Traducción de articulo de John Kozy por Nora Fernández.
La Administración Obama intenta aplicar los principios de la oferta para sacar la economía americana de la presente recesión, pero los principios de la oferta se basan en la creencia de que si el gobierno rebaja los impuestos a los ricos, ellos invertirán sus ahorros en nuevas fábricas, y que los trabajadores contratados aumentarán el empleo, y el aumento en la producción aumentará lo que se recibe por impuestos. Pero no hay forma de asegurar que los ricos actualmente inviertan su riqueza en empresas productivas, especialmente en Estados Unidos.
Esta teoría está enteramente basada en la creencia psicológica-pop de que si una persona tiene dinero lo invertirá en formas productivas. Pero nada fuerza a la gente rica a hacer esto, y no lo hacen, peor, nunca lo han hecho, porque la creación de trabajos no es función esencial de los negocios, cuya función es simplemente hacer dinero, y obtener incentivos financieros del gobierno es simplemente otra forma de hacer dinero. Darle dinero a los negocios no terminará con las recesiones o depresiones. De hecho, es probable que las prolongue,porque los negocios no crearán trabajos hasta que sea evidente que esos trabajos generarán ganancias.
Durante la fiebre del oro en California, los mercaderes fueron a los campos sólo luego de que se descubrió oro, y los abandonaron tan pronto como comenzó a terminarse el lodo. No usaron el capital que obtuvieron de los mineros para crear negocios productivos que proveyeran empleos a los ahora desempleados buscadores de oro. En las economías capitalistas, el capital se adquiere no para ser gastado, se adquiere para ser acumulado. Los negocios no existen para crear trabajos. Los trabajos son creados por los negocios sólo cuando sirve a sus propósitos.
Creer en la sabiduría convencional es siempre peligroso. Muy frecuentemente, la sabiduría convencional está equivocada. Pero hay dos formas de sabiduría convencional –la pro y la contra. Cada pedacito de sabiduría convencional tiene sus negadores, y asi como la sabiduría convencional puede ser nada mas que meras creencias, asi pueden también ser meras creencias las de sus negadores. Por ejemplo, es bastante evidente que la economía de hoy está fallando, pero muchos críticos de ella parecen creer que los problemas que tiene la economía de hoy son recientes en sus orígenes. Pero esto es falso. La economía de hoy es apenas un poco diferente, en esencia, de los que fue en los 1600 cuando los colonos la trajeron con ellos desde Inglaterra. Los horrores de la economía en Inglaterra del siglo 17 son exactamente los horrores de hoy. La riqueza estaba en las manos de unos pocos y la pobreza la sufrían los muchos. Altos niveles de crimen fomentados a través de la sociedad. Extendido desempleo, subempleo y empleo degradante. La destrucción de la dignidad humana. Gente sin lugar donde vivir, hambre, y guerras frecuentes en donde la gente común peleaba para el beneficio de la clase mercantil. Discriminación
prevalente de varios tipos. Gobierno que gobierna para los ricos y no para el pueblo en general. Y aunque han existido períodos cortos donde el pueblo ha sido llevado a creer que su situación mejoraba, estos períodos terminaban regularmente con colapsos económicos que les quitaban todas las ganancias que la gente común había adquirido.
Las características universales de esta economía son ejemplificadas en la siguiente viñeta histórica:
En enero 24 de 1848 el oro fue descubierto por James W. Marshall en Sutter´s Mill, Coloma, California. Cuando la gente se enteró de este descubrimiento, cientos de miles corrieron a California. Donde fuera que se descubría oro, los mineros colaboraban para establecer un campamento y hacer reclamos. Rough and Ready, Hangtown, y Portuguese Flat, emergieron entre otros y los mercaderes corrieron hacia ellos, establecieron sus negocios en edificios rapidamente construídos, tiendas y en cualquier lugar para vender cualquier cosa imaginable. Los mineros vivían en tiendas, campamentos, construcciones precarias y cabinas sacadas de naves abandonadas. Cada campo tenía frecuentemente su propio salón y casa de juego. Mujeres de varias etnicidades jugaban una variedad de roles, incluído el de prostitutas y el de empresarias. Al principio, el oro era simplemente “libre para ser tomado.” Las disputas eran frecuentemente manejadas personal y violentamente. Cuando el oro fue más dificil de extraer, los americanos comenzaron a echar a los extranjeros. El Legislativo del estado aprobó un impuesto de veinte dólares por mes sobre los mineros extranjeros, y los buscadores de oro americanos comenzaron a atacar organizadamente a los extranjeros, particularmente a los latinoamericanos y a los chinos.
Además, el enorme número de recién llegados desplazó a los Aborígenes de sus campos tradicionales de reunión, de caza y de pesca. Algunos respondieron atacando a los mineros. Esto provocó contra-ataques. Los Aborígenes fueron frecuentemente asesinados. Los que escaparon fueron incapaces de sobrevivir y murieron de hambre. Los Aborígenes sucumbieron en grandes números de viruela, influenza y sarampión. El Acta para el Gobierno y Protección de Indios, aprobada por el Legislativo de California, permitió que los colonos capturaran y usaran Aborígenes como trabajadores esclavos y que traficaran en trabajo aborigen, particularmente de mujeres jóvenes y niños, que se ejercía como un negocio legal. Poblados Aborigenes eran regularmente
asaltados para suplir la demanda, y mujeres jóvenes y niños eran acarreados para ser vendidos. El costo para los inmigrantes puede haber sido severo también: uno de cada doce perecía, y las muertes y los indices de crímenes durante la Fiebre del Oro eran extraordinariamente altas, y el vigilantismo resultante también cumplió un papel en esto.
Extraer oro de forma hydráulica se hizo prevalente. Resultado de esto grandes cantidades de ripio, cieno, metales pesados y otros polutantes terminaban en riachuelos y ríos. Muchas áreas tienen todavía hoy huellas de la minería hidráulica, la tierra expuesta y los depósitos de ripio son incapaces de sostener vida vegetal.
Los negociantes y mercaderes hicieron mucho más dinero que los mineros. El hombre más rico en California durante los primeros años de la Fiebre del Oro fue Samuel Brannan, un incansable
auto-propagandista, dueño de negocios y de periódicos. Cerca de la mitad de los buscadores de oro lograron una modesta ganancia. La mayoría, sin embargo, ganó poco y hasta perdió dinero. Para 1855 el clima económico había cambiado dramáticamente. El oro podía extraerse con ganancia sólo por grupos medianos o grandes de trabajadores, en sociedades o como empleados. Para mediados de 1850, los dueños de estas compañias buscadoras de oro eran los únicos que hacían dinero.
Cuando el lodo comienza a agotarse, los negociantes y mercaderes abandonan los sitios más rápido que los mineros. La fiebre del oro había terminado.
En el pasado, he escrito sobre muchas de estas terribles características de las economías capitalistas, especialmente sobre su abjecta inmoralidad. Hoy quiero discutir una falsedad obvia que todavía es repetida por los políticos de derecha y sus equivalentes entre profesionales economistas y gentes de negocios: que los negocios, y no los gobiernos, crean trabajos.
Esta afirmación genérica es, por supuesto, obviamente falsa y su generalidad la vuelve groseramente ambigua. ¿Que quiere decir precisamente, especialmente siendo que los politicos que dicen esto gastan mucho dinero y tiempo tratando de obtener trabajos que no son
creados por ningún negocio? Ningún negocio crea trabajos de Congresistas o Presidentes, entonces ¿que sentido tiene que esas personas afirmen que los negocios, no el gobierno, crea trabajos? La afirmación es totalmente estúpida.
De hecho, los negociantes no tienen interés en crear trabajos. Considere la viñeta descripta arriba. Negociantes y mercaderes llegan a los campamentos mineros luego de que el oro fuera descubierto y los abandonaron tan pronto como el lodo comenzó a agotarse. No usaron el capital que adquirieron de los mineros para abrir negocios productivos que proveyeran trabajos para los ahora desempleados buscadores de oro.
En las economías capitalistas el capital no se adquiere para ser gastado; se adquiere para ser acumulado. Los empleados son meramente un medio para ese fin, y cuando es posible acumular capital sin usar empleados, asi se hará. Y esto es lo que ha sucedido en gran medida en Estados Unidos hoy. Los negocios han encontrado formas de acumular capital sin necesidad de emplear norteamericanos y el gobierno los ha ayudado y ha sido cómplice de los negocios en hacer esto.
Entonces, cuando un político argumenta que darle incentivos financieros a los negocios los induce a crear trabajos, estos políticos están involucrados en un increíble absurdo. Todo lo que esta
propuesta hace es proveer a los negocios con otra herramienta para extraer dinero de la gente común sin siquiera tener que lidear con ella, y el capital adquirido por los negocios de esta manera se va a sumar simplemente al capital acumulado en los bancos. ¿Por qué querría un negocio crear trabajo con este capital y arriesgarlo? Asumir que los negocios usarán ese capital para crear trabajos es una falacía de la economía de oferta, que, incidentalmente, se basa en nada màs que
psicología pop.
La economía de la oferta se basa en la creencia de que si el gobierno rebaja los impuestos de los ricos, ellos invertirán sus ahorros en nuevas fábricas con nuevas tecnologías que producirán bienes a más bajos costos, que los recien tomados empleados aumentarán el nivel de empleo, y que la mayor producción generará nuevas entradas por impuestos. La economía se levantará a si misma por su propio esfuerzo.
Pero no hay forma de asegurarse que los ricos actualmente invertirán su riqueza en empresas productivas, especialmente en los Estados Unidos. Esta teoría está enteramente basada en la creencia psicológica-pop de que si uno le da dinero a una persona, esta hará “lo correcto” con él, o sea, invertirlo en empresas productivas. Pero nada fuerza a los ricos a hacer esto, y no lo hacen, peor, nunca lo han hecho, porque crear trabajos no es función esencial de los negocios, sólo hacer dinero lo es, y recibir incentivos financieros del gobierno es solamente otra forma de hacer dinero. Darle dinero a los negocios no terminará con las recesiones o depresiones. De hecho, es probable que las prolonge, porque los negocios no irán donde no se puede hacer dinero, los negociantes son atraídos al dinero como las moscas a la bosta. Los negocios no existen para crear trabajos. Los trabajos son creados por los negocios sólo cuando esto sirve a sus propósitos.
Profesor John Kozy, www.globalresearch.ca (Traduce: Nora Fernández)
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