miércoles, 10 de agosto de 2011

¡Solidaridad con la juventud y los trabajadores de Chile!

eclaración de la corriente internacional Socialismo o Barbarie, 09/08/11

¡Solidaridad con la juventud y los trabajadores de Chile!

¡Fuera el represor Piñera!

¡Abajo el régimen continuador de Pinochet!

La juventud y los trabajadores de Chile están dando su mayor batalla de las últimas décadas. A poco más de un año de asumir la presidencia, el empresario–presidente Sebastián Piñera y su gobierno de derecha son repudiados por la inmensa mayoría del pueblo chileno, incluso por la mayor parte de los que lo votaron.

Desde la corriente internacional Socialismo o Barbarie, llamamos a la más amplia solidaridad con los luchadores chilenos, en especial desde los países de América Latina.

Un gobierno muy desgastado por la movilización, pero que se mantiene en pie

Estamos ante uno de los desgastes políticos más vertiginosos de la historia de Chile y de América Latina. Los trucos de marketing de Piñera –desde querer convertir en un show la tragedia de los mineros atrapados en la mina San José hasta su falsa sonrisa de anunciante de dentífricos– han fracasado miserablemente.

El corresponsal en Santiago de un diario latinoamericano –conservador y nada sospechoso de izquierdismo– describe con exactitud la situación:

“Con el presidente Sebastián Piñera enfrentando índices históricos de baja popularidad y rumores de cambios en el gabinete, una nueva ola de manifestaciones de estudiantes y universitarios volvió a sacudir las principales ciudades del país...”[1]

“Las movilizaciones se repiten todas las semanas. Estudiantes, portuarios, mineros, empleados fiscales, ambientalistas, minorías sexuales y mapuches pueden verse en las calles de todo el país protestando por demandas y reivindicaciones que estiman incumplidas.”[2]

En este insólito desgaste político confluyen varios factores. En primer lugar, la crisis mundial está haciendo su efecto sobre una de las economías peor preparadas en Sudamérica para enfrentarla. Se está desmintiendo la fábula de “Chile país del primer mundo”, al que habría arribado gracias al neoliberalismo salvaje de la dictadura de Pinochet y sus sucesores “democráticos”, los gobiernos de la “Concertación”. Pero hoy, por un lado, los países que realmente son del “primer mundo” –como EEUU y la Unión Europea– atraviesan por una crisis monumental. Y, por otro lado, Chile, que sigue siendo como siempre un exportador de productos primarios (alimentos, minería y pesca), no puede escapar de esa realidad.

Sin embargo, esa fábula delirante de “Chile, país del primer mundo”, ha resultado ser un boomerang. La gran mayoría de la población no ve por ninguna parte que el supuesto “gran progreso” del país haya mejorado su situación... y ahora, además, la crisis tiende a empeorar todo...

Es que Chile es uno de los países más desiguales del continente y del mundo: “la fortuna de los cuatro principales grupos económicos locales equivale al ingreso anual del 80% de la población y las clases bajas se preguntan dónde está el ‘derrame’.”[3]

“El 10% de los chilenos tiene ingresos promedio que superan los de Noruega, mientras que los ingresos del 10% más pobre son similares a los de los habitantes de Costa de Marfil. La gran mayoría (el 60%) tiene, en promedio, menos ingresos que los angoleños”, señala el estudio de un sociólogo de la Universidad Diego Portales. Y concluye: “En la realidad, existen dos Chiles... En la práctica, el 60 % del país vive con ingresos promedio peores que Angola. Este es el Chile de la mayoría, nos guste o no.”[4]

Piñera está en crisis a poco más de un año de gobierno, porque este “Chile de la mayoría” ha salido a la calle, hace huelgas y manifestaciones, y enfrenta decididamente puntos fundamentales de su política, desde los intentos de avanzar en la privatización del cobre hasta agravar el infame negocio de los buitres de las finanzas en la educación.

La respuesta de Piñera viene oscilando entre el palo y la zanahoria, sin que hasta ahora le haya dado resultados categóricos ninguna de ambas políticas.

El pasado jueves 4, desató una represión de una brutalidad similar a la de Pinochet, con centenares de estudiantes presos y apaleados. Pero los resultados fueron contraproducentes: desató un repudio generalizado con cacerolazos en las barrios, y el movimiento juvenil sigue en pie con gran apoyo popular.

Por eso, al mismo tiempo, Piñera viene agitando la zanahoria de negociar un Gran Acuerdo Nacional por la Educación (GANE)... que por supuesto no significaría ningún cambio de fondo.

Una nueva generación juvenil se ha puesto de pie

En este cuadro, ha sido decisiva la irrupción de una nueva generación juvenil, principalmente de estudiantes secundarios. Esta nueva generación ya no carga sobre sus hombros ni la terrible derrota del golpe militar de 1973 y la dictadura de Pinochet, ni tampoco la desmoralización debido a la capitulación infame de los viejos partidos de izquierda como el PS y el PC, o su disgregación como el MIR.

Lo que ha hecho estallar la rabia de millones de jóvenes es la intolerable situación a que ha llevado la educación el régimen pinochetista–neoliberal, continuado por la Concertación y ahora por Piñera: es la mercantilización total, incluso de la educación “pública”.

La educación ha dejado de ser un derecho de los jóvenes y un deber que el estado debe prestar. La educación es una mercancía que las familias deben pagar, incluso en las universidades y establecimientos públicos. Para afrontar esos gastos, los jóvenes y las familias se endeudan durante años con los bancos. ¡Es otro gran negocio de los usureros de la banca chilena e internacional!

La clase trabajadora y otros sectores populares también están en lucha

Pero lo peligroso para el gobierno y el régimen, es que la irrupción masiva de la juventud estudiantil se da en momentos en que también en el movimiento obrero hay importantes luchas, como la gran huelga de Codelco del mes pasado contra la privatización y despidos, y ahora la de La Escondida, la mina de cobre privada más grande del mundo.

Asimismo, este año se vienen desarrollando todo tipo de protestas populares, desde la rebelión de Punta Arenas contra los aumentos del gas hasta el masivo rechazo ciudadano a la instalación de la hidroeléctrica HidroAysén. Y la resistencia del pueblo mapuche a las brutalidades del estado protector del latifundio, también crece.

No sólo Piñera está en cuestión, sino también el régimen
político y social continuador de Pinochet

Un sociólogo chileno, al morir el dictador, dijo que "para bien o para mal, Pinochet es el padre del Chile actual".[5] Y efectivamente, es así tanto en lo referente al régimen político como a la escandalosa polarización social que señalamos.

Por eso, el estallido de luchas pone en cuestión no sólo al gobierno Piñera, sino también al régimen impuesto por Pinochet a través de la Constitución de 1980 y a toda la estructura institucional armada por la dictadura y acatada servilmente por los gobiernos y los partidos de la Concertación. Un régimen que incluye también al PC, que ha ido cumpliendo el necesario papel de “oposición de su majestad”, haciendo de muro de contención frente a cualquier desborde por izquierda.

Asimismo, la burocracia de la CUT y de gran parte de los sindicatos, que se había adecuado al régimen, comienza a verse presionada por esta nueva situación. Y responde con las maniobras clásicas de llamar a medidas puntuales y aisladas, y no a un plan de lucha obrero, juvenil y popular de conjunto, para derrotar a Piñera y al régimen.

La nefasta política de la Concertación, el PC y los burócratas sindicales

En momentos en que estudiantes, trabajadores, indígenas, pobladores y otros sectores populares se plantan y combaten contra Piñera, la línea de los partidos de la Concertación, el PC y los burócratas sindicales es mantener cuidadosamente divididas todas las luchas.

Los dirigentes del PC –que son los más eficientes liquidadores de la movilización, porque ocupan puestos claves en sus organismos– lo explican con absoluta claridad.

Así, el presidente del PC –el diputado Guillermo Teillier– se jacta públicamente de haber influido para que “la Mesa por la Educación (que agrupa al Colegio de Profesores, Confech –Confederación de Estudiantes de Chile– y secundarios) haya eliminado de su petitorio toda demanda ajena al tema educacional... Lo que les demandamos a estudiantes y profesores es que fueran claros en sus peticiones... [sin] ninguna extravagancia... Influimos en que fueran... demandas en temas educacionales. Las otras las han dejado de lado...”[6]

¡En momentos en que los más diversos sectores juveniles, obreros, populares e indígenas salen a luchar contra el mismo enemigo, Piñera y su régimen, la gran preocupación del PC es que no tengan un programa común! ¡Que de ninguna manera la juventud, los trabajadores, los pobladores y los mapuches confluyan en un solo y gran movimiento para derrotarlo!

El resultado concreto es la división criminal de la lucha contra Piñera. Así hoy, 9 de agosto, se realiza una nueva jornada de paro de estudiantes y profesores por la educación. Luego, el 24 y 25 de agosto, la CUT (Central Unitaria de Trabajadores de Chile) hará un paro nacional. Tanto en el movimiento por la educación como en la burocracia de la CUT, los dirigentes afines a la Concertación y al PC aplican la línea de mantener todo dividido.

¡Nada de “extravagancias”! ¡Cada uno por su lado, con su programita particular y corporativo y sus acciones separadas, que no tengan nada que ver con otro sector! Así Piñera sigue tranquilamente gobernando y puede vencer más fácilmente a todos, uno por uno.

¡Fuera Piñera ya!

¡Apoyemos a los estudiantes, los
trabajadores y el pueblo chileno!



Cuando las movilizaciones en las calles y hasta las mismos sondeos de opinión de las encuestadoras burguesas dicen que casi el 80% de los chilenos repudian a Piñera, los partidos de la Concertación y el PC coinciden en que hay que aguantarlo tres años más! Y hacen todo lo posible para que sea así.

Hay que hacer exactamente lo contrario de estos partidos de “oposición de su majestad”. Es necesario un programa común para echar a Piñera y acabar con el régimen continuador de Pinochet.

La confluencia en un gran movimiento de rebelión obrera, juvenil y popular es lo decisivo para lograr algo más que migajas. Por eso, formular democráticamente un programa de reivindicaciones comunes es una necesidad vital.

La primera y principal consigna debe ser: ¡Fuera Piñera ya! Este gobierno es repudiado por la inmensa mayoría del pueblo. Ha perdido toda legitimidad. No podemos permitir que siga tres años más, reprimiendo y gobernando contra los intereses de los trabajadores, la juventud y la gran mayoría de los chilenos. Hay que dejar de rogarle, como hacen la Concertación y el PC: ¡hay que echarlo! ¡Impongamos un plan de lucha unificado obrero, juvenil y popular hasta echar a Piñera!

Pero, ¿después de Piñera, qué? Ya muchos comienzan a admitir que lo que está en cuestión no es sólo el presidente, sino también el régimen post–Pinochet. ¡Chile no puede seguir regido por la Constitución de la dictadura militar! Un punto fundamental del programa debe ser, entonces, el de una Constituyente revolucionaria, impuesta por la movilización de masas.

Por último, la unidad de todos los sectores en lucha, en primer lugar la juventud y los trabajadores, necesita una articulación de carne y hueso. La Concertación y el PC operan en las organizaciones sindicales, estudiantiles y populares a través de sus militantes, aplicando su política divisionista y capituladora.

Para enfrentar eso, los activistas independientes de los partidos de la Concertación y del PC, debemos unirnos y agruparnos en organismos propios, para pelear juntos por la dirección del movimiento, por una orientación de lucha consecuente contra Piñera y el régimen.

Corriente internacional Socialismo o Barbarie
9 de agosto de 2011

Notas:

1.– La Nación, 15/07/11.

2.– La Nación, 17/07/11.

3.– Cit.

4.– Andrés Zahler Torres, “¿En qué país vivimos los chilenos?, CIPER, 06/06/11.

5.– Patricio Navia, La Tercera, 11/12/06.

6.– Entrevista a G. Teillier, La Tercera dominical, 07/08/11, reproducido en la página web del PC chileno.

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