran consumir".
Liu, titulada del MIT y ex consultora de la
prestigiosa firma McKinsey, sostiene que hoy los chinos anhelan crear una nueva
identidad nacional, una que funda los valores chinos tradicionales, como el
equilibrio, el respeto y el movimiento continuo, con su realidad urbana
moderna. Ella piensa que la creación de un "sueño chino" sustentable
que rompa el vínculo histórico entre crecimiento del ingreso y el consumo cada
vez mayor podría ser una parte de esa nueva identidad, que podría resonar en
todo el mundo.
Juccce ha estado trabajando con alcaldes y redes
sociales chinas, expertos en sustentabilidad y agencias de publicidad
occidentales para catalizar los hábitos sustentables en la clase consumidora
emergente, redefiniendo la prosperidad personal -algo nuevo para muchos chinos-
como tener "más acceso a mejores productos y servicios, no necesariamente
poseyéndolos, sino también compartiéndolos; así todos obtienen un pedazo de un
mejor pastel".
Eso significa, entre otras cosas, mejores
transportes, espacios públicos y viviendas, con edificios más eficientes en el
uso de energía, como también más oportunidades de aprendizaje y comercio
electrónicos que reduzcan los viajes cotidianos. Enfatizar en el acceso versus
propiedad no es sólo más sustentable, ayuda a mitigar la fricción que surge de
las diferencias entre ricos y pobres. En realidad, Juccce traduce el
"sueño chino" como un "sueño armonioso y feliz" en
mandarín. (Lo "Verde" no vende en China).
Los chinos están más abiertos a esto que nunca.
Hace una década, la actitud predominante era "Hey, ustedes
estadounidenses: ensuciaron por 150 años. Ahora nos toca a nosotros".
Hace algunas semanas estuve en el primer día de
clases del Instituto de Diseño y Planificación Urbana de la Universidad de
Tongji en Shanghai y pregunté a los estudiantes si pensaban aún de esa forma.
La respuesta fue muy diferente. Zhou Lin, un graduado que estudia sistemas
energéticos, aseguró, mientras sus compañeros asentían con la cabeza:
"Puede politizar este tema tanto como quiera, pero, al final, no nos hace
ningún bien". Ya no se trata de justicia, precisó. China es la más
beneficiada si va por una senda de crecimiento "más limpia".
Decir que China necesita su propio sueño no exime a
estadounidenses o europeos de redefinir los suyos. Todos tenemos que
reconsiderar cómo sostenemos a una creciente clase media con ingresos cada vez
más altos en un mundo que se está calentando. De lo contrario, la convergencia
del calentamiento, el consumo y la sobrepoblación significarán un crecimiento
mortal.
El plan quinquenal más reciente de China -hasta
2015- fijó metas de sustentabilidad impresionantes para reducir la intensidad
energética e hídrica por unidad del PIB. Todos estos objetivos son críticos
para la limpieza ambiental del país, pero no son suficientes, sostiene Liu.
Puesto que las ventas minoristas han crecido 17% al año desde 2005 y los
ingresos urbanos 150% en la última década, "el gobierno también debe tener
un plan para encauzar el comportamiento del consumidor hacia un camino
sustentable", agrega. "Pero aún no lo tiene".
Por lo tanto, Xi Jinping tiene dos desafíos muy
diferentes de los que tuvo su predecesor. Tiene que asegurar que el Partido
Comunista siga gobernando -pese a la presión ciudadana por reformas- y eso
exige un crecimiento más alto con el fin de mantener a la población contenta
con el control del partido. Pero también tiene que manejar todos los aspectos
negativos de ese crecimiento; desde las desigualdades de ingresos cada vez más
grandes hasta la contaminación asfixiante y la destrucción medioambiental,
pasando por la migración masiva del campo a la ciudad.
La única forma de conciliar todo eso es con un
nuevo "sueño chino" que enlace las expectativas de prosperidad del
pueblo con una China más sustentable. ¿Xi sabe eso y, si lo sabe, puede mover
el sistema con la rapidez suficiente? Mucho depende de las respuestas a esas
preguntas.
Los chinos anhelan
crear una nueva identidad nacional, una que funda los valores chinos
tradicionales, como el equilibrio, el respeto y el movimiento continuo, con su
realidad urbana.
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