jueves, 27 de marzo de 2014

Chile - Neltume: los cinco conscriptos que acusan al diputado Rosauro Martínez (RN)

PARLAMENTARIO Y EX MAYOR SE JUEGA EL DESAFUERO POR 11 HOMICIDIOS

Neltume: los cinco conscriptos que acusan al diputado Rosauro Martínez (RN)

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En una investigación que ha tomado varios años, el reconocido cronista Cristian Alarcón reconstruyó paso a paso la trama que culminó con la muerte de 11 miristas en la zona cordillera de Neltume en 1981. Entre los testimonios que recogió, impactan los de cinco ex conscriptos que participaron en la Operación Machete y que fueron testigos de la cacería encabezada por el entonces mayor Rosauro Martínez, quien enfrenta en estos días la petición de desafuero por tres homicidios en Neltume. Uno de los oficiales bajo su mando fue Luis Sanhueza Ros, procesado y condenado por varios crímenes de la dictadura.
Muy poco se sabe del pasado del reelecto diputado Rosauro Martínez Labbé (RN), quien aparece como figura protagónica en una de las historias de la dictadura jamás contadas por sus testigos. El entonces capitán de la Compañía de Comandos Nº 8 del Regimiento “Llancahue” de Valdivia fue, según una investigación basada en los testimonios de cinco soldados conscriptos de esa fuerza especial del Ejército, documentos judiciales y entrevistas con sobrevivientes, quien comandó en los alrededores de Neltume una masacre publicitada como un gran triunfo militar en 1981: el aniquilamiento de un destacamento de guerrilleros del MIR que había creado un temerario foco de resistencia a la dictadura de Augusto Pinochet.
Foto tomada por el entonces capitán Rosauro Martínez durante la "Operación Machete" en Neltume.
Rosauro Martínez (63 años), quien acaba de ser reelegido para su sexto período parlamentario, ha negado toda responsabilidad en los hechos, pero los testimonios recogidos en esta investigación entregan detalles hasta ahora desconocidos de su rol clave en la masacre de Neltume. Todo ocurrió en 1981, once años después de que Martínez ingresara al Ejército, cuyas filas abandonó en 1987 con el grado de mayor. Poco después, era premiado por Pinochet al designarlo alcalde de Chillán, la ciudad que hoy representa en el Congreso, cargo que mantuvo hasta 1992, año en que se realizaron las primeras elecciones municipales luego de recuperada la democracia.
Memorial en honor a las víctimas de Neltume
La hoja de vida del mayor (r) Rosauro Martínez entre 1973 y 1987 es un misterio. Lo que sí se sabe con certeza es que la mayor parte del tiempo que sirvió en el Ejército lo hizo en los servicios secretos. Lo que aprendió en su paso por la Escuela de Las Américas, centro de entrenamiento antisubversivo estadounidense en Panamá, lo utilizó a cabalidad no sólo en la masacre de Neltume. CIPER escuchó un testimonio que da cuenta de su rol también protagónico en uno de los grupos más secretos de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) en los años 80.
Los misterios también han rodeado la masacre de Neltume. Oficialmente cobró 11 víctimas, pero los testimonios recogidos en esta investigación dan cuenta de otros muertos, los que habrían sido campesinos de la zona. A medida que se entrevistan testigos, el número de cadáveres vistos por los soldados no coincide con las listas oficiales. Es necesario entonces que la justicia despeje la identidad de esos muertos que nadie quiso ni pudo denunciar en esa zona cordillerana de extrema pobreza.

LA REFORMA AGRARIA EN EL ORIGEN

El Movimiento Campesino Revolucionario, brazo rural del MIR, tuvo un rol protagónico en el proceso de toma de fundos madereros en la zona de Neltume (a unos 900 kilómetros de Santiago), durante el gobierno de Salvador Allende. Entre diciembre de 1968 y septiembre de 1973 un grupo de militantes de la Universidad Austral de Valdivia hizo un trabajo que logró sumar a los campesinos y trabajadores del Complejo Forestal Panguipulli (con más de 360 mil hectáreas en la zona) al proceso de expropiación que propició la Reforma Agraria. Entre esos trabajadores uno se ganó la fama:Comandante Pepe lo llamaron. Su nombre era Gregorio José Liendo Vera y fue fusilado en octubre del ’73, junto a otros 11 dirigentes de los 22 fundos expropiados a sus dueños por el gobierno de la Unidad Popular, en el polígono de tiro del Regimiento Llancahue, tras un Consejo de Guerra.
Ocho años más tarde, en ese mismo regimiento, unas cuatro hectáreas rodeadas de un pantano al que en la zona llaman Hualve, el entonces oficial de Ejército Rosauro Martinez Labbé entrenó a los conscriptos que integrarían la base de la Operación Contraguerrilla Machete, nombre que recibió la expedición en busca del grupo mirista.
La rebelión de Neltume -liderada por el Comandante Pepe- mereció especial dedicación de los militares y empresarios madereros y agrícolas que llegaron al poder con Pinochet. No hubo tregua en esa zona para la represión política. Quienes participaron en la Reforma Agraria, o fueron asesinados o pasaron por la tortura y la cárcel o lograron partir al exilio. Algunos de sus líderes más jóvenes lograron escapar a distintas ciudades de Europa, en Holanda, Suecia y Francia. Allí estaban en 1978 cuando fueron convocados por la dirección del MIR a una reunión en Praga donde se les notificó que serían protagonistas de la Operación Retorno.
Inspirados en la guerra de Vietnam, los miristas intentaron levantar un foco guerrillero en Neltume.
Esa decisión de la cúpula del MIR formaba parte de otras estrategias, diseñadas tanto en la Unión Soviética como en Cuba y que propiciaban la creación de zonas revolucionarias en América Latina. En Chile, Miguel Enríquez, el líder del MIR asesinado en 1974, impulsó un Movimiento de Resistencia Popular que debía sumar a los distintos partidos y movimientos de izquierda y hasta el progresismo de la Democracia Cristiana. La idea –explica el doctor en historia Robinson Silva en su libroResistentes y clandestinos, la violencia política del MIR en la dictadura profunda (1978-1972)-era que ese movimiento fuera capaz de “conectar la vanguardia con las masas”, para “crear así un ejército revolucionario que enfrentara  la dictadura”.
Parte medular de la Operación Retorno era el aterrizaje clandestino de un grupo selecto de militantes del MIR en Nahuelbuta; mientras otros se instalarían en otras ciudades como Santiago, Valparaíso y Concepción. A pesar de la convicción que se desprende de los documentos elaborados por la dirección del MIR para el retorno a Neltume, el destino de la misión sería muy distinto.

ELEGIDOS PARA UNA CACERÍA

Los soldados que fueron entrevistados para esta investigación son hoy hombres de 52 años. Nacieron casi todos en 1961. Ese fue el grupo generacional que el entonces teniente Mario De Toro Gallardo llegó a seleccionar al gimnasio fiscal de La Unión, en marzo de 1981: hijos de familias campesinas de los alrededores de Paillaco, Río Bueno y Puerto Nuevo. El año anterior, en esa zona no había habido reclutamiento. Por eso, la mayoría de los conscriptos tenía 19 años. En el gimnasio de esa ciudad tranquila de unos 45 mil habitantes y casas de madera, se los hizo desnudar y correr ante la mirada atenta de los oficiales que fueron seleccionando a los más fuertes. Uno de ellos, lo llamaremos el conscripto E, recordó en el living de su casa los ojos verdes e intensos del teniente De Toro:
-Yo tenía en esa época unos lindos mostachos. El teniente me miró y me dijo: “Tú te vas a ir con nosotros y allá yo te voy a cortar esos bigotes”.
La promesa sutil del teniente De Toro fue una suave introducción a lo que a partir de ese momento vivirían los conscriptos escogidos:
-De entrada conocimos lo que era estar activo todo el tiempo. Un minuto tranquilo, sin hacer algo, cualquier cosa, y llegaba el palmazo. Porque pestañeabas en la guardia, porque no hacías lo que se esperaba, porque demorabas, porque estaba mal puesto el uniforme, por cualquier cosita venían los castigos –cuenta uno de los ex conscriptos.
Los relatos se repiten con las mismas palabras y hasta con los mismos tonos e inflexiones. Hablan parecido, lo hacen en sus casas, en una leñera, en un patio o arriba de un auto. Muchos de ellos rechazaron tajantes hablar de la historia que no olvidan. Pero algunos optaron por recordar. Todos piden que sus nombres no se escriban. Eran 130 y quieren fundirse en ese número, a pesar de que todos los nombres les quedaron grabados: los de sus instructores, los de los militares que los torturaron, de los que los condujeron en la montaña y los que mataron a los guerrilleros.
Todos esos nombres van saliendo de sus bocas. Y entre todos ellos se repiten los de Arturo Sanhueza Ros (más conocido en la CNI como El Huiro, condenado y procesado por varios asesinatos, ver detalle de sus condenas), Mario de Toro Gallardo, Iván Fuentes Sotomayor, Claudio Peppi Oneto (integrante de la DINA desde sus inicios), Sergio Aguilera, Hilario Nahuelpán Huayquimil, José Miguel Basaúl, Julio Arellano Garamund y Eduardo Inostroza. Y todos vieron en la montaña la sombra del conductor de la Operación Machete, que luego dio paso a la Operación PilmayquénRosauro Martinez Labbé, el capitán.
-La experiencia de nosotros quedó por años en silencio. Nadie más habló de lo que pasó. Yo traté de buscar material de los instructores que teníamos en ese tiempo. No hay nada. Traté de buscar en los documentos al teniente Mario de Toro Gallardo. No sale nada. Al único que encontré es al actual diputado por Chillán que fue nuestro capitán: Rosauro Martínez Labbé –cuenta uno de los ex conscriptos.
Rosauro Martínez
Este ex conscripto es hijo de un sindicalista. Ha sido un guía honesto y cuidadoso para contactar a sus compañeros de la Compañía de Comandos, amortiguando el recelo que se les ha pegado a la piel. Los conoce a casi todos. Se han ido intercambiando miradas y palabras durante estos años en funerales y también en bodas y bautizos. Se han encontrado en las esquinas de Osorno o Valdivia, en buses y en las iglesias evangélicas de las que muchos se hicieron fieles después de haber abandonado el alcohol en el que algunos cayeron cuando dejaron la conscripción. Esta búsqueda de la memoria de los soldados de Neltume comenzó hace ya tres años, cuando este cronista comenzó la investigación para un libro, aún en proceso, que intenta reconstruir los hechos.

ELEGIDOS PARA MORIR

Los guerrilleros del MIR eran sobre todo jóvenes. Cinco de ellos habían sido obreros madereros en el Complejo Panguipulli y más tarde partieron al exilio. René Bravo (25 años), Julio Riffo (30), Próspero Guzmán (27) y Juan Ojeda (27), vivieron en Holanda; José Monsalve (27), en Canadá; Raúl Obregón (31), en Suecia; Pedro Yáñez (31), había nacido en Constitución y venía de Francia.
Dos de los hombres enviados a Chile vía Neuquén (Argentina) para instalarse en la montaña -Luis Quinchalí (38) y José Campos (30)- eran de Temuco. Quinchalí, vino de Holanda y Campos, de Noruega. Ambos fueron detenidos por gendarmes argentinos. De la lista de once miristas muertos en Neltume, son los únicos que no cayeron bajo la metralla del destacamento comandado por Rosauro Martínez. Sus compañeros creen que fueron entregados a militares chilenos. Aún están desaparecidos.
Patricio Calfuquir (28) era originario de Pitrufquén  y Miguel Cabrera (30), jefe de todo el grupo, de Temuco. Cabrera, más conocido como Paine, había vivido dos años en una ciudad holandesa cercana a Utrech.
El grupo partió desde París hacia Cuba en marzo del ‘79, en varias tandas.  Allí se entrenaron con las técnicas vietnamitas para guerrilla rural. Fueron 25, la mayoría hombres, aunque hubo algunas pocas mujeres en lo que muy pronto se llamó Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro. Allí forjaron el temple y aprendieron, entre otras cosas, a cavar refugios en la tierra: los “tatús”. La historia está contada en clave épica por algunos de los sobrevivientes en un libro de buena prosa: Guerrilla en Neltume. Una historia de lucha y resistencia en el sur chileno. Lo editó Lom. Y lo firma el Comité Memoria Neltume.
Algunos sobrevivientes no suscriben todo lo que el libro cuenta. Entre otros, Elsa, la única mujer que estuvo durante meses en la montaña y que bajó del campamento antes de que irrumpieran los militares de media docena de divisiones armados para la guerra. Las diferencias y matices con la historia que se ha contado están relacionadas con la responsabilidad de los jefes miristas que orquestaron la Operación Retorno. Y con el escaso apoyo material, político y humano que tuvieron los que se aventuraron en Neltume.
Dos datos se repiten en los testimonios de los escasos sobrevivientes: nunca se les permitió armarse y tampoco se los dejó tomar contacto con los campesinos de la zona. Las dos instrucciones perentorias fueron a la postre clave en la derrota y sirven para comprender el nivel de debilidad con el que los guerrilleros se enfrentaron al Ejército.
En febrero de 2007, el jefe de la que fuera la comisión militar del MIR, Hernán Aguiló, hizo un mea culpa en La Nación Domingo, en el que reconoce que la arriesgada apuesta militar de crear un foco guerrillero en Neltume tuvo gravísimos costos humanos para cientos de combatientes idealistas. “Fue un acto de voluntarismo de todos nosotros plantear que el MIR no debía asilarse. Y Miguel Enríquez vanguardizó ese proceso”, dijo Aguiló. El mayor error cometido, afirmó, fue “organizar el apoyo logístico en forma de fachada sin inserción en la masas. Los errores fueron de tal magnitud que a veces la base social de apoyo era el familiar de un detenido desaparecido. Éste es el caso de Neltume”.
El dirigente del MIR Miguel Enriquez
Cuando el sábado 27 de junio de 1981 una patrulla de la Compañía de Comando Nº8 del Regimiento Llancahue, enviada por Rosauro Martínez Labbé, los descubrió cerca del Lago Quilmo, los 12 miristas que se encontraban en el campamento no tuvieron más que correr en bandada hacia las quilas alrededor de las carpas, y escapar a punta y codo. Solo Miguel Cabrera, y su segundo, Raúl Obregón, sabían que los fusiles FAL y las municiones –escasas como la comida– estaban en uno de los siete tatús que lograron construir a un día de marcha rápida, en otro rincón de la fría, nevada y arisca montaña.

UN MUERTO EN BUSCA DE IDENTIDAD

Al inicio de esta investigación, parecía improbable que ese hombre muerto de un tiro en la cabeza, al que los jefes exhibían a fines de junio del ’81 cuando los soldados iban llegando a la montaña, hubiera existido. Porque los militares demoraron 63 días hasta lograr atrapar el 29 de agosto a dos de los miristas: René Bravo y Julio Riffo, y sólo el 13 de septiembre acribillaron al primer guerrillero. Durante ese lapso los militares acosaron a los pobladores de la zona y los torturaron para que revelaran el paradero de los buscados: creían que el grupo del MIR había hecho contacto con ellos y se sostenían arriba enmontañados gracias a la ayuda de éstos. Es probable entonces que ese muerto exhibido por los jefes a los conscriptos haya sido un campesino al que nadie nunca reclamó y que, por esa misma razón, no figura ni en las nóminas de víctimas del Informe Rettig ni en las listas de detenidos desparecidos.
Al cabo de las entrevistas con cinco soldados, nos asiste la certeza de que ese muerto no coincide con ninguno de la lista de miristas abatidos en esa operación. Todos lo vieron. Verlo era el bautismo para comenzar la acción del Operativo Machete. A medida que se cotejan los testimonios de los soldados, surgen nuevas víctimas. Al contar los caídos, sobran muertos.
El ex conscripto A tiene una memoria poderosa: guarda detalles que sorprenden a sus dos compañeros, a quienes llamaremos B y C. Sentado a la mesa en la casa de uno de ellos, en Paillaco, recuerda la Casa Hilton, o Rancho Hilton, como llamaron a la base de operaciones que se instaló en la montaña, en Remeco Alto, entre Neltume y Liquiñe. Allí también estaba el río en cuyas frías aguas los obligaban a bañarse en pleno invierno para mantener la moral alta. Justamente ahí estaba apostado un día el ex conscripto A, haciendo guardia con otro soldado, entre las tres y las cuatro de la tarde:
-Lloviznaba, hacia mucho frío, y a la distancia vimos que traían a la rastra a un hombre, atado de las manos o el cuello a un caballo negro. Lo amarraron a un árbol. Venía ya herido, mordido por un perro. Solo me recuerdo su rostro de dolor y la voz de mando con la que le ordenaban al perro pastor alemán que lo atacara.
Portada de El Rebelde alusiva al intento guerrillero de Neltume.
El relato de A coincide con el de otros dos conscriptos que en distintos momentos vieron al campesino que era interrogado mientras era mordido por el perro. Otro soldado lo vio llegar al regimiento en Valdivia. Allí habría muerto.  “El perro era de la CNI de Valdivia, le decían Casán”, dice el ex conscripto, quien de inmediato lanza el humor campesino: “Nos reíamos de ese perro: en las patrullas quedaba pataleando en el aire, colgando de las quilas, ya que las cortábamos con el machete más alto que la altura de sus patas”.
Mientras el Ejército torturaba campesinos tratando de conseguir datos para ubicar a los doce miristas que escaparon el 27 de junio, los guerrilleros, divididos en un grupo al mando de Miguel Cabrera y el otro al mando de Patricio Calfuquir, escapaban con un solo objetivo: llegar a los fusiles y la poca comida que guardaban en dos tatús acondicionados durante ese año que llevaban en la montaña.
Las primeras exploraciones del destacamento guerrillero fueron en febrero de 1980, y los primeros campamentos se instalaron en julio de ese año. En agosto llegó un contingente y, finalmente, en octubre se enmontañó Cabrera, el Paine.
Los problemas habían ido en aumento sobre todo por la dificultad para aprovisionarse de alimentos: a medida que se internaban en la cordillera, la comida quedaba más atrás. El estómago de los guerrilleros comenzó a achicarse. También el grosor de sus cuerpos. El gasto de energías para moverse por esas montañas era superior al que habían consumido en el campamento cercano a La Habana donde se entrenaron con calor cubano. Pero ninguna privación vivida por ellos antes pudo darles la idea del frío y el hambre que llegarían a sufrir cuando fueron descubiertos por los militares y en tan solo un segundo perdieron el abrigo, los pertrechos, los mapas y todos los alimentos.
Treinta y dos años más tarde, los ex conscriptos reunidos en Paillaco también hablan de comida al recordar el entrenamiento en la Compañía de Comandos. El primer mes conocieron ellos también un hambre espantosa, además del carácter de cada instructor y su peso específico al pegar con la palma abierta, con la culata del fusil o con el puño. El día que recibieron visita por primera vez los advirtieron: apenas podían tocar la comida que sus madres les habían preparado. Ninguno hizo caso. Los 130 se dieron una bacanal de empanadas, de chancho, de patos y pollos de sus propios gallineros, de calzones rotos, de mote con huesillos, de leches asadas, de torta de milhojas. Cuando sus madres se fueron y volvieron a las barracas, escucharon el grito de los tenientes al mando de Rosauro Martínez. Cuerpo a tierra. Punta y codo. Abdominales. Cien. Fuerzas de brazo. Saltos de rana. Cien. Hasta que cada uno de los conscriptos no hubo vomitado todo lo que había comido, no pararon. Los instructores de Rosauro eran tipos duros, formados como él en las técnicas estadounidenses con que se formaron los soldados que habían ido a perder a Vietman. Y repetían el método.
El ex conscripto A suele soñar con un campesino al que le tocó vigilar mientras lo torturaban:
-Un día nos encontramos a un campesino en el sector norte de Remeco Alto, para el lado del Lago Quilmo. Venía a caballo con un quintal de harina en el lomo. Lo tomamos prisionero con el tenienteClaudio Peppi Onetto. Se le ordenó bajar del caballo y cuando se le pidió la identidad, uno de los apellidos concordaba con uno de los que buscaban. Lo llevamos a Remeco, a una zona donde hay galpones. Le pasaron una pala y le ordenaron que empezara a cavar, que si no hablaba y decía donde estaban los otros, ahí mismo lo iban a enterrar. Él no decía nada. No sabía nada. Era un campesino no más. Cavaba y lloraba en silencio. Nos obligaron a darle mantequilla de maní, que venía en las raciones NA del Ejército (insumos estadounidenses), y galletas de agua. Debía comer la mezcla y tragar rápido, y entre su llanto y comer, se le gastaba la saliva y se ahogaba. Al hombrecito al final se lo llevaron y ya no supimos lo que pasó con el.

EL FRIO QUE AMPUTA

Faltaban días y noches de frío y hambre para el final. Las muertes se sucederían sin pausa después del 29 de agosto. Dos mil hombres entrenados para la guerra –la Compañía de Comando de Martínez Labbé, los de la Unidad Anti Terrorista (UAT) conducida por el capitán Conrado García(procesado por tres de los homicidios de Neltume), los del Regimiento Cazadores, los del Maturana, los de la Brigada Azul de la CNI (creada especialmente para eliminar al MIR)– no habían podido a lo largo de 63 días ni siquiera herir a uno de los doce guerrilleros. La montaña se los había tragado.
Si los guerrilleros no hubieran persistido en su aventura, si no hubieran creído que aún deshechos y debilitados como estaban podrían conseguir ayuda de sus jefes en Santiago para resistir, habrían podido volver caminando a la Argentina, o se hubieran ido desplazando de a poco hacia “el llano”, como le dicen allá arriba a la tierra menos escarpada que desciende hacia Panguipulli, Temuco y Valdivia.
Perdidos en dos patrullas, los del Toqui Lautaro se lograron reunir finalmente en uno de los refugios 42 días después de que los descubrieran. Habían podido hacerse de los fusiles que Paine guardaba en un tatú, pero en las reservas había apenas un par de kilos de arroz, una bolsa de porotos y algo de leche en polvo. Comieron durante semanas una especie de sopa en la que a cada uno le tocaban diez porotos. Y luego, como postre, una cucharadita de azúcar. El hambre los adelgazó hasta los huesos y les quitó las defensas; se enfermaron. El frío gangrenó un pie de Pedro Yáñez hasta que hubo que amputárselo con una cortaplumas. A varios los comenzó a devorar el “pie de trinchera”: una infección que viene con las bajas temperaturas y ataca los dedos. En la bota de Yáñez, que supuraba a cada paso, los demás veían su propio destino. Todos los sobrevivientes coinciden: ni en el más doloroso de los momentos hubo quejas.
A fines de agosto se decidieron: cinco de ellos debían bajar a buscar ayuda. Se dividieron en dos grupos: tres por un lado, y Riffo y Bravo por otro. Mientras el trío logró sortear los pueblos y llegar a Temuco, los otros dos avanzaron sin problemas hasta Huellalhue, un paraje antes de Lanco. El hambre los empujó hacia el enemigo. Pidieron comida en una casa de campo. Los lugareños los ayudaron. Les recomendaron un rincón cercano para descansar. También les avisaron a los carabineros. Sólo tenían una pistola con un cargador. No llegaron a usarla. Detenidos fueron llevados a Lanco y luego a Valdivia. Dos soldados aseguran haberlos visto allí, porque debieron custodiarlos cuando los encerraron en unas piezas. Después, vieron cuando se los llevaron en un helicóptero.
Museo de Neltume.
–Nadie duda de que fueron trasladados por la CNI a Santiago para ser torturados. Es casi lo único de lo que no tenemos pruebas. Pero un mirista que fue luego interrogado por los mismos torturadores contó que a él le decían que había hablado muy pronto, no como sus compañeros de Neltume a los que tuvieron que darles duro muchos días hasta que los quebraron –cuenta una fuente que conoce bien la trama de esta historia.
No es necesario detallar la crueldad de los interrogatorios de la CNI. Los jóvenes Riffo y Bravo conocieron todos los matices del dolor. Y en esas condiciones fueron llevados de regreso a Neltume para guiar los pasos de los que buscaban a sus compañeros que allá esperaban por ayuda. Los militares sabían que sin tortura no había chance de llegar al resto. El fracaso de su acción militar masiva era impresentable ante el alto mando del Ejército. A tal punto la detención de Bravo y Riffo cambió las cosas, que la Operación Contraguerrillera Machete terminó el 29 de agosto. Y entonces comenzó la Operación Pilmayquén.

LA CNI EN LA CACERÍA

En la causa que investiga Emma Díaz, la ministra en visita extraordinaria de la Corte de Apelaciones de Valdivia (Rol 1675-2003), se acumulan los testimonios de algunos militares que participaron del operativo. Al menos tres admiten lo mismo que asegura el conscripto E, sólo que omiten datos:
–Nos llevaron a unas cabañas de las Termas de Liquiñe. Ahí estábamos una patrulla de la Compañía de Comandos –al mando de Mosquetón (Rosauro Martínez)– con la CNI. Y ahí tenían a dos hombres jóvenes. A esos dos cabros los sacaban a buscar a sus compañeros a la montaña –contó a CIPER el ex conscripto E.
A ese testimonio se suma el del ex conscripto D, entrevistado en La Unión hace dos años: “En septiembre, a los dos los tuvieron varios días caminando por la montaña para que se encontraran con sus compañeros guerrilleros. A uno lo ataban con un lazo a la cintura y lo largaban varios metros adelante. Así fue como terminó encontrando a los otros y uno de ellos salió muerto”.
Lo que vino es uno de los pasajes más difíciles de reconstituir de esta historia. El 13 de septiembre uno de los jóvenes en manos de Mosquetón y la CNI no pudo evitar el encuentro con sus compañeros, los mismos que habían decidido varias semanas antes que ellos dos y otro grupo de tres partirían hacia el llano a buscar ayuda. Los que quedaban en la montaña, desesperados por el hambre y la enfermedad, esperaban la ayuda de la dirección del MIR. El joven guerrillero silbó el canto de un pájaro austral tal como estaba acordado. Los demás le salieron al encuentro. Y la balacera comenzó. Los fusiles y las ametralladoras del Ejército dispararon. Los del MIR eran dos: respondieron, pero sobre todo intentaron escapar. La superioridad de fuerza de los militares era total. Aún así la emboscada no fue exitosa: sólo le dieron a uno. Allí mataron a Raúl Obregón Torres.
El resto del destacamento mirista siguió avanzando. Pedro Yáñez Palacios ya no quiso seguir: la amputación no le había frenado la infección. Bajo el tronco de un árbol que hacía de escondite, se quedó con un fusil FAL y un cargador. Pasó allí varios días. Al final desvariaba de dolor. Lo escuchó una patrulla que conducía el teniente Mario de Toro Gallardo. El ex conscripto E, el mismo que conoció desde el inicio el rigor de Toro Gallardo, cuenta que fue ese teniente el que casi lo seccionó con su ametralladora. Con Yáñez, ya eran dos los abatidos.
De Toro es otro de los jefes militares que, como a Rosauro Martínez, los soldados no han podido olvidar. No solo por esa ráfaga que casi partió en dos el cuerpo ya desmembrado de Yáñez. Casado con una ex reina de Valdivia, su porte imponente, su pelo rubio y sus grandes ojos verdes que miraban fijo al frente, impactaban menos que las cicatrices que exhibía en sus manos y que hasta hoy causan escalofríos en los ex conscriptos. Un accidente en moto, uno de sus hobby favoritos, estaba en el origen y no las ocultaba. Sabía el efecto que causaba con sus grandes manos en los soldados a quienes comandaba, como también sus exuberantes bíceps.
–Parecía un actor de cine. Esa fue la impresión que nos dejó cuando nos vino a reclutar a La Unión. Era impresionante verlo dar órdenes ese primer día que nos recibió en el gimnasio. Mi última imagen de él es dando ordenes en una de las últimas semanas que estuve en la cordillera. Fue en un campamento cerca de Choshuenco. Era bien loco pero debo decir que al soldado lo miraba con cierta humanidad. Era loco, como Bruce Willis en Duro de matar… –dice otro de los ex conscriptos.

ROSAURO Y EL BAQUEANO

Cuando Pedro Yáñez fue asesinado, el capitán Rosauro Martínez seguía todo el desarrollo de la operación desde la casa del baqueano que los guiaba por la montaña: Juan de Dios Peña, un hombre ya mayor al que los militares le decían Tata. Entrevistado por María José Flores, profesora de Historia de la Universidad de Los Lagos, autora de una tesis de lo ocurrido en Neltume, su hijo, Israel Enrique Peña Patiño, recordó al entonces joven Rosauro Martínez:
–El capitán Martínez era el que mandaba. Por el hecho de que mi papá trabajara con ellos había una protección especial sobre nosotros, nos cuidaban en la noche.
Israel Peña estaba en primero básico y sabe que era primavera porque los incidentes fueron después de la última nevada de ese año. Martínez pasaba mucho tiempo en su casa a la espera de que sus hombres dieran con los guerrilleros. En agradecimiento, el propio Martínez visitó al Tata Peña un año después y le llevó de regalo una fotografía en la que se ve al baqueano rodeado de soldados marchar por la montaña. Así recuerda ese momento: “El capitán se encargó de tomar la foto y de regalársela a mi papá.  Le dijo: ‘Tata, aquí le traigo un recuerdo para que nunca se olvide de su trabajo en Neltume’”.
En esa visita, Martínez le ofreció al baqueano una casa amoblada, una jubilación y estudio para su hijo, el niño al que le había enseñado a leer. Pero Juan de Dios Peña no quiso. “No aceptó, porque ser guía tampoco fue algo que él hizo de buena voluntad, sino que fue ‘voluntariamente obligado’, como mi papá solía decir”, relató su hijo.
Durante seis periodos Rosauro Martínez ha sido diputado por RN.
Israel Peña también recuerda que en septiembre del ‘81, cuando algunas nevadas todavía blanqueaban la cima de la montaña, su padre llegó a la casa y contó que habían matado a tres en Remeco, en la casa de doña Floridema Jaramillo. La mujer era la madrina deJosé Eugenio Monsalve Sandoval. José, nacido en Neltume, escapaba del cerco militar junto a Patricio Calfuquir Henríquez y Próspero del Carmen Guzmán Torres. Los empujaba la inanición. Calfuquir tenía los pies infectados, volaba de fiebre. Acorralados, decidieron quebrar con el mandato de las jefaturas del MIR: no tomar contacto con lugareños. Doña “Flora” había visto crecer a José, era su madrina, la comadre de su mamá: tenía que ayudarlo. Les abrió la puerta, les hizo sopaipillas y hasta le prestó la cama al enfermo. Pero muerta de miedo –dijo luego–, hizo lo que el capitán Martínez le pidió a todos los campesinos: avisar si veían a los buscados. Mandó a su hijo, Juan Carlos, de 15 años, a alertar a los carabineros. Los pacos pasaron a avisarle al capitán Martínez, quien fue el primero en llegar a la casa.
En la causa en la que los abogados Magdalena Garcés y Vladimir Riesco pidieron el desafuero del diputado Rosauro Martínez, es clave esta escena ocurrida hace 32 años. Los querellantes son las familias de los tres jóvenes miristas: acusan al diputado por homicidio calificado agravado por premeditación y alevosía. Las pruebas, según los abogados, dejan claro que Martínez Labbé encabezó una operación comando no para detener a los miristas, sino para asesinarlos. Lo que hizo con una “superioridad de fuerzas abrumadora”. Y que, como era imposible que las víctimas se defendieran con algún éxito, se “actuó sobre seguro”. De hecho, en esa operación ningún militar o soldado resultó rasguñado por un tiro de FAL mirista. Las únicas bajas fueron un conscripto muerto por una ráfaga que se le escapó a un oficial, y un sargento que se suicidó.
Uno de los testigos que inculpa a Martínez Labbé es el sargento de Carabineros Alfonso Rosas, jefe del Destacamento Neltume. En su declaración cuenta que cuando llegó a la casa de la madrina de José, el capitán habló con Flora. La mujer le informó que los guerrilleros estaban durmiendo. Martínez ordenó cercar el lugar. Alfonso Rosas se quedó en la parte de atrás de la casa. Martínez la rodeó por el cerro para apostarse en el frente. Y allí se quedaron, a la espera de más de 30 hombres de la Compañía de Comandos Llancahue. Entonces atacaron.
En La Unión viven dos conscriptos que participaron de esa operación. Cuando los contactamos, se negaron a hablar. Pero la memoria tiene otros dueños. Los conscriptos entrevistados por CIPER recuerdan: “A Martínez Labbé no solamente lo vieron que mandaba, él también disparó. Todos se acuerdan clarito, porque cuando quiso disparar su ametralladora, se le trabó. Entonces, la tiró a un lado y le quitó la que llevaba el soldado que andaba con él, Inostroza, y salió la balacera”, relata el ex conscripto B.
Inostroza existe. Se llama Eduardo Alberto Inostroza Reyes y era cabo 1º de la Compañía de Comandos. En su declaración judicial, el cabo deja caer: “De la casa salió un joven que fue impactado por alguno de la patrulla de llegada. Por una ventana salió otro que logró escapar aunque le dispararon al parecer en la espalda”. Inostroza da cuenta así del final de Calfuquir, que muere habiendo gastado el cargador de su FAL. La autopsia indicó cráneo estallado. La de Próspero Guzmán, el joven que salió por el frontis de la casa, indica que recibió 28 balazos de subametralladora y su cráneo también deshecho.
El ahijado de Flora, José Monsalve, escapó herido por la montaña hasta que ya no pudo avanzar más. Quedó tirado en una quebrada. La declaración de Inostroza coincide con la de Juan Carlos, el joven que corrió a avisarles a los carabineros de la presencia de los guerrilleros. Juan Carlos declaró lo que el capitán Rosauro Martínez le dijo a su madre: “Señora, le vamos a destruir su casa, pero se la vamos a devolver”. Inmediatamente después, “el capitán dio la orden de fuego”. Juan Carlos también recordó cómo murió José Monsalve, a quien vio arrastrarse herido hasta la quebrada:
–Los militares le dispararon y lo mataron ahí mismo, a una distancia de cinco metros más o menos. Él estaba enrollado bajo unos coligües y no tenía el fusil en sus manos pues éste estaba a unos cinco metros al lado de una mata de chilcos. No le dijeron que se rindiera porque la persona estaba enrollada debajo de los coligües, herido, como escondido, y no disparó contra los militares.

EL CUARTEL DE LAS TERMAS DE LIQUIÑE

El ex conscripto D también tiene pesadillas en la montaña. Con la marca de los años en el rostro y en la memoria, acepta contar la historia sentado en su auto. La larga de un tirón. Es como si hubiera estado allí esperando a que alguien le preguntara: “El jefe nos dijo: soldados, es feo matarse entre chilenos, pero hay que hacerlo porque estos tipos no pueden quedar vivos”. La frase fue lanzada el 21 de septiembre del ‘81. Eran los últimos muertos de una semana que había comenzado el 13 con la de Raúl Obregón en la emboscada; y continuó con la masacre en la casa de Flora Jaramillo. Durante varios días el soldado D y al menos tres militares que declararon ante la justicia, vieron aJulio Riffo y René Bravo cautivos de los hombres de Rosauro Martínez y de la CNI: dormían en las cabañas de las Termas de Liquiñe, usadas como campamento militar. Los detenidos eran conducidos, dice el soldado, por Arturo Sanhuesa Ros, uno de los tenientes de Martínez Labbé.
¿Dónde los vio?–A esos tres los anduvieron trayendo por toda la montaña. Los llevaban para arriba, había un caminito, como una huella, y ahí los echaban correr p’ allá con un lazo de 20 metros, buscando a sus amigos. Les pedían que buscaran a sus amigos para que hagan contacto.
-¿Quién era el jefe?-Sanhueza. El teniente Sanhueza Ros.
Pasaron 32 años. La vida después de la Operación Pilmaiquén continuó también para los militares. Rosauro Martínez ha sido quien ha tenido más éxito, al punto de ser un honorable diputado en los últimos veinte años. Mario de Toro Gallardo siguió ascendiendo en el Ejército sin ser interpelado. En 2002 aún se encontraba allí como comandante del Regimiento Cazadores (Regimiento de Caballería Blindada Nº2). Sanhueza Ros fue premiado por su actuación en la montaña con un ascenso y siguió su camino en la CNI. Se convirtió en El Huiro, jefe de la Brigada Azul de la CNI, cuya tarea principal era eliminar al MIR. Fue procesado como uno de los asesinos del periodista de la revista Análisis, José Carrasco Tapia y por los crímenes de la Operación Albania, entre otros.
El ex conscripto D recuerda el frío de ese septiembre de 1981. La nieve que lo cubría todo en ese paraje cercano a Liquiñe. Estaba junto a otros dos conscriptos de la Compañía de Comandos al mando de Martínez Labbé, cuando llegó una camioneta Toyota de la que bajaron a tres hombres. “Nosotros conversamos con uno de ellos y le preguntamos por qué andaba cojeando. Nos dijo que tenía congelamiento en los pies, en el dedo gordo… pero ese dedo ya había desaparecido. Eran tres los prisioneros, dos eran guerrilleros y el tercero era un campesino que decía y repetía que él les había dado remedios no más”.
Todo indica que los dos guerrilleros eran Riffo y Bravo. Pero no hay ninguna pista, ningún indicio sobre la identidad del tercer hombre, el campesino. Es otro muerto que sobra. Un muerto que no figura en ninguna lista de víctimas de la dictadura.
-¿En qué lugar los fusilaron?-Ahí, en Liquiñe, como cinco kilómetros p’ atrás. Fue ahí en un acantilado. Es un camino precordillerano, una huella no más. A ellos los bajaron de la Toyota grande con su cruz al hombro. Fue igual que en esas películas en las que se ve a Jesucristo caminando al calvario. Tal cual. Eran unas cruces de guaye, las que les amarraron al cuerpo con alambre. Se las amarraron de acá (señala la muñeca de un lado y hace el gesto de amarrar en la otra muñeca).
“Es feo matarse entre chilenos. ¡Ustedes no han visto nada!”, les dijo el jefe de la operación, el oficial Molina de la CNI. Los conscriptos escucharon los disparos y entonces, les tocó el trabajo de enterrarlos. “Ahí los sacamos de la cruz y los envolvimos en polietileno. Yo tenía mucho miedo”.
-¿A qué le tenía miedo?-¡A qué va a ser p’oh!: ¡A los muertos! Tuvimos que esperar a que los vinieran a buscar. Día y noche tuvimos que estar con ellos muertos. Los tuvieron enterrados en la nieve ahí una semana antes de que se los llevaran en un helicóptero.
Nota:  Colaboró en esta investigación, Daniela Belmar

Chile - DGA revoca derechos de agua a ex ministro Pérez Yoma y otros empresarios en Petorca

CIPER.


DECISIÓN SE TOMÓ A DÍAS DEL CAMBIO DE MANDO

DGA revoca derechos de agua a ex ministro Pérez Yoma y otros empresarios en Petorca

perez-yoma
En Petorca el agua está cerca de acabarse. Encarna el rostro más dramático de la soterrada crisis hídrica que vive el país. A pocas horas del cambio de mando, la Dirección de Aguas dejó sin efecto los derechos provisorios de connotados empresarios y políticos ligados a la DC por perjudicar el suministro de terceros y producir el descenso en los niveles de los acuíferos. Son los mismos que han sido acusados de usurpación de agua y que han enfrentado a la justicia por distintas infracciones. Éste es sólo un nuevo capítulo de una larga disputa que no es únicamente atribuible a la falta de lluvias.
Esta investigación es parte de un proyecto financiado por la Escuela de Periodismo y el Centro de Investigación y Publicaciones de la Universidad Diego Portales.
Un desierto salpicado por unos cuantos “oasis”. Esa es la imagen con la que algunos vecinos de Petorca, La Ligua y Cabildo suelen describir las consecuencias de la prolongada crisis hídrica que afecta a estas comunas de la Quinta Región. Sólo en los valles altos y las laderas de los cerros la aridez es interrumpida por algunos paños verdes de paltos y cítricos que, mirados a distancia, parecen superpuestos al seco panorama que envuelve a la provincia.
Fuera de esos vergeles, el escenario dominante es más bien desolador. Actualmente, son más de cuatro mil las hectáreas de propiedad de pequeños agricultores que han tenido que ser abandonadas por falta de agua y tres mil los vecinos cuyo suministro depende de camiones aljibes con agua que no viene en condiciones óptimas para el consumo. Centenares de familias han denunciado la proliferación de enfermedades estomacales producto de la mala calidad del agua repartida y que no les alcanza siquiera para satisfacer sus necesidades más básicas. Como tirar la cadena del excusado, por ejemplo.
Por ello, la decisión tomada recientemente por la Dirección General de Aguas (DGA) justo en el ocaso de la administración Piñera y que caducó numerosos derechos de agua entregados provisionalmente por afectar el suministro de terceros, fue recibida con cierto alivio por los vecinos de Petorca.
Los efectos de la crisis hídrica en Petorca.
Los afectados son 27 titulares de derechos de agua, entre empresas agrícolas y personas naturales, que en total estaban autorizados para utilizar 1.057 litros por segundo y ya no podrán hacerlo.
Tal como se señala en el documento técnico Nº 17 de la DGA, enviado a la Contraloría General de la República para la toma de razón el pasado jueves 6 de marzo, “las extracciones de todos los derechos provisionales en los acuíferos La Ligua y Petorca causan perjuicios a los titulares de derechos de aprovechamiento definitivos ya constituidos”. Se agrega que “el impacto es claramente manifiesto en los descensos sostenidos y generalizados de los niveles de los acuíferos(ver resolución).
La decisión, tomada por quien fuera hasta hace unos días director general de Aguas, Francisco Echeverría, compromete directamente los intereses económicos de algunas personalidades vinculadas al gobierno entrante, principalmente a la Democracia Cristiana (DC). Consultado respecto de esta resolución de último minuto, Echeverría señaló a CIPER que ésta responde a criterios exclusivamente técnicos y no políticos.
La lista de titulares cuyos derechos provisionales de agua serán caducados por acelerar el agotamiento de las ya exiguas reservas de los acuíferos de la zona, está encabezada por quien fuera ministro del Interior de Michelle Bachelet entre  2008 y 2010, Edmundo Pérez Yoma (DC), el que en reiteradas oportunidades ha sido acusado de usurpación de agua por vecinos de Petorca. En junio de 2011, la Dirección Regional de la DGA de Valparaíso denunció ante el Juzgado de Letras de La Ligua la “existencia de un pozo que tendría vestigios de un dren” para captar agua de manera ilegal en el predio propiedad del ex secretario de Estado, entre otras irregularidades. Aunque la justicia no pudo comprobar esta acusación, sí condenó a Agrícola Cóndor Limitada, sociedad de su propiedad, al pago de 20 UTM ($825.260 valor actual) por otra infracción al Código de Aguas.
A Pérez Yoma se suma su cuñado Osvaldo Junemann, propietario de la Sociedad Agrícola Los Graneros Limitada y ex director de Palta Hass Chile, también multado por la justicia en 2011 por “extraer agua sin títulos”. En la lista se encuentra además el ex alcalde de Cabildo Eduardo Cerda Lecaros (DC), hijo del ex diputado por el Distrito Nº 10 en la Región de Valparaíso Eduardo Cerda García (DC). En julio de 2011, la DGA de la Quinta Región denunció a Agrícola Pililén, propiedad del ex parlamentario, su esposa e hijos, por usurpación de agua en Petorca, acusación que fue ratificada por la justicia.
Marcha por la defensa del agua en Petorca (Fuente: Modatima).
Luego de una batalla de casi ocho años, dirigentes locales toman la decisión de la DGA como un pequeño triunfo. Sin embargo, manifiestan dudas respecto de si el nuevo gobierno tendrá la voluntad política para aplicar la medida tal cual fue decretada por la administración saliente.
Petorca es la provincia de Chile más golpeada por la escasez de agua. Y allí, como en varios otros lugares, la falta de lluvias no es la única responsable. Porque a estas alturas la provincia se ha convertido en una de las víctimas más emblemáticas de la débil y anodina legislación que regula desde hace más de 30 años la gestión de los recursos hídricos en el país. Falta de transparencia y regulación, asignación inequitativa del recurso, explotación indiscriminada y acumulación desmedida con fines comerciales en desmedro de las necesidades básicas de la población son sólo algunos de los perniciosos efectos inoculados por el Código de Aguas impuesto en dictadura y que hasta hoy sigue prácticamente intacto.

LOS CODICIADOS DERECHOS PROVISIONALES

Cuesta creerlo, pero la primera alerta respecto de la crítica situación que hoy viven varias comunas de la Provincia de Petorca fue encendida hace 18 años. Un estudio (minuta técnica Nº13) elaborado en 1996 por la DGA concluyó que el acuífero de Petorca se encontraba en una condición que no posibilitaba “la constitución de nuevos derechos de aprovechamiento de agua subterránea, por sobre el último expediente constituido”. Por entonces,  ya el consumo de agua superaba con creces la recarga natural de los acuíferos.
Con ese antecedente, el 15 de abril de 1997, la DGA declaró al acuífero del valle del río Petorcaárea de restricción para nuevas extracciones de aguas subterráneas. Años más tarde, en 2004, la misma resolución recayó sobre las aguas subterráneas del acuífero del río La Ligua. Desde entonces, ambos reservorios quedaron cerrados para la solicitud de nuevos derechos de agua.
Amparada en las facultades establecidas en el Código de Aguas –y pese a las evidencias respecto de la depredación de los acuíferos–, la DGA dejó abierta la puerta para seguir entregando derechos de agua, aunque en carácter de provisionales. A diferencia de los derechos permanentes, los provisionales pueden anularse en caso de comprobarse que causen perjuicio a terceros y al equilibrio sustentable de los caudales y acuíferos.
El abastecimiento de agua de 3 mil personas depende de camiones aljibes.
El informe técnico Nº 208 de 2004 dispuso la entrega de nuevos derechos de agua por 1.396 lt/seg en el acuífero de La Ligua y por 588 lt/seg en el de Petorca.
En el reparto de derechos de agua entregados de manera excepcional en la Provincia de Petorca, la sociedad Agrícola Cóndor Limitada recibió la tajada mayor: cuatro derechos por un caudal total de 98 lt/seg, los cuales le fueron entregados entre los años 2004 y 2007.
Agrícola Cóndor fue creada en abril del año 2000, justo un mes después de que su socio mayoritario, Edmundo Pérez Yoma, dejara el cargo de Ministro de Defensa del saliente gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle. El aporte inicial de capital fue de $5 millones. La inscripción de la sociedad en el Diario Oficial señala que tiene entre sus actividades “la explotación de predios agrícolas bajo cualquier forma y la importación, exportación, elaboración y comercialización de productos agrícolas, ganaderos, forestales y del agro”.
Un año más tarde, sólo días antes de iniciar sus labores como cónsul general de Chile en Boliviabajo el gobierno de Ricardo Lagos, Pérez Yoma creó la sociedad Agrícola La Loica. El 99% del capital inicial fue aportado por Agrícola Cóndor y ascendió a $230 millones de pesos.
Agrícola Cóndor obtuvo sus dos primeros derechos de agua provisionales, por un total de 46.3 lt/seg, en diciembre de 2004. En octubre de 2006 obtuvo el tercero por 30 lt/seg y el cuarto en junio de 2007 por un 28 lt/seg.
Los dos últimos le fueron entregados por la DGA cuando oficiaba como director de la institución el abogado Rodrigo Weisner Lazo. Edmundo Pérez Yoma se desempeñaba por entonces como miembro del directorio de Televisión Nacional de Chile (TVN). Siete meses después de la entrega del último derecho de agua, Pérez Yoma fue nombrado ministro del Interior en el primer mandato de la presidenta Michelle Bachelet.
Según consta en el historial de distintos procesos judiciales, una vez que dejó su cargo en la DGA Weisner comenzó a actuar en calidad de apoderado y testigo defendiendo al ex secretario de Estado en distintas instancias judiciales. Como en aquella patrocinada en 2011 por la misma DGA (institución en la que el abogado fue director entre los años 2006 y 2010) contra Agrícola Cóndor, tras detectar en el predio que explota la empresa tres infracciones al Código de Aguas. También en la querella criminal que el mismo ex ministro interpuso contra Rodrigo Mundaca, uno de los principales activistas de Movimiento por la Defensa del Agua (MODATIMA), tras ser acusado por el dirigente de usurpar agua en la comuna.
El ex ministro del Interior Edmundo Pérez Yoma.
Tal como reveló CIPER en un reportaje reciente, además de defender a Pérez Yoma Rodrigo Weisner asesora actualmente a la Compañía Cervecerías Unidas S.A. (CCU), que proyecta instalar una mega planta en Paine y que necesitará extraer grandes cantidades de agua desde un acuífero que el mismo abogado declaró como área de restricción en 2008, cuando dirigía la DGA. Su trayectoria en la Dirección de Aguas y su reconocida experticia en estos temas le han valido una cotizada reputación en la defensa legal y judicial de intereses privados que comprometen el uso de agua (ver reportaje).
Hoy, Agrícola Cóndor cuenta con poco más de 120 lt/seg de agua con los que satisface las ingentes necesidades de riego de sus 104 hectáreas plantadas con paltos, naranjas y tomates. La resolución de la DGA dejaría a la empresa con poca agua para seguir operando.
Edmundo Pérez Yoma dijo a CIPER que Agrícola Cóndor también se ha visto golpeada por la sequía. Según contó, esta situación los forzó a cortar 15 hectáreas de naranjos y dejar a nivel de tocón (un pequeño tronco pegado a la raíz) 50 hectáreas de paltos. “Producto de la sequía, hace tres años Agrícola Cóndor reorientó su plan de negocios hacia la producción intensiva de tomates, los que requieren mucho menos agua”, relató. Y agregó que en esta nueva etapa productiva, dejaron de utilizar la mayoría de los derechos de agua entregados en carácter de provisionales, por lo que la medida no les afecta en lo inmediato.
-Si a futuro se produjera la recarga del acuífero por lluvias y nos viéramos en la obligación de dejar de utilizar esos derechos provisionales de agua, tendríamos que erradicar completamente las plantaciones de paltos reducidos a tocón –puntualizó Edmundo Pérez Yoma.
La resolución que dejó tramitando en Contraloría el último director de la DGA, compromete también al empresario Osvaldo Junemann Gazmuri. Entre 2006 y 2008, su empresa Agrícola Los Granerosobtuvo nueve derechos de agua por un total de 61 lt/seg.  Junemann, por su parte, obtuvo a título personal 54 lt/seg de agua en 2006.
Agrícola Santa María de Vitahue también aparece en la lista de sociedades cuyo ejercicio de derechos de agua ha afectado a terceros. La sociedad fue creada en 2001, entre otros, porEduardo Cerda Lecaros (DC), ex alcalde de la comuna de Cabildo. Cerda transfirió en 2004 sus derechos correspondientes al 20% de la sociedad a sus dos hijas entonces menores de edad, actuando desde entonces como su representante. En 2005 Agrícola Vitahue obtuvo 27 lt/seg de agua de manos de la DGA.

MALA DECISIÓN

Luego de que Petorca comenzara a secarse, sólo algunos empresarios agrícolas lograron sortear la crisis. Según apuntan los vecinos, fueron principalmente los nuevos y grandes agricultores que cultivaron en los valles altos y las laderas de los cerros y que se vieron beneficiados por el sobre otorgamiento de agua promovido por la Dirección General de Aguas en 2004. Pérez Yoma, Junemann y Cerda Lecaros, entre otros.
4 mil hectáreas agrícolas han sido abandonadas por falta de agua (Fuente: Modatima).
Según quien fuera hasta hace poco director de la DGA, Francisco Echeverría, todos los pozos monitoreados por la DGA han ido en continuo descenso desde que comenzaron a ejercerse los derechos provisionales que sustentaron el explosivo desarrollo de la producción agrícola en el sector, desde el 2004 en adelante. Los nuevos cultivos se extendieron sobre suelos de secano, de muy baja humedad, los que requirieron de enormes cantidades de agua para quedar aptos para la producción agrícola de mediana y gran escala.
Respecto de los derechos provisionales de agua entregados a partir de 2004 a empresas y personas naturales, el estudio técnico de la DGA señala que la extracción actual “supera ampliamente los caudales sustentables determinados para cada acuífero” y que su uso causa perjuicio a los derechos de aprovechamiento ya constituidos en La Ligua y Petorca. Concluye que el impacto es claramente manifiesto en el sostenido descenso de los acuíferos de ambas comunas (ver estudio).
Respecto de este estudio, del cual Edmundo Pérez Yoma dijo no tener mayor conocimiento, el ex ministro señaló que Agropetorca, instancia gremial que reúne a algunos productores de la zona, está estudiando acciones legales para revertir la resolución.
–Lo curioso es que hace un año y medio la DGA dijo exactamente lo contrario, es decir, que los derechos provisionales no estaban afectando al acuífero, que no existían datos que lo confirmaran. Ahora emite una opinión completamente distinta. Son dos opiniones contrapuestas emitidas por la misma institución. Si este estudio es serio, está bien hecho y se demuestra que la situación es efectiva, bueno, habrá que acatarlo –dijo a CIPER Pérez Yoma.
Para Echeverría, la entrega de estos derechos fue un error (ver entrevista) y las consecuencias las han pagado aquellos agricultores que contaban con derechos permanentes entregados con anterioridad al sobre otorgamiento de agua autorizado por la misma Dirección General de Aguas en 2004.
A la opinión de Echeverría respecto de la mala decisión de entregar nuevos derechos en Petorca, se suma un lapidario estudio publicado en 2012 por una académica de la Universidad de Reading de Reino Unido, Jessica Budds, en la Revista de Geografía Norte Grande. En él se señala que el estudio hidrogeológico que respaldó la entrega de derechos en carácter de provisionales en Petorca tuvo numerosas limitaciones:
–Primero, falló en reconocer adecuadamente el grado de exactitud en que se reproducía el sistema de agua del valle. Segundo, omitió un análisis de sensitividad y los márgenes de error en los resultados, por lo que la exactitud de las simulaciones es desconocida. Tercero, la calidad de ciertos datos aportados fue deficiente –concluye Budds (ver estudio).
Dirigentes sociales de Petorca celebran la decisión impulsada por Echeverría, aunque con cautela. “Fue durante los gobiernos de la Concertación cuando se sobre otorgaron las cuencas. No estamos seguros de que ahora ellos sean capaces de tocar a quienes hoy forman parte una vez más del gobierno”, dijo a CIPER Luis Soto, dirigente de MODATIMA.

LÍOS JUDICIALES

65 drenes ilegales encontró la DGA (Fuente: Modatima).
El sobre otorgamiento de derechos de agua en la zona es sólo una parte del problema de sequía que azota a la Provincia de Petorca. Desde hace años, los principales afectados por esta catástrofe hídrica vienen denunciando la existencia de robo y usurpación del recurso. En mayo de 2011, la DGA difundió los resultados de un estudio satelital en el que se identificó la existencia de al menos 65 drenesenterrados a varios metros de profundidad para desviar y conducir aguas desde ríos y esteros hacia algunos pozos propiedad de privados (ver informe).  En medio de las continuas acusaciones, la DGA tuvo que salir al paso e iniciar una exhaustiva fiscalización.
Tras una visita de inspección a Agrícola Cóndor realizada por personal de la DGA en febrero de 2011, se detectó una serie de irregularidades en el fundo propiedad de Edmundo Pérez Yoma. Entre ellas, vestigios de un dren para captar aguas y conducirlas hacia un pozo en el predio; la modificación del cauce del estero Los Ángeles y una captación abastecida de aguas transportadas por tuberías de aproximadamente un kilómetro de longitud.
El 5 de abril del mismo año se llevó a cabo una nueva inspección por parte de la DGA. La historia ya es conocida. Muchas de las irregularidades detectadas en la primera visita habían sido “corregidas”. Así se señala en la resolución Nº 1.529 del organismo. “Todos los dispositivos fueron removidos del lugar, por lo tanto al momento de practicarse esta última inspección, la DGA no pudo constatar la extracción de aguas desde dicha obra” (ver resolución).
La DGA igualmente llevó a la justicia a Agrícola Cóndor por “no contar con las autorizaciones pertinentes para ejecutar trabajos y obras en el cauce del Estero Los Ángeles”, señala el dictamen (ver documento). Utilizó como prueba la presencia de una tubería encontrada en el cauce del estero.  El 12 de marzo de 2013, la empresa de Pérez Yoma fue multada con el pago de $825.260.
–En mi propiedad no se ha encontrado ningún dren. Producto de la sequía yo le compré agua a un vecino y nosotros tiramos una cañería para traerla hacia nuestro predio. Todo de manera legal con los títulos correspondientes. A nosotros nos multaron por no pedir permiso para tirar la cañería, no por usurpar agua. Creímos de buena fe que no era necesario pedir permiso para eso y todavía lo creemos –se defiende Pérez Yoma.
Respecto de los informes de la DGA en los que primero se constatan vestigios de un dren ilegal para captar agua y llevarla a un pozo en su predio, y luego se le acusa de ocultar las pruebas, el ex ministro señala enfático: “Sólo se está sugiriendo una situación. No pueden hacer eso, es unamariconada. La justicia finalmente desechó las acusaciones y nos dio la razón”.
Ex diputado DC, Eduardo Cerda García.
En julio de 2011, Agrícola Pililén, de propiedad del ex diputado DC Eduardo Cerda García y su familia, tuvo que enfrentar a la justicia por “extraer agua subterránea desde cuatro pozos por un caudal mayor al autorizado”, infringiendo 11 artículos del Código de Aguas. Mientras fue parlamentario, Cerda no tuvo problemas para integrar en la Cámara la Comisión Investigadora de extracción Ilegal de aguas y áridos en los ríos del país. Cuando se inició el proceso judicial, Cerda tuvo que inhabilitarse. Según señaló a Radio Biobio, “todo obedeció a un ataque personal, sólo por ser político” (ver nota).
En mayo de 2013, el Juzgado de Letras de La Ligua multó a Pililén con 15 UTM ($618.945, valor actual). La justicia fue clara en señalar que la empresa agrícola de propiedad de la familia Cerda Lecaros extrajo agua ilegalmente. “Sobre cerca del 600% de lo autorizado”, dice el dictamen (ver documento). La sentencia recorrió un largo camino en tribunales. Tras el rechazo por parte de la Corte Suprema de un recurso de reposición presentado por la denunciada, el 14 de marzo de este año el juzgado de La Ligua mantuvo a firme y ejecutó la sentencia de primera instancia contra Agrícola Pililén.
Suerte similar corrió Agrícola Los Graneros. En mayo de 2009, la DGA envió al Juzgado de Letras de La Ligua una resolución en la que pedía multar a la sociedad propiedad de Osvaldo Junemann por “extracción sin título de aguas subterráneas en el acuífero del río La Ligua”. En agosto de 2011 la agrícola fue condenada a pagar una multa de $825.260 a beneficio fiscal por “la extracción no autorizada de aguas subterráneas, hecho ocurrido dentro del territorio jurisdiccional del tribunal”, señala la resolución (ver documento). Tras el fallo, Agrícola Los Graneros también recurrió a instancias judiciales superiores. En mayo de 2012, la Corte Suprema desestimó por “manifiesta falta de fundamentos” un recurso de casación interpuesto por la denunciada con el que buscó anular la sentencia, según se lee en el dictamen del máximo tribunal.
Otra de las sociedades involucradas en el extenso capítulo de anomalías detectadas por la DGA en Petorca fue Agrícola Liguana, propiedad del ex intendente de Santiago, Marcelo Trivelli Oyarzún y sus hermanos. Según la Resolución Nº 1481 de la DGA, fechada el 10 de mayo de 2011, la empresa construyó un pozo y un dren alimentador sin autorización, modificando el cauce del estero Alicahue. La DGA pidió multar a la empresa por infringir el artículo Nº 32 del Código de Aguas, sin embargo la causa no prosperó en la justicia.

Francisco Echeverría, ex director de la DGA:

“El Código de Aguas nos obliga a tomar esta decisión”

-¿En qué se basa la decisión de revocar los derechos provisorios?Hicimos una serie de estudios con bastante profundidad en el sector. Estos arrojan que en todos los escenarios los derechos provisionales están afectando seriamente el ejercicio de los derechos definitivos previamente constituidos en los acuíferos.
-¿Qué impacto tendrá esta medida?Lo que busca es que los derechos definitivos, aquellos otorgados con antelación a la resolución de zona de restricción, puedan volver a ejercerse. Y también busca la sustentabilidad del acuífero. Si bien el sobre otorgamiento de derechos de agua en la zona no lo podemos revertir con esta medida en un 100%, la situación mejora considerablemente. Lo que nosotros no podíamos hacer era dejar estos derechos provisionales en ejercicio, ya que efectivamente estaban causando perjuicio a terceros.
-¿Por qué se toma esta decisión ad portas del cambio de gobierno?La verdad es que la DGA es un organismo técnico. No tiene que ver con una situación de cambio de gobierno. La DGA tiene que tomar decisiones en la medida en que tenga la información técnica que justifique esas decisiones. Hay que tener un sustento técnico contundente y eso apareció recién ahora con los estudios que comenzaron a realizarse varios meses atrás.
-Lo pregunto porque hay personas ligadas al actual gobierno entrante que se ven comprometidas con esta decisión.Contamos con los informes recién ahora y nuestras decisiones siempre han sido técnicas. El artículo Nº 66 del Código de Aguas permite a la DGA limitar o dejar sin efecto los derechos de agua provisionales si es que se comprueba la afectación de derechos definitivos,  y eso es lo que ocurre en esta situación. El Código de Aguas nos obliga a tomar esta decisión.
-¿No existían ya los antecedentes para haberla tomado mucho antes? Hay personas que vienen pidiendo la revocación de estos derechos desde 2010.La verdad es que por mucho que uno hubiera visto estas situaciones de escasez en la provincia, ciertamente uno los podría haber asociado a la sequía que ya por quinta temporada afecta al país. Lo que nosotros necesitábamos era determinar que la situación era estructural. Aquí, haya o no sequía, los derechos provisionales están afectando a los derechos definitivos.
-¿Desde cuándo el ejercicio de derechos provisionales está afectando la disponibilidad de agua en la zona?Todos los pozos de monitoreo que hemos estudiado van en franco descenso y eso a partir de que empiezan a ejercerse los derechos provisionales y empieza a haber un desarrollo más intensivo de la producción en el sector. Hoy, los estudios nos muestran que los derechos provisionales están siendo satisfechos y los derechos definitivos no lo están siendo por culpa del ejercicio de los primeros. Y eso no lo podemos permitir desde un punto de vista técnico y jurídico.
-¿Fue un error haber entregado esos derechos provisionales?Las modelaciones dan cuenta de que sí. A lo mejor, eso no se sabía al momento en que se otorgaron. Aquí tenemos un hecho patente basado en informes técnicos: y es que efectivamente los derechos provisionales estaban causando perjuicio y había que dejarlos sin efecto.
-¿Podría quedar esta medida sin efecto a futuro?Mientras se mantenga como área de restricción, no deberían volver a otorgarse derechos provisionales en la zona porque el acuífero está sobre otorgado y no hay mayor disponibilidad de agua.