· Aspectos de la
contingencia y de la crisis en el país andino
Andrés Figueroa Cornejo
1. El enemigo principal de la
humanidad es el Estado corporativo de los Estados Unidos. Y el imperialismo
norteamericano comporta, junto a las más grandes economías del mundo, el
movimiento de la realidad del capitalismo como totalidad planetaria que domina,
subyuga y sobreexplota mediante el trabajo asalariado y la expoliación sin
remedio de la biodiversidad. Esto es, el imperialismo es consecuencia dinámica
del desenvolvimiento ampliado del modo capitalista de reproducir la sobrevida
humana. Para ello cuenta con las armas de la alienación, de la producción del
sentido común y del fetichismo de la propiedad privada, de la ganancia y del
propio capital. Y también cuenta con más del 23% del Producto Interno Bruto
Mundial y del 37% de la industria bélica de última generación. No sólo se trata
de armas convencionales y nucleares de plutonio, uranio e hidrógeno. Asimismo,
genera armas bacteriológicas, químicas y radiológicas (HAARP). Con las
dimensiones actuales que han cobrado las armas de destrucción masiva, ya se
perdió la contabilidad sobre cuántas veces podría destruirse el mundo. Sin
embargo, la industria bélica continúa prosperando, produciendo, adoctrinando y
lucrando sideralmente, y es parte del mismo holding que compone el sistema
financiero, la trata de personas, la prostitución infantil, el narcotráfico, la
agroindustria, los ahorros previsionales, los paraísos fiscales, el comercio
mundial.
Que EE.UU. sea el enemigo
principal de la humanidad no significa que China y/o Rusia sean una suerte de
alternativa liberadora. Basta observar su desenvolvimiento y las condiciones de
sus clases sociales trabajadoras. El presupuesto militar de Rusia y China,
según al sitio web Global Firepower a enero de 2015, fue de USD 76.600.000.000
y 126.000.000.000, respectivamente. Luego vienen India, Reino Unido, Francia,
Alemania, Turquía, Corea del Sur y Japón.
Por lo demás, únicamente la
humanidad oprimida puede emanciparse a sí misma y es su garantía única de
sobrevivencia. El resto es naufragio. De hecho, hasta la mejor literatura de
ciencia ficción, cada día que pasa, parece más novela histórica y crónica de
actualidad.
2. En medio de la
contradicción esencial entre capitalismo y humanidad (o la contradicción
ampliada entre capital y trabajo), además del imperialismo estadounidense,
también existen otros polos capitalistas centrales, como China (13,9% del PIBM),
Japón (6,2 % del PIBM), Alemania (5,2% del PIBM), Reino Unido (3,9 del PIBM) y
Francia (3,8%). De los 194 países de la Tierra, 159 de ellos sólo llegan a
concentrar menos del 9% del PIBM. La asimetría estructural y las relaciones de
fuerza y de poder son las formas en que se presenta el imperialismo
capitalista. La división internacional del trabajo, la dependencia, la
colonización ideológica, el racismo o narrativa necesaria para la subyugación
de clase, el patriarcado, las migraciones criminales, las guerras genocidas,
las guerras preventivas, las guerras de baja intensidad, las guerras solapadas,
las guerras diplomáticas, las guerras comerciales y las guerras financieras y
monetarias, corresponden al soporte de la dominación económica y política de la
minoría opresora contra la mayoría sometida. A través de esos medios, el
capitalismo se concentra, se vuelve oligopólico y busca ralentizar su tendencia
a la caída de la tasa de ganancia. Las llamadas crisis financieras en el marco
de la hegemonía del momento financiero sobre el todo de la reproducción
capitalista, es una de las formas privilegiadas de cómo se expresa la caída de
las utilidades del propio capital y la sobreproducción de mercancías y
servicios (o burocracias en torno a la sobreproducción de mercancías que se
apilan en los momentos del intercambio, la distribución y el consumo).
De la misma manera, las crisis
financieras están ligadas al crédito y a la deuda infinita tanto en los
capitalismos centrales, como en los dependientes o periféricos o auxiliares o
complementarios o subordinados. Lo que existe en general, son pugnas
interimperialistas e intercapitalistas. Dentelladas asesinas al interior y
entre los propios capitalismos-eje del planeta, así como el ocaso del Estado de
Bienestar, el ocaso de los progresismos, el ocaso de la socialdemocracia, el
ocaso de la democracia burguesa y liberal que signó la fase anterior a la del
capitalismo en curso. Lo que existe es la dictadura del capital y brotes
fascistas en todo el globo. La gesta de los oprimidos/as se desarrolla como
resistencia en lugares muy concretos y específicos del mundo. Y gestos hay por
doquier. No obstante, la suma de los gestos no se resuelve en la constitución
de la gesta urgente.
3. El movimiento real de las
luchas descoyuntadas de las fuerzas populares en Chile no se manifiesta como un
enfrentamiento directo y consciente, organizado y maduro en contra del
capitalismo y el imperialismo. La mayoría activa destacada para las
transformaciones poscapitalistas es todavía insuficiente. A septiembre de 2015,
salvo la resistencia concreta de franjas del Pueblo Mapuche en y por su
territorio y autonomía (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202707),
se observa una fragmentación del movimiento de los oprimidos tras demandas que
emplazan al Estado sobre reivindicaciones asociadas a la democracia burguesa
tal como se conoció antes del golpe de Estado de 1973. Se trata de una suerte
de peticionismo economicista y ligado a los derechos sociales convertidos en
mercancías desde la imposición del imperio de la ortodoxia más rabiosa del
liberalismo económico en la historia del suelo andino. El 2014, cientos de
miles de trabajadores/as se lanzaron a la huelga ilegal y no normada, superando
con creces las huelgas “legales”. No obstante, no existe una dirección única o
compartida del pueblo trabajador, y las tasas de sindicalización con capacidad
de negociar colectivamente el salario y las condiciones laborales no llegan
siquiera a los dos dígitos. El aislamiento y la insolidaridad que sufren los
focos de los asalariados/as en lucha, se recortan sobre un paisaje marcado por
la indolencia y el miedo todavía.
Las reformas comprometidas y
luego sepultadas por la misma Nueva Mayoría encabezada por Michelle Bachelet,
que jamás significaron modificaciones de calado estructural en beneficio del
pueblo trabajador, más la política de recortes de presupuesto fiscal para
inversión social, van constituyendo algunas de las piezas que acaban por
consolidar la deslegitimación del sistema político general en Chile. La crisis
de representación del sistema político ya existía antes de los casos de
corrupción. Estos últimos simplemente aceleraron su desprestigio entre la
población y desnudaron los vínculos entre la política tradicional (o una de las
particiones de la administración formal del orden existente) y el capital,
fenómeno y una de las determinaciones orgánicas del Estado como forma de
dominación de la clase opresora y minoritaria contra la mayoría oprimida. Los
gremios del capital reunidos en la Confederación de la Producción y el Comercio
(CPC) apenas tuvieron que desabrocharse un botón de la camisa y arrugar el ceño
para descafeinar lo poco que cambiarían las cosas de realizarse las reformas,
las cuales apuntaban, en el mejor de los casos, a morigerar las desigualdades
estructurales ligadas al momento de la distribución de la totalidad del modo
ultraliberal de desarrollo chileno. Como se ha indicado en otros análisis, como
un espejo roto del sistema político usamericano, la Nueva Mayoría es al Partido
Demócrata, lo que la Alianza es al Partido Republicano. No importa que mediante
las encuestas de opinión la gente de queje repetidamente por la corrupción. Lo
realmente grave para los de arriba es que el malestar apuntara directamente al
corazón del capital. Naturalmente que las encuestas no están hechas para esos
efectos.
Chile es el segundo país
miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), luego de Corea del Sur, con mayor cantidad de suicidios al año (1.500,
según el Servicio Médico Legal), con tasas explosivas de medicación
psicotrópica, alcoholismo y drogadicción, mientras que la insatisfacción y las
relaciones de competencia reinan como la peste desde las aulas escolares hasta
las gerencias transnacionales. Como resultado de la sobreproducción mundial de
mercancías, en Chile el consumismo a cuotas imposibles, el egoísmo y la
indolencia festejan su mediodía. Las relaciones sociales presas de la
alienación y el fetichismo, tienden a facilitar y consentir los modos del
fascismo, la industria de la seguridad, la militarización del territorio
mapuche, el Estado policíaco, los montajes contra la juventud disidente, la
xenofobia, el recelo al semejante.
En el país, como en casi todas
partes del mundo, surgen, se desintegran y vuelven a surgir diversas
agrupaciones políticas anticapitalistas. Como la lucha de clases no se resuelve
explícita y consistentemente, las organizaciones anticapitalistas parecen no
verse emplazadas a reunirse virtuosamente, aún carecen de un proyecto común
para el desenvolvimiento de una sociedad no capitalista, de una estrategia que
salga de los títulos, del insorteable análisis concreto de la realidad
concreta, y muy pocos empeños logran hacer pie en territorios sociales que
potencialmente sean capaces de labrar la señalética del futuro de la vida
socializada. Sin embargo, la sola existencia de esas agrupaciones
anticapitalistas ilustra la rebeldía majadera e imparable que produce la
deshumanización capitalista. Aunque todavía no sea la hora de ofensivas, ya es
la hora apremiante de la organización, la reflexión colectiva crítica, la
sistematización aleccionadora de la acción práctica y directa, por menuda que
resulte. Las instancias anticapitalistas que ya están, no perecerán si se
desenvuelven en el automovimiento orgánico de los grupos sociales oprimidos en
lucha. Nada está terminado ni nada es definitivo. Ya es una muestra de
comprensiones superiores que cualquier lucha encorsetada en el reducto de la
institucionalidad, de aquel punto concentrado de la coacción y la cooptación,
no comporta ninguna promesa de porvenir. Y el horror capitalista continúa
siendo la condición de su propia destrucción y superación si vence en la humanidad
la voluntad colectiva y acuñada en el principio de vida y no de muerte.
4. Ante la crisis capitalista
mundial, la presente administración del Ejecutivo chileno, con el fin de
encantar inversiones y evitar la deslocalización de capitales y su fuga,
disminuye la tramitación y los estándares de impacto ambiental de los proyectos
transnacionales y combinados extractivistas asociados a la minería, la
agroindustria, las forestales y la energía. Asimismo, intenta contrarrestar la
destrucción del trabajo asalariado mediante microcréditos para
microemprendimientos y multiplicar el cuentapropismo de sobrevivencia.
Tanto la fortaleza del dólar,
como el fin del período dorado de los altos precios de la exportación de
materias primas y commodities frente a la ralentización de la economía china y
planetaria, provocan la caída de las proyecciones de crecimiento nativo,
sintonizándose con las economías en crisis del continente. En Chile, se
precipitan las fusiones empresariales, las colusiones monopólicas, los despidos,
el empleo informal, las ventas callejeras. En tanto, la maquinaria de
producción de sentido común capitaneada por los medios masivos de comunicación,
agitan premeditadamente el fenómeno de la delincuencia, multiplicando la
incertidumbre ambiental y su percepción fabricada, y desligando el hurto de sus
causas gatilladas por el empeoramiento de las condiciones de vida, la miseria y
la ignorancia. Además de aumentar la dotación de las fuerzas policiales, la
rebaja de la edad penal, el incremento de las cárceles y el negocio de la
seguridad privatizadas, los medios de propaganda del poder hacen prosperar el
uso de armas y de capacitaciones al respecto por la población ‘contra la
sospecha’, la discriminación aspectual y hasta contra la infancia y adolescencia
empobrecida. Independientemente que de manera oficial, el registro de
incidentes delincuenciales no haya aumentado en la realidad. Como es sabido,
también se pueden construir las condiciones de la fascistización y de los
‘rostros disfuncionales’, esto es, los escenarios subjetivos necesarios que
junto a una crisis económica, auspicien ‘soluciones’ más radicales en materia
de orden y disciplinamiento social.
La independiente Fundación Sol
(http://www.fundacionsol.cl/),
evacuó en septiembre de 2015 un estudio basado en los más frescos datos
ofrecidos por la Encuesta de Caracterización Socioeconómica 2013 (CASEN2013),
dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, donde “se puede concluir que
en Chile se registra un considerable ‘atraso salarial’”. Si bien el análisis de
la Fundación Sol acentúa las asimetrías en el momento de la distribución de los
ingresos, ello es suficiente para graficar los niveles de súper-explotación de
la mercancía fuerza de trabajo de, al menos, una parte significativa de la
población asalariada.
En general, la investigación
revela que el 50,5% de los ocupados chilenos gana menos de $260 mil pesos
líquidos al mes (USD382), y el 74,1% menos de $400 mil pesos (USD588). Sólo el 11,8%
obtiene más de $700 mil pesos (USD1.029). La feminización de la pobreza queda
ilustrada cuando el estudio arroja que el 84,9% de las mujeres gana menos de
$500 mil pesos (USD735).
“En los cuatro sectores que
más acumulan ocupados a nivel nacional, Comercio (18,8 %), Industria
Manufacturera (11,3 %), Construcción (9,4 %) y Agricultura y Pesca (8,5 %), el
60 % de los trabajadores de menores ingresos obtienen hasta $320.000
(USD470,5). Y en ocho sectores económicos el 74 % de los ocupados obtiene ingresos
menores a $400.000”, y la Fundación Sol agrega que “El 79,6 % de los ocupados
con jornada completa obtiene ingresos inferiores a $500.000 (USD735)”.
Por otra parte, la
investigación afirma que “Al comparar a Chile con países similares en cuanto al
PIB per cápita (o cercanos en la vecindad), se corrobora una situación de
atraso salarial efectivo. Por ejemplo, Croacia, con un PIB per cápita menor que
Chile en 2013, tiene una mediana salarial que es casi un 45 % más alta. En el
caso de Polonia, con un PIB per cápita muy similar a Chile, obtiene una mediana
salarial ajustada por paridad de poder de compra que es casi un 47,3 %
superior. Para situarse en los rangos normales de los países con un PIB per
cápita similar, nuestro país tendría que recuperar terreno de forma
considerable en lo que refiere al valor del trabajo”, e indica que “la
heterogeneidad sectorial también se aprecia, Intermediación Financiera tiene un
ingreso promedio de $887.975 líquido, mientras que en Agricultura, Pesca,
Hogares Privados con Servicio Doméstico, Hoteles y Restaurantes el promedio de
ingresos es inferior a $300.000”.
Si el lugar de Chile en el
planeta capitalista es el de plataforma financiera y comercial para la región,
y el extractivismo exportador minero, maderero y de producción de celulosa, no
existe una relación entre los salarios y las ganancias de esas zonas. Si bien,
los altos ejecutivos de las industrias mencionadas y fracciones de sus
trabajadores/as, en términos relativos, tienen sueldos diferenciados y más
altos que el resto, sólo se explica por los índices astronómicos de sus
utilidades. Sin embargo, así y todo, los salarios tienden a una media que
corresponde al sueldo necesario para fidelizar la fuerza de trabajo a las
empresas donde es sobreexplotada. Y la diferencia salarial en una economía
donde el sistema financiero y el extractivismo hegemonizan, los sueldos sólo
amplían o reducen la capacidad de endeudamiento de los trabajadores/as. Los
cálculos moderados hablan de que los asalariados/as chilenos están endeudados,
por lo menos, en siete salarios.
Heterogeneidad, castigo a las
mujeres y jóvenes, diferencias menores entre los salarios de quienes se
desempeñan en pequeñas o grandes empresas, y distancias menores entre la fuerza
de trabajo contratada y la no contratada, junto a la extraordinaria y añosa
política de flexibilidad y polifuncionalidad laborales, índices ridículos de
trabajadores/as que pueden siquiera negociar sus sueldos y condiciones de
trabajo, forman parte del mapa de la fuerza de trabajo en Chile.
Casi está de más poner en
cuestión los métodos que usa el gobierno para medir el empleo formal e
informal, y la pobreza en el país (http://www.fundacionsol.cl/2012/10/fundacion-sol-en-el-ciudadano-encuesta-casen-mas-alla-de-las-cifras/).
Al respecto, las metodologías están hechas, justamente, para sacar cuentas
alegres y satisfacer a la OCDE, al FMI, al Banco Mundial y a otras instituciones
que regentan “el arbitraje y evaluación” de la economía global.
5. En la república del
silencio y de los pactos de silencio e impunidad (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202286),
el periodista Juan Carlos Cruz, uno de los varios querellantes contra el cura
católico Fernando Karadima por abusos sexuales de ‘menores con violencia y
abuso de su potestad eclesiástica’, realizó nuevas declaraciones en el programa
Tolerancia Cero del canal de señal abierta Chilevisión, el pasado 13 de
septiembre de 2015.
El jefe de la Iglesia Católica
chilena, Ricardo Ezzati, intercambió incriminatorias correspondencias
electrónicas con el actual miembro del consejo cardenalicio del Vaticano, el
cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, donde tramaron exitosamente impedir
que Juan Carlos Cruz forme parte del Consejo Papal de Prevención de Abusos
Sexuales. El proceso civil respecto de las pruebas y testimonios de las
víctimas abusadas está en curso y tanto Ezzati, como Errázuriz tendrían la
obligación de prestar declaraciones. Ambos cleros, encubridores de los crímenes
pedófilos, representan y ejecutan las políticas de la fracción más conservadora
y recalcitrante de esa institución milenaria, incluso a contrapelo de los
mandarines del Partido Demócrata Cristiano, y, sobre todo, desatendiendo los
costados más progresistas del relato del propio Papa Francisco. Históricamente
dividida por la lucha de clases, la Iglesia Católica del país toma posiciones
en franca y resuelta contradicción entre un Cristo sacrificado en la
arquitectura del poder, y el Cristo vivo y liberador de los oprimidos/as.
En el programa televisivo,
Juan Carlos Cruz declaró que “Ezzati y Errázuriz le han mentido a Chile, (cuando
en realidad) por dentro son venenosos e hirientes. (Por lo demás) El cardenal
Ezzati, cuando fue inspector general de un colegio Salesiano, donde encubrió a
tres sacerdotes que abusaban de niños, cambiándolos de diócesis a otros
establecimientos educacionales donde seguían abusando. (De hecho) Uno de los
sacerdotes, Rimsky Rojas, hizo desaparecer a una de sus víctimas, el joven
Ricardo Harex, cuyo cuerpo jamás ha sido encontrado. Los testigos clave de ese
caso han ido muriendo misteriosamente”.
Pero Juan Carlos Cruz no se
quedó allí. Señaló que “los pactos de silencio se aplican también entre los
obispos. Yo vi en este mismo programa cuando invitaron a Carmen Gloria Quintana
(https://es.wikipedia.org/wiki/Carmen_Gloria_Quintana,
quemada viva por militares durante una protesta contra la tiranía de Pinochet)
y ella mencionó al general Santiago Sinclair, y el general Sinclair (quien fue
senador Institucional, vicecomandante en Jefe del Ejército y miembro de la
Junta Militar) era íntimo amigo del cura Karadima. A mí me dio miedo porque
Karadima tenía los brazos muy largos. Tenía a los empresarios más ‘cototudos’
(poderosos) de Chile de su lado”.
Casi sobran las palabras. La
comandancia ejecutiva del capital en el país, esto es, la alta oficialidad de
las Fuerzas Armadas, el gran empresariado y la jerarquía eclesiástica, funciona
como una sola fuerza, un mismo procedimiento y similares fines.
La república del silencio, de
la impunidad y del olvido de Chile se agrieta por momentos. No lo sabrá acaso
la historia y los pueblos cuando la toman en sus manos.
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