por Juan
Agulló y Rafael Rico Ríos
Rebelión
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Hace 17
años, el 6 de diciembre de 1998, Hugo Chávez, ganó las elecciones
presidenciales en Venezuela por abrumadora mayoría (56.20%). El país
sudamericano enterró el bipartidismo y clausuró un ciclo de pesadilla en el
que la sucesión de crisis y ajustes estructurales pareció no tener fin.
Ayer, justo 17 años después, Nicolás Maduro, sucesor
de Chávez en la Presidencia, perdió el control del poder legislativo que
pasará a manos de la oposición. Tras 18 victorias en diversas contiendas,
ésta ha sido la primera derrota de cargos electos. A partir de ahora, pase lo
que pase, es posible que estemos ante otro cierre de ciclo. Pero, ¿estará el
chavismo ante su canto del cisne?
En primer lugar, recordemos que se trata de unas
elecciones legislativas, no presidenciales y, por tanto, el ejecutivo continúa
gobernando hasta 2019.
Sin embargo, la abultada victoria de la oposición,
con más de 100 diputados, le da lo que se llama “mayoría calificada” que le
permitirá, entre otras cosas, aprobar o rechazar cualquier ley, dar voto de
censura al vice-presidente y ministros, hacer reformas constitucionales,
entre otras atribuciones legislativas.
Por otra parte, con la fuerza que ha exhibido la
oposición se plantea la posibilidad de convocar un referéndum revocatorio al
Presidente de la República, pero estarían obligados a recoger las firmas del
veinte por ciento de los electores inscritos y superar en el referéndum los
resultados que alcanzó Nicolás Maduro en 2013.
La oposición aún no tiene el gobierno pero esta
victoria deja al actual gobierno debilitado ante un escenario de fuerte
crisis económica, política y social.
La gran pregunta es por qué después de tantas
victorias, esta vez sí ha perdido el chavismo. Para responder a esta cuestión
es necesario plantearse qué ha sido y qué es el chavismo.
En sus orígenes, el chavismo pivotó sobre dos
grandes columnas:
1. Una reacción al recetario neoliberal y a la
crisis de legitimidad bipartidista que no solucionaba los problemas de las
grandes desigualdades dentro de una sociedad venezolana profundamente
fracturada.
2. Un proyecto político que, desde que Chávez entró
en la escena política en 1992, estuvo orientado a superar la dependencia
petrolera y el pésimo reparto de su renta.
¿Y qué ha ocurrido en estos 17 años? veamos algunas
claves de un primer análisis del día después de una derrota.
Primera clave, enfrentamiento con EEUU
El plantear el reparto y control de la renta
petrolera fue para Venezuela firmar una declaración de guerra contra EEUU que
considera casi cualquier reserva energética del mundo (y más aún, las del
Hemisferio Occidental) como una cuestión de Seguridad Nacional. Este
enfrentamiento se tradujo en un rosario de intervenciones, mediáticas,
económicas, políticas, directas e indirectas, del gigante del Norte contra
Venezuela, incluyendo el Golpe de Estado de abril de 2002. 17 años después,
aunque Venezuela ha diversificado compradores, ha seguido dependiendo de
Washington.
Segunda clave, dependencia petrolera
El chavismo ha sido incapaz de reducir su
dependencia rentista del petróleo durante estos 17 años. No ha logrado
generar tejido industrial, ni recuperar la producción agrícola, ni establecer
una economía de servicios medianamente competitiva. Aunque logró retener un
porcentaje mucho mayor de la renta petrolera en el país, suficiente para
enfurecer a diversos lobbies multinacionales, no consiguió superar la
dependencia petrolera y mantuvo las consecuencias de una economía rentista.
Mientras los precios del petróleo fueron altos, el
chavismo mantuvo el reparto de la renta con una fuerte apuesta social basada
en programas sociales que mejoraron ostensiblemente las condiciones de los
sectores más desfavorecidos, redujeron espectacularmente niveles alarmantes
de pobreza y proporcionó salud y educación gratuitas a todos los sectores
sociales.
Sin embargo, en los últimos años, Estados Unidos,
que sigue siendo adicto a las energías fósiles, apostó por el fracking y los
países productores de crudo no quisieron disminuir su producción, lo que
provocó la fuerte caída de los precios petroleros que impactaron dramáticamente
en la economía venezolana y en la sostenibilidad de su modelo social. Fue ahí
cuando la escasez de productos de primera necesidad, la ineficiencia, el
clientelismo, la corrupción y una política social desestructurada y
desorganizada, comenzaron a desgastar los logros del chavismo.
Tercera clave, fracaso con los problemas endémicos
Si preguntan en la calle por qué ha perdido el
chavismo estas elecciones, la respuesta es muy clara: escasez de productos,
subida de precios, desabastecimiento e inseguridad. Sin embargo, estos
problemas, que han generado un creciente malestar en la población, se vienen
incubando desde hace años, son producto de unas inercias estructurales que el
chavismo creyó poder conjurar con solo evocarlas pero que ha sido incapaz de superar.
El gobierno se ha defendido argumentando que son inducidos por factores con
intereses contrarios al proceso pero este argumento, en esta ocasión, no ha
sido suficiente para convencer a las mayorías.
Cuarta clave, falta de institucionalidad
El chavismo fue incapaz de generar una
institucionalización que asentara conquistas sociales y el diseño de un nuevo
modelo de Estado que mantuviera de forma sostenible y eficiente un sistema
político y económico orientado a la igualdad y a la justicia social.
Quinta clave, radicalización de la oposición
La oposición no solo es heterogénea sino que está
profundamente dividida. La violencia callejera promovida a principios de 2014
por Leopoldo López y María Corina Machado, minó el liderazgo de Henrique
Capriles Radonski que pretendía un acercamiento al chavismo y trataba de
alcanzar unos acuerdos de mínimos en temas claves como la inseguridad. Esta
división de la oposición ha permitido que durante estos 17 años los sectores
radicales de extrema derecha tomaran la iniciativa política impidiendo
cualquier acuerdo de Estado entre gobierno y oposición y generando un clima
de ingobernabilidad constante que ha obstaculizado el desarrollo de las
políticas del gobierno.
Sexta clave, heterogeneidad del chavismo
El chavismo tampoco es homogéneo. El malestar social
endémico que dio origen al chavismo aglutinó en un mismo proceso distintas
sensibilidades políticas, distintos sectores sociales, visiones de país,
civiles y militares. Esta heterogeneidad ideológica, que ha sido fortaleza en
la unidad y como bloque contra las embestidas de la derecha, sin embargo, ha
impedido el diseño de políticas claras y coherentes. El chavismo se ha
convertido más en un sentimiento político de unidad de sectores políticos y
sociales heterogéneos frente a una clase dominante que en una doctrina
política claramente definida.
Esta derrota es un toque de atención no solo al
chavismo sino a la izquierda en general cuando tiene que pasar de las
intenciones, del discurso por la igualdad y la denuncia de las injusticias
sociales, a gobernar con políticas viables que den solución a las necesidades
concretas de los ciudadanos.
Conclusión
Los resultados de la elección de ayer pueden ser
engañosos. En 1972, en un librito titulado “Venezuela contemporánea, ¿un país
colonial?”, el historiador Federico Brito Figueroa sostenía que su país, en
buena medida como consecuencia de la producción/dependencia petrolera, era un
excelente ejemplo del colonialismo posterior a la descolonización. Es verdad
que hasta cierto punto Chávez acabó con la tutela extranjera pero no con la
dependencia petrolera y sus nefastas consecuencias sociopolíticas. ¿Lo hará
la oposición?
Aunque suene a tópico, lo cierto es que ante la
fuerte polarización que vive y padece la sociedad venezolana, la oposición
debe asumir su victoria con responsabilidad ante el reto que le han concedido
los ciudadanos, algo de lo que hasta ahora no ha hecho gala. Su victoria se
debe más al fracaso del gobierno en afrontar los problemas que azotan el país
que a méritos propios como opción política que ilusione a las mayorías.
El voto a la oposición, como su nombre indica, es un
voto de oposición más que un voto de construcción y no se debe olvidar que
las políticas de la llamada Cuarta República, con su viejos dirigentes que
siguen activos, tampoco pudieron solucionar los problemas endémicos
irresueltos, dependencia petrolera, el reparto de la riqueza, las desigualdades,
la marginalidad o la inseguridad.
Mientras tanto, el chavismo, que no es solo este
gobierno, ha dejado una profunda conciencia política en el pueblo venezolano
que ha marcado un antes y un después en la historia de este país y con
capacidad y fuerza suficiente como para renovarse y generar nuevos actores y
movimientos políticos que entren en la escena política venezolana y
latinoamericana. Que nadie lo dé por vencido.
Juan Agulló es sociólogo (geotlati@gmail.com); Rafel Rico Ríos es Ingeniero de Telecomunicación (@rafaelricorios) |
martes, 8 de diciembre de 2015
¿CANTO DE CISNE DEL CHAVISMO?
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