Mario R. Fernández
"¿Que tratado que los blancos hayan mantenido hemos quebrado? Ninguno.¿Que tratado que los blancos hayan hecho con nosotros han mantenido? Ninguno.
Cuando era un niño los Sioux eran dueños del mundo; el sol nacia y se ponia en su tierra; ellos enviaron diez mil hombres a la batalla. ¿Donde están los guerreros ahora? ¿Quien los mato? ¿ Donde están nuestras tierras? ¿Quien las tiene? ¿Que hombre blanco puede decir que le robé su tierra o un centavo de su dinero? Y si embargo me llaman ladrón. ¿Que mujer blanca, no importa cuanto de solitaria, fue tomada cautiva o insultada por mi? Y sin embargo soy un mal indio.
Tatanka-Iyotanka (Sitting Bull)
Al caer la tarde sobre el valle de Greasy Grass, junto al rio Little Bighorn, quedaron en el campo de batalla el Teniente –Coronel George Custer y su Séptimo de Caballería, con doscientos veinticinco
soldados, y treinta aborígenes que cayeron peleando por sus tierras.
Había terminado la batalla de Little Bighorn; el gran guerrero Sioux, Sitting Bull hacía un recuento. En alianza con Crazy Horse y su pueblo los Oglalas Lakotas y con Two Moons jefe de los Cheyenne, habían
derrotado al ejército norteamericano. Para la prensa de 1876 se trataba de una “masacre” pero había sido una victoria justa. Custer y su Séptimo de Caballería sí habían hecho masacres, atacando en la noche y asesinando mujeres, niños y ancianos, la historia se encargaría de aclarar esto. Sitting Bull sospechaba con razón, sin embargo que esta sería una victoria cara; la venganza no se haría esperar. El había tenido una visión que vaticinaba que esta victoria no marcaba sino el principio del final para los suyos.
Nacido en Grand River, hoy Dakota del Sur, en el año 1831, Tatanka-Yyotonka había escuchado atento de niño las historias y las fábulas que le relataba su madre. A los siete años fue elegido por su tribu para que lo prepararan como un bravo. A los once años participó en su primera cacería de búfalos. Se convirtió en héroe a los catorce años, cuando libró su primera batalla; fue allí que recibió el nombre de Sitting Bull, que era en verdad el nombre de su padre, él tomó el nombre que el hijo había llevado hasta ese entonces.
En 1868 después de haberse probado muchas veces en la batalla, Sitting Bull fue elegido jefe principal de la Nación Lakota (Sioux para los blancos). Este año se firma un tratado por el que los Lakota reciben las sagradas Montañas Negras (The Black Hills) en el tratado de Fort Laramine. Para 1872 se descubre oro en las Montañas Negras, hecho confirmado por Custer en 1874. Para 1876 el gobierno federal que no logró comprarle las tierras a los Lakota decreta que estos que no estén en reservas serán considerados hostiles. Sitting Bull y su gente se mantienen firmes mientras tres columnas de tropas federales avanzán sobre esa área. Este guerrero más tarde había convocado a los Lakotas, los Cheyenne y los Arapaho. Juntos pelean y ganan la batalla histórica de Little Bighorn, pero después miles de soldados son enviados al área a perseguir a estos honorables pueblos que en pocas oportunidades derrotaron al ejército de los blancos. Es la visión de Sitting Bull, nos llueven soldados del cielo había dicho.
Sitting Bull y su pueblo Hunkpapa Lakota parten hacía el norte buscando refugio, sus aliados se habían dispersados y algunos se rindieron poco después de Little Bighorn. Tienen algunas resistencias esporádicas en su marcha hacia el norte, y cruzan la frontera de Canadá en mayo de 1877. El general del ejército federal Alfred Terry les seguía los pasos; por orden del gobierno le ofrece un perdón a
Sitting Bull y que se rinda y vuelva a una reserva “india”. El jefe Sioux rechaza esta oferta y se contacta con el representante de Canadá en el área, el superintendente del Fuerte Walsh, James M. Walsh. Este
fuerte se había construido en 1875 por orden de la Noth-West Mounted Police en Cypress Hill, suroeste de de lo que es hoy la provincia de Saskatchewan y cerca de Alberta.
Inicialmente Walsh trata a Sitting Bull con descofianza y prejuicio; con el tiempo Walsh conoció y admiró la honestidad del jefe Lakota y su gente y admiró también su inteligencia y su profundidad para analizar cada concepto, cada circunstancia. Entre ambos hombres se desarrolla una fuerte amistad basada en el mutuo reconocimiento y que respeta el hecho de que provienen ambos de culturas y filosofias de vida muy diferentes.
Sitting Bull y su pueblo estuvieron en Canadá, cerca de Fort Walsh por casi cuatro años, según documentos fueron años de calma, de “dormir” tranquilo, sin persecución; él agradecía esa tranquilidad
y quería quedarse, pidió refugio formal al Primer Ministro de Canadá, John MacDonald a través de Walsh. Sitting Bull pensaba que quizás los hombres blancos de este lado de la frontera (canadiense) eran
diferentes a los del sur y ayudarían a su pueblo. En los años que pasaron en territorio canadiense habían nacido nueve hijos de la tribu, su jefe explicaba esto a Walsh ya que esperaba que ese hecho les diera cierto derecho legal a quedarse. Sitting Bull también pensaba que la Gran Madre Blanca (la reina) podría proteger a los Hunkpapa Lakota en su momento de necesidad, `pero no fue así.
James Walsh representa bien la causa de Sitting Bull y su pueblo frente al gobierno de Canadá. Pero pronto Walsh se dio cuenta que MacDonald no tenía ningún interés en proteger a los Lakota, de hecho no le interesaban tampoco los aborígenes canadienses. Walsh representa la petición de refugio de los Lakota y abroga en favor que estos se radiquen en Canadá, frente al Primer Ministro y otras autoridades. Intenta varias veces pero no recibe apoyo. Para julio de 1881, después de todo esto a este pueblo aborigen, se los expulsa practicamente y se ven obligados a rendirse y reportar en Fort Buford, North Dakota. Sitting Bull dice: “Deseo que se recuerde que fuí el último hombre en entregar mi rifle.” El y su pueblo tratan de
sobrevivir sin ingresar a la reserva pero el búfalo que había sido su principal alimento por siglos era muy escaso y el hambre los hace ingresar en la reserva de Standing Rock en 1883. Allí Sitting Bull está confinado hasta 1885 cuando el agente de asuntos indígenas del gobierno lo incita a que se una al show del “Salvaje Oeste de Buffalo Bill”. El gran jefe Lakota acepta ir en gira con Buffalo Bill porque su pueblo sufre grandes necesidades y usa el dinero que gana en esta gira, 50 dólares semanales y cuanto logra firmando autógrafos para la supervivencia de su gente. Hubieron muchos que querían conocer a este
gran guerrero, también muchos abandonan el show ya que se encontraban con un hombre tranquilo que camina cojeando y que usaba un chal cubriendo sus espaldas, y no el hombre de aspecto violento que ellos creian. De todas formas, repugnado por la forma de vivir de la sociedad de los blancos, quedó asombrado como las calles de las ciudades estaban llenas de mendigos. Sitting Bull se vuelve a Standing Rock apenas cuatro meses después.
Al volver encuentra a su gente peor que antes y se retira a vivir en una cabaña pequeña cerca del Gran River donde nació. Sitting Bull rechazó la fe de los hombres blancos pero envió a sus hijos a la escuela convencido de que era fundamental que la próxima generación Lakota supiese leer y escribir el lenguage del hombre blanco. Sitting Bull nunca firmó ningún documento entregando los territorios Lakota.
Cuando regresa a Standing Rock él tiene una segunda visión profética, es una premonición sobre su muerte en manos de su propio pueblo. En diciembre de 1890, la premonición se cumple; se organiza una Ghost Dance un rito muy significativo que data de tiempos prehistóricos y las autoridades temen que Sitting Bull se integre. Policias Lakota son enviadas a capturarlo y lo arrastran fuera de su cabaña, en el tumulto hay una balacera y el gran lider es asesinado de una bala en la cabeza.
James Walsh siete años después de renunciar a su institución militar por desacuerdos con el gobierno canadiense, era el gerente de una compañía minera en Manitoba, se enteró por el periódico local que Sitting Bull había sido asesinado. Y escribió en una nota: “Bull ha sido mal representado. El no fue un hombre sanguinario, los reportes de la pradera lo hicieron aparecer como si fuera. El pidió nada más que justicia. El no quería ser un mendigo o un esclavo...”
Sitting Bull fue sepultado inicialmente en Fort Yates, North Dakota, pero en 1953 sus restos son movidos a South Dakota, esta gran persona fue un guerrero valiente, padre cariñoso, hombre amable y amistoso con mucha fe en Wakan Tanka (el Gran Misterio, creencia del pueblo Sioux) profetizó el destino de su pueblo y el suyo propio. Que su espiritu recorra las praderas para protegerlas del daño que le causan las ambiciones sin límites de los hombres blancos.
Fuentes: “Sitting Bull en Canada”, Toni Hollihan; “Everyday Life of the North American Indian”, Jon Manchip Whita; “Great Documents in American Indian History”, edited by Wayne Moquin with Charles Van
Doren; “Sitting Bull: Champion of His People”,Shannon Garst.
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