Mario R.
Fernández
En Alberta
las arenas bituminosas se explotan por más de 45 años; de ellas se extrae petróleo
crudo sintético. El petróleo convencional, hoy en declive, se explota en forma
comercial en Alberta (Canadá) desde 1914, justamente 100 años. Desde 1950, y a
partir del descubrimiento del conocido pozo petrolero de Leduc, la provincia ha
dependido crecientemente de la explotación de petróleo, arenas bituminosas y
gas natural para su crecimiento económico. Durante el siglo 20 los
hidrocarburos se transformaron en esenciales para la actividad humana; en los
lugares donde se producen a gran escala han generado apogeos económicos
importantes. Estos apogeos, a veces llamados “boom” económicos, y entendidos
generalmente como muy deseados, están unidos
mentalmente a delirios del pasado equivalentes al Dorado. Agentes de
empresas y especuladores se encargan de mantener viva la imagen del nuevo Dorado,
ellos son quienes más se benefician con estos auges de explotación y mega
proyectos en base a recursos naturales no renovables -la mayor parte de la
población y el medio ambiente pagan sus costos.
La
provincia de Alberta vive también de la agricultura, la ganadería, los
productos forestales, otras pequeñas industrias y toda una monstruosidad de
servicios; hoy cuenta con más de 4 millones de habitantes, un millón más que
hace apenas 12 años. Todo su crecimiento ostentoso se ha debido
fundamentalmente a la industria del petróleo y el gas, que significan el 22 por
ciento de su PIB; sin la explotación de estos recursos su población no pasaría
quizás de un millón de habitantes. Alberta ha venido viviendo auges de
crecimiento económico desde los 60, y en los 70 con intervalos de crisis, es a
partir del año 2000 que las inversiones llegan a más de 100.000 millones de
dólares en nuevos proyectos en las arenas bituminosas y se calcula que se han
invertido hasta el presente más de 200.000 millones de dólares si se incluyen los
oleoductos, por lo que el proyecto energético de Alberta es el más grande del
mundo tanto en construcción como en capital invertido en producción. El petróleo de las arenas bituminosas ha convertido
a Alberta en unos de los grandes productores de crudo del mundo, y para
explotar este crudo sintético existen cinco gigantes plantas alimentadas con minas
de tajo abierto, además de 17 plantas que extraen bituminosos “in situ” (SAGD)
que inyectan vapor a altas presiones. En cuanto a producción estos dos
sistemas, el de inyección in situ y el otro, son equivalentes, cada uno produce
aproximadamente el 50 por ciento de la producción. Las mayores plantas de
extracción y procesamiento de crudo
sintético de las arenas bituminosas son Syncrude y Suncor y producen aproximadamente
350.000 barriles diarios de crudo cada una. En los planes postergados está la
posibilidad de construir algunas plantas más y expandir las existentes.
Todas las plantas de petróleo sintético en Alberta están
ubicadas en un territorio total estimado de
141.000 kilómetros cuadrados de pertenencia estatal o de pueblos aborígenes.
En estos territorios los depósitos de arenas bituminosas existen en tres distintas áreas de la provincia: Peace
River Oil Sands, Cold Lake Oil Sands y Athabasca Oil Sands, esta última es la
principal y más extensa y cuenta con un
centro urbano en la ciudad de Fort McMurray que tiene una población de 75.000
habitantes (cifra especulativa pues gran parte de la población es temporal). Yo
conocí personalmente Fort McMurray hace más de treinta años cuando tenía 25.000
habitantes y era un lugar lejano con atractivo de frontera; hoy es un centro urbano,
quizás de los más caros del mundo, donde se vive en medio de tumulto, enloquecido consumismo y
contaminación, información generalmente ausente en la falsimedia que resalta
solamente el auge económico de este Dorado.
Las reservas
de petróleo en Canadá son terceras en el mundo después de Venezuela y Arabia
Saudí y representan el 13 por ciento global -170.000 millones de barriles de los
cuales 168.000 millones de barriles en
las arenas bituminosas- estas cifras emergen en medio de especulación y pueden
no ser exactas. La producción de petróleo en Canadá actualmente es de cerca de
4 millones de barriles diarios aunque ha pasado esta cifra -de los cuales más
de dos millones provienen de las arenas bituminosas y el resto es convencional incluyendo el extraído en el
océano y el condensado o gasolina natural.
Canadá
consume menos de 2 millones de barriles diarios, exporta 2.4 millones de
barriles a Estados Unidos y a la vez importa 723.000 barriles diarios; la
exportación e importación incluye productos refinados. Considerando que todas
estas cifras cambian continuamente y nunca son claras para él público, y que
los precios de venta y de compra fluctúan así emerge la realidad económica disfuncional
del país. El impacto laboral de esta
industria no es tan grande como parece. Canadá tiene una fuerza laboral de 18,4
millones de trabajadores y trabajadoras, de los que solo 220.700 trabajan en la
industria minera, petrolera y de gas. En Alberta el 5 por ciento, o 150.000
personas, trabajan en este sector, el más numeroso al que lo siguen los 100.000
trabajadores del sistema de salud provincial. La industria del petróleo de las arenas
bituminosas en Alberta es compleja por su tecnología y costos, pero también por
las contradicciones que causa -en lo político, social y económico y por el daño
irreparable a la naturaleza y al medio ambiente.
Son muy
pocos los textos o artículos que analizan las contradicciones de esta
gigantesca y muy poderosa industria en Canadá, algunos analistas y periodistas valientes
se han atrevido a hacer críticas a esta industria “sagrada” por ejemplo Andrew
Nikiforuk, quien vive en Alberta, con su libro “Tar Sands Dirty Oil and the
Future of a Continent” (Petroleo Sucio de Arenas Bituminosas y el Futuro del
Continente).
En la explotación y comercialización del petróleo sintético están
involucradas corporaciones de diferentes banderas –canadienses, estadunidenses,
británicas, holandesas, chinas, japonesas, noruegas, francesas, etc. Todas
ellas actuando de acuerdo a las condiciones y contratos que tienen con los gobiernos,
federal provincial y local; sus políticas y éticas no en favor de un supuesto
avance civilizatorio en las relaciones de producción sino en búsqueda de crecidas
ganancias, conveniencias y posibilidades. El derecho de explotación (royalty)
varía de país en país; sorprendentemente no siempre los países del Primer Mundo
reciben mayores derechos de explotación por sus recursos. En Alberta las
corporaciones pagan uno de los derechos
de explotación más bajo del mundo, y son pagados sobre los ingresos netos de la
producción y dependiendo de la cotización del precio del crudo diario –puede
que sean un 30 por ciento lo que es muy inferior al 70 por ciento que se paga en
Nigeria o Angola y al más del 80 por ciento que se paga en Venezuela.
Por ejemplo,
sobre el impuesto a la renta estas
corporaciones tienen otra ventaja significativa mientras terminan de construir
un proyecto o una expansión pagan sólo el 1 por ciento; una vez que la
inversión esta pagada se espera paguen el 25 por ciento, lo que es complejo
pues las corporaciones pueden reclamar gastos de mantenimiento que rebajan este
porcentaje. Otro fenómeno aparentemente poco investigado tiene que ver con el sobre
presupuesto de un proyecto, por ejemplo se
está completando el proyecto Kearl Lake
de propiedad de la Imperial Oil y sus socios, calculado en 7.900 millones de
dólares pero que según sus dueños va
terminar costando 12.900 millones,
o sea 5.000 millones de dólares por
encima del presupuesto, algo increíble en corporaciones que disponen de todos
los recursos para calcular un presupuesto. El gobierno por lo tanto tendrá que
esperar mucho más tiempo para recibir los impuestos establecidos. El poder político de las corporaciones es
incalculable; acaba de renunciar la Premier de Alberta, Alison Redford, lo que
le abre la puerta a un partido político (Wildrose Party) muy alineado con el
partido federal de gobierno de extrema derecha. Las próximas elecciones
provinciales decidirán, pero no sería extraño que el Wildrose Party logre el poder,
y es posible que en su agenda secreta esté incluido dejar exentas de pagos de
gravámenes a las corporaciones del petróleo.
Para
Alberta crece la importancia de exportar el recurso de las arenas bituminosas
antes de que este llegue a transformarse en crudo porque tiene excedente del
producto primario y una limitada capacidad de convertirlo en crudo. Debido a
esto ha aumentado el interés por los oleoductos; uno de estos oleoductos es Keystone XL que
llevaría el producto primario al sur de Texas pero que ha tenido una fuerte
oposición ciudadana en Estados Unidos. Otro oleoducto es Northern Gateway que
llevaría el producto primario hacia el Pacífico en Canadá desde donde se
exportaría a Asia y que es también muy polémico; y, finalmente, un tercer
proyecto hacia el Este del país, incluso con miras de exportar a Europa. Estos
planes terminan exportando un producto no elaborado, lo que significa menor
valor agregado para la provincia de Alberta y para el país, pero que
paradójicamente son promovidos por ambos niveles de gobierno (federal y
provincial). En Alberta un alto
porcentaje del crudo sintético se vende como Western Canadian Select (WCS) con
un precio más o menos 25 por ciento inferior al West Texas Intermediate (WTI)
que es de una calidad superior –el WCS es un crudo con muy baja fuerza API una
medida del peso comparada al agua y con un
alto contenido de azufre y otros residuos por lo que requiere un proceso de
mejoramiento de más alto costo que consume más energía y agua que el crudo convencional.
El costo de
producción en especial en las minas abiertas, según algunas corporaciones de
esta industria, se ha triplicado en los últimos 20 años; el costo ha aumentado en el
sistema SAGD también. En especial el costo de la energía eléctrica, que se
genera en base al gas natural, es tan alto que con la energía usada se podría
dar calefacción a seis millones de hogares. La agencia North American Energy
Working Group opina que si la producción llega al máximo de 5 millones de
barriles diarios de crudo sintético para el año 2030 la industrializa usaría el
60 por ciento del gas natural que se produce en el oeste del Canadá -que es la zona
de mayor producción del país. Con este rápido agotamiento del gas natural se
especula sobre el uso de energía nuclear lo que sería la primera vez que se usaría
energía nuclear para la explotación de hidrocarburos. El vapor de agua es crucial en el proceso y ya
en los años 80 se calculaba que se gastaría 2,4 barriles de vapor para producir
un barril de petróleo; hoy esa relación es de entre 4 a 6 barriles de vapor por
barril de petróleo, con los resultantes aumentos de costos. Como muchas otras
industrias esta también ha externalizado costos que son absorbidos por el
estado -mientras las ganancias aumentan para las empresas. Toda la producción
de arenas bituminosas recibe grandes subsidios, incluidos los subsidios que
reciben en desarrollo tecnológico del gobierno de la provincia de Alberta.
Todas las
contradicciones discutidas anteriormente son menos aceptadas por la falsimedia,
las corporaciones y el gobierno que las criticas basadas en los daños que la
explotación de arenas bituminosas causan al medio ambiente. El cuestionamiento por el daño al medio
ambiente tomó relevancia recientemente, en enero pasado, cuando Neil Young –figura
canadiense legendaria de la música rock y folk norteamericana, se dio a la
tarea de denunciar el desastre al medio-ambiental y la responsabilidad corporativa
y del gobierno en este. Neil Young dio su apoyo a la causa contra esta
industria en territorios de una tribu aborigen Athabasca Chipewyan y a la
apelación en la corte suprema del litigio que tienen con la Shell. Young organizó cuatro conciertos en diferentes
ciudades canadienses, todos my exitosos y entregó lo recaudado a la defensa jurídica
del pueblo Chipewyan. Young denunció además que la industria trató
de disuadirlo para que desistiera de sus conciertos de protesta. El desastre al
medio-ambiental es evidente si calculamos que cada barril de petróleo sintético
de Alberta produce tres veces más gases de efecto invernadero que un barril de
petróleo convencional; el aire se contamina de óxido de nitrógeno, dióxido de
azufre, sulfuro de hidrógeno, ozono y partículas
finas y el dióxido de carbono generado alcanza a más de 80 millones de
toneladas por año --más de lo que emiten todos los vehículos en Canadá en un
año. El gobierno canadiense ha gastado
más de 6000 millones de dólares durante los últimos 15 años para reducir esta
contaminación sin obtener ningún resultado.
La
situación del agua es calamitosa. Producir cada barril de petróleo sintético
requiere el consumo de tres barriles de agua del rio Athabasca –este rio es por
su extensión parte de la tercera cuenca
de agua del mundo, y se extrae además agua del subsuelo para el sistema SAGD. El consumo de agua equivale a lo que
diariamente consume una ciudad de dos millones de habitantes. El 92 por ciento del agua usada en el proceso
de extracción y mejoramiento termina contaminada con desechos tóxicos en un
lago artificial (el más grande del mundo para este uso) localizado en la planta
de Syncrude (Mildred Lake). Los tóxicos del lago se filtran al agua subterránea;
además sólo un ocho por ciento del agua usada es devuelta al río --no como muchos
creen que una parte importante del agua usada se recicla. Los daños a la salud
son importantes, por décadas se ha documentado cánceres extraños en peces y seres
humanos. El problema del agua es serio y Canadá no tiene reglamento federal sobre el agua y es hoy uno de los países con peores
índices de polución del primer mundo
–mayormente debido a la industria de las arenas bituminosas. Para muchos expertos el monitoreo de las aguas
y de la atmosfera en relación a esta industria es un fraude pues son las
empresas involucradas y en esta
explotación las que tienen en sus manos el monitoreo y son también quienes escriben los reportes.
Como si el
daño al agua y la atmosfera fuera poco, grandes extensiones de territorio
quedan como un paisaje lunar sin vida; se calcula que en los próximos 20 años
se destruirán 3000 kilómetros cuadrados del bosque boreal
con su arboles, suelo y con su compleja cadena de organismos -bacterias,
hongos, plantas, invertebrados, y gran cantidad de fauna -osos, renos y
millones de aves creadores todos de esta complejidad de vida formada en miles de años y que en unos minutos estas grandes
y monstruosas máquinas destruyen.
Toda la fauna sufre además por las aguas y el aire contaminado, los
ruidos incesantes. Tampoco está libre de los
efectos el ser humano involucrado en esta industria también afectado directa
e indirectamente por esta destrucción irrecuperable.
Las arenas
bituminosas no son sustentables ni nunca lo serán; los megaproyectos son en
esencia destructores. Ni Canadá ni la provincia de Alberta tienen un
plan racional para esta industria, lo que rige el destino de esta industria es
la máxima de sacar todo lo posible hasta que se extraiga la última gota de
petróleo sintético y así lo muestra el propio sitio web del gobierno de Alberta
que expresa: “no se detendrá el desarrollo de esta industria a expensas del
medio ambiente.” Si algo nos habla claro sobre el futuro esto lo hace y el
gobierno simplemente hace de representante de las relaciones públicas de los dueños de esta industria. Los muchos
reportes científicos que se han realizado denunciando los daños que esta
industria causa son desechados por las corporaciones y por el gobierno. En esta explotación las corporaciones
involucradas como en toda actividad capitalista: su fin son las ganancias, no
los intereses del lugar. Mucho se habla del trabajo que generan y de los
beneficios que traen al lugar pero en Alberta el precio de la gasolina es más
caro que en países donde hay poco o nada de petróleo, como en Bolivia o El Salvador, y aquí la gasolina
se paga siete a ocho veces más el litro de lo que se paga en Venezuela, Catar o
Iran. Las corporaciones estadounidenses
tienen asegurado su gran participación en esta explotación, Canadá es como su
territorio. Sin embargo, la falsimedia mundial presenta a los Estados Unidos
como autosuficiente y produciendo más petróleo en los últimos cinco años; la
realidad es que con un enorme sacrificio
del medio ambiente se ha explotado petróleo y gas natural en los esquistos
fracturando la roca hidráulicamente a un ritmo necesario de perforar 7000 pozos
al año para mantener la producción
actual. Estados Unidos logró su máximo de producción en los años 80 donde
producía 11 millones de barriles diarios
y en un futuro cercano estaría alcanzando este máximo nuevamente pero no hay
que olvidar que Estados Unidos consume más de 18 millones de barriles diarios
por lo que depende de la importación y para eso están las arenas bituminosas de
Alberta.
Por otra
parte está la propaganda que recibe la energía y los combustibles alternativos que
no deja de ser una farsa más. El etanol o alcohol etílico es económicamente
inviable y además es contaminante. La energía del viento, el sol o la biomasa
son factibles y no son contaminantes pero no pueden sostener el tipo de vida que
llevamos, requieren una forma de vida completamente diferente, con bajo consumo
en todo. Canadá podría planear un futuro sustentable ya que su energía depende en un 63 por ciento de hidroeléctricas,
además tiene combustibles propios, podría no exportar todo su petróleo y
producir solo lo que se necesita para su consumo, pero esta racionalidad no rige actualmente, somos rehenes del saqueo y
de la falta de transparencia en el proceso administrativo y político controlado
con politiqueros corruptos y gobiernos antidemocráticos, totalitarios al servicio de las elites.
Canadá: el auge y sus protagonistas 15-01-2007
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