Democratización-Integración
FFAA Chilenas.
Reflexión
y Propuesta de la Marinería Constitucionalista y Antigolpista.
Febrero 2015.
Somos
los suboficiales y clase antigolpistas de la Armada que nos
organizamos y denunciamos los planes golpistas de la oficialidad de
la Armada que el año 1973 usaron la institución para sus propios
intereses políticos.
Somos
parte de la resistencia al olvido en especial de los repudiables
hechos de la sistemática violación de los derechos humanos en este
país. Nos declaramos en rebeldía a dejar que los años transcurran
con el slogan “el tiempo todo lo sana”. Estamos aquí
suscribiendo en un momento histórico de transformaciones y procesos
de profundización de la democracia para que el tema del rol de las
FFAA sea parte de la discusión a nivel país.
El
actual modelo de FFAA ha representado por décadas limitaciones con
relación a los cambios históricos que las mayorías sociales han
emprendido. Hoy algunas de ellas han sido colocadas en la agenda del
gobierno actual, gracias a los estudiantes, movimientos sociales y
un gran número de ciudadanos.
Como
parte del movimiento social y ciudadano, percibimos que la democracia
en este país está lo suficientemente madura como para ser capaces
de transformar el rol de las FFAA, no podemos seguir observando y
constatando que nuestras FFAA sean el brazo armado de un sector
político del país, se requiere que se transforme en un brazo
cooperador y en definitiva integrado a un proyecto país. Postulamos
por unas fuerzas armadas que sean parte integral del Estado y de la
sociedad democrática y que su existencia sea para que garanticen un
ambiente seguro que nos permita disfrutar de nuestros derechos
inalienables y de las libertades que nos corresponden como seres
humanos. Razón importante es lo que está relacionado con el “Nunca
más”, que asociamos cada vez que iniciamos una acción en contra
de los que a contar de Septiembre del año 1973 violentaron este país
con relación a los DDHH.
La
única posibilidad de éxito de un nunca más, es hacer los cambios
que sean necesarios a nivel constitucional con los instrumentos que
nos permitan asegurar una proyección distinta a la que hasta hoy
tenemos.
El
tema es complejo, pero importante. Nuestra sociedad conoce poco sobre
las instituciones armadas y su cultura militar. En esa situación de
desconocimiento se acentúa la complejidad del tema. Empezaron a
aparecer estudios, seguramente porque caló muy hondo el hecho de
constatar que a partir de Septiembre del año 1973, las FFAA
arremetieron en forma salvaje contra un pueblo desarmado y contra un
gobierno que confiaba en ellas. De los estudios académicos y
escritos se aprecian dos tendencias, una en el trabajo de orientación
sociológica y otra de las ciencias políticas que buscan un
entendimiento global del comportamiento que han tenido las fuerzas
armadas como instituciones frente a otros sectores del estado y
frente a la sociedad civil a través de su historia contemporánea.
Según los expertos para captar la cultura militar como experiencia
vivida, requiere de una investigación antropológica que hoy es
difícil realizar. Se propone que lo humanístico-literario, como
disciplina, podría remediar la carencia de estudios sobre lo
militar, porque se apropian de cualquier problemática y la capacidad
argumentativa de la población crece. Sería la forma cercana a lo
ideal que desde la secundaria los alumnos pudieran conocer su real
protagonismo.
Allí
tendrían la oportunidad de entender que en buena parte de su
desarrollo institucional han sido utilizadas por las clases
dominantes en la represión a los movimientos sociales.
Aporta
mucho a este tema el hecho que universidades, facultades u
organizaciones sociales realicen seminarios o desarrollen estudios al
respecto. Como el publicado por el diario El Mercurio el 11 de mayo
del 2008. Allí se muestra como La Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales Flacso quiso comparar la percepción de la
ciudadanía al comienzo de la transición y posterior a la muerte del
general Pinochet. Una mirada sociológica apoyada en datos
estadísticos y análisis comparado en dos encuestas realizadas una
en 1991 y la otra en el 2007, en primer término buscaba contribuir
a visualizar tendencias predominantes en la sociedad chilena con
relación a los militares, sugerir algunas recomendaciones
pertinentes para un diseño de política pública sobre el tema. Lo
otro era, contribuir a consolidar una nueva forma democrática de
legitimación de las fuerzas armadas para una constructiva
interacción civil-militar. Entre sus conclusiones, informa que la
sociedad mayoritariamente el 72% en el 2007 responde que el
compromiso democrático de las FFAA es muy bajo, es decir las
perciben y las identifican como limitadores de la democracia, y
colaboración con el gobierno.
En
cuanto a las recomendaciones, que son varias, destacan:
1°
Visibilizar el Compromiso Democrático.
2°
Promover una Política Activa en materia de DDHH.
3°
Vincular la Defensa al desarrollo del país.
Si
el estudio del diario El Mercurio, hubiera sido a los 40 años del
golpe, este habría entregado datos más duros en relación a las
fuerzas armadas.
Lo
anterior evidencia que la percepción de la ciudadanía sobre
nuestras fuerzas armadas, no es buena, pero, además se advierte que
las relaciones civiles-militares no son lo que debieran ser en un
estado democrático. Las FFAA actuales, por décadas, solo han
servido para mantenerse en una orfandad relativa, es decir,
preocupadas solo de conceptos de jerarquización, disciplina y lo
apolítico, sin olvidar la parte económica, reajustes salariales
sobre la media de los empleados públicos y el incremento de sus
arsenales. Sin darle importancia a lo que tiene relación con el
verdadero rol de ellas en una sociedad democrática, ni tampoco a las
formas ni a los contenidos específicos de su integración con el
resto de las instituciones del país. La situación de fracaso de
relaciones entre lo civil y militar, fue aprovechada en su momento
por EEUU, para realizar una labor de penetración y adoctrinamiento
impulsada por el Pentágono y el aparato armado del gobierno de EEUU.
A partir de ese momento las fuerzas armadas chilenas acogieron como
suya la doctrina de seguridad nacional y en esas condiciones
reforzaron las tendencias anti socialistas ya antiguas en la
oficialidad y que fueron las condicionantes importantes en la
instauración a sangre y fuego de la Dictadura Militar en 1973.
La
displicencia de algunos mandatarios en el pasado es parte del costo
histórico que pagamos, cuando despreocupamos nuestras relaciones
cívico-militares, hoy tenemos la posibilidad de cambiarlas e
intentar legitimar una relación cívico-militar no solo distinta,
sino, ser capaz de democratizarlas.
Este
tipo de problemas de relaciones entre el poder civil y militar en la
mayoría de los países desarrollados, desde hace años, han sido
solucionados y han adoptado como política de estado, defender sus
democracias en forma más efectiva y desarrollando una doctrina
orgánica con un contenido distinto a la que caracteriza a sus
ciudadanos como “enemigos
internos”.
A la vez se preocupan de los “ciudadanos con uniforme” que son
los miembros de sus fuerzas armadas implementando todo lo que sea
necesario para protegerlos y que se sientan y se reconozcan como
parte integral de las diferentes áreas de su sociedad, en esto juega
un papel fundamental el desarrollo de los derechos humanos a su
interior. Por lo demás se les permite y existen asociaciones de
uniformados en Europa y otro continentes y ellos como parte de la
cultura militar no tienen escollos semánticos y hablan abiertamente
de los Comités, como el Comité Asesor de Defensa de la Mujer en
servicio activo, o del Centro para el control democrático de las
FFAA en Ginebra o por último de la Organización Europea de
Asociaciones Militares.
En
nuestro país el rol de los gobiernos ha sido de condescendencia
extrema, han ayudado a que los militares se sientan con derechos
extraordinarios. En 1970 se dio el caso en que la directiva de la
Democracia Cristiana presento un estatuto de garantías
constitucionales con el objeto de que Salvador Allende se
comprometiera a cumplir los puntos que allí estaban enumerados, esto
se hizo público el 24 de septiembre de 1970. Solo si, la exigencia
se aceptaba los parlamentarios DC votarían a favor de Allende en el
congreso. Este condicionamiento a quien había obtenido la primera
mayoría electoral, contenía un punto fundamental, de grave
trascendencia para el futuro del país; el concepto de autonomía de
las fuerzas armadas, no contemplado ni siquiera en la Constitución
de 1833 y menos vigente en la Constitución de 1925 que regia en los
años 70. Concretamente el punto por su contenido desconocía las
atribuciones constitucionales del Presidente de la República, en su
carácter de máxima autoridad, para intervenir en la designación de
los altos mandos y reemplazar a cualquier general o cuerpo militar
que no reconociera la obediencia al Presidente de la República, se
presento luego como reforma constitucional, aprobada en el Congreso
el 22 de octubre de 1970.
La
creencia generalizada de que la autonomía de las fuerzas armadas,
fue sancionada recién por la constitución de 1980 no es tal. Las
fuentes documentales, muestra de manera inequívoca que su origen se
remonta a la reforma constitucional del 22 de octubre de 1970. Allí
quedo establecido que las fuerzas armadas serán garantía de
“nuestra
convivencia democrática”,
atribución que excedía la función tradicional de garantizar y
defender la Integridad Territorial y la Seguridad Nacional ante
cualquier amenaza exterior. Nuevamente debemos decir que los costos
de esta reforma constitucional han sido por lo menos muy
desafortunados y por otra, a las elites militares les vino como
anillo al dedo para sus planes golpistas.
En
ese contexto social y político, desarrollamos y protagonizamos
nuestra iniciativa política de denunciar y posteriormente
organizarnos para neutralizar a los golpistas, debíamos evitar el
derrocamiento de un gobierno legalmente constituido.
Nuestra
denuncia apuntaba directamente a los mandos de la Armada que
preparaban un plan de exterminio en contra de los trabajadores,
pueblo en general , la izquierda chilena y todas las autoridades del
gobierno; insistimos que la oficialidad era golpista y que estaba por
derrocar y utilizar todo su poder de fuego para cumplir su objetivo.
Fuimos detenidos, torturados, pero aún nos quedaban fuerzas y desde
la cárcel de marinos, el Cuartel Silva Palma enviamos una carta
pública al Presidente para decir por escrito lo que había sucedido
con nosotros, era nuestra última oportunidad de decirle al
Presidente que lo que había planteado con relación a nosotros era
una equivocación y que las FFAA no era constitucionalistas ni
leales. Históricamente queda claro que alguien estaba equivocado en
sus análisis con relación a las fuerzas armadas, por desgracia
éramos
nosotros los que teníamos la razón.
Posteriormente y en el fatídico 11 de septiembre de 1973, cuando el
Presidente Allende envió su último mensaje desde la Moneda, en una
de sus partes reconoce y caracteriza a los mandos de las FFAA como
traidores y rastreros, obvio eran los juramentados.
Lo
anterior desnuda buena parte de los mitos que a esa fecha se tenían
de las FFAA. Las autoridades y no solo ellas, todos se permitían
asegurar que eran legalistas y leales. Mencionamos lo anterior no con
un afán protagónico sino porque nuestro comportamiento propicia el
análisis de la relación entre la legalidad y disciplina militar. La
oficialidad golpista reivindica la verticalidad del mando, eso
implica que un marino o soldado debe obedecer siempre a sus
superiores
y que es responsable de sus actos. Nosotros postulamos la
preeminencia de la ley sobre las órdenes, y el derecho a
incumplirlas cuando violan la ley o los derechos humanos, y todos son
responsables. Lo paradojal fue que en la práctica la oficialidad
golpista nos acuso de “sediciosos”. Mientras esto no cambie,
nadie puede garantizarnos que los hechos del 11 de septiembre 1973 no
se repitan.
La
falta de garantías se aprecia con su soberbia pública de no
reconocer sus crímenes en el periodo de la dictadura, el de cambiar
las responsabilidades institucionales por responsabilidades
personales, se autodenominan familia militar, realizan todo tipo de
acciones para legitimar su actitud como válida, entre ellas levantar
estatuas a los promotores del Golpe Militar. Sus opiniones son sobre
los temas más diversos, muchos de los cuales caen derechamente en el
terreno de la política, mientras las autoridades estiman que todo
está en el plano de la normalidad.
En
este plano de normalidad, los gobernantes de nuestro país también
han colaborado a potenciar y a legitimar lo anterior, cuando y en la
gran mayoría de las veces hacen vista gorda a sucesos que
comprometen al alto mando de nuestras FFAA, en situaciones
atentatorias contra los derechos y la dignidad de la ciudadanía,
como es por cierto, cuando aparecen oficiales de uniforme en eventos
que son cuestionados por la ciudadanía o efectuando declaraciones
reñidas con la convivencia democrática o cuando uno recuerda los
sucesos de Antuco. Desconcierta el hecho que nadie informa o
cuestiona que se instale una sucursal de la Escuela de las Américas
en el Fuerte Aguayo ubicado en Con Con, donde se adiestra personal
destinado a fuerzas antidisturbios, contramedidas y otras
instrucciones orientadas a utilizarlas en contra de los movimientos
ciudadanos, sociales y estudiantiles que luchan por sus intereses,
que no son precisamente de la conveniencia de las elites gobernantes.
Lo
decíamos antes, no hay información debida y tampoco se conocen
reacciones públicas de parlamentarios, este tipo de complicidad no
es buena para la democracia de hoy ni del mañana.
Nosotros,
siendo parte del movimiento social de este país, queremos propiciar
una actitud distinta, seguramente aún hay quienes se preguntan si
actuamos correctamente o que hubiera ocurrido si hubiéramos logrado
nuestro objetivo de neutralizar a los golpistas. No se puede
reescribir la historia, pero ello no implica sepultarla en el olvido,
menos olvidar el carácter antihumanitario de los militares golpistas
que deja un saldo de cientos de ejecutados, desaparecidos,
torturados, mujeres violadas, quemadas, adolecentes y niños
huérfanos, asesinados, un escenario que por muchas décadas estará
en nuestras retinas y en la memoria de muchos. Tampoco olvidar las
circunstancias en que fueron asesinados los constitucionalistas como
los generales Schneider y Prats o el edecán del Presidente Allende
Comandante Araya, esto último al propio estilo del periodo de
nuestra independencia. Nuestra memoria tiene un espacio especial para
los nuestros que decidieron quedarse en este país luchando por su
democracia y que fueron asesinados cobardemente por los aparatos
represivos. A nuestras familias, en ese peregrinar a la cárcel
sobreponiéndose a las humillaciones que les infringieron quienes nos
estaban custodiando.
No
ser expertos en el tema no nos limita poner a disposición nuestras
vivencias por años al interior de una de las instituciones de las
FFAA. Fuimos actores privilegiados y tenemos algo que decir al
respecto. Estamos convencidos que dentro de los marcos legales que se
establezcan con una nueva constitución eso será posible. La que
tenemos hoy como tal es ilegitima desde su origen, por quienes la
idearon, la forma en que la impusieron y por su contenido.
Necesitamos de una nueva y moderna con sabor a ciudadanía, con los
instrumentos que garanticen los derechos de todos y para todos los
chilenos. Junto con ello e independientemente de que el modelo para
obtenerla sea una Asamblea Constituyente u otro mecanismo, como parte
de la ciudadanía nos preocupa el hecho de que a la fecha se ha ido
soslayando el tema de las fuerzas armadas. Esperamos que el tema sea
considerado en los cambios estructurales del país. Somos
democráticos y en esencia optimistas, queremos nuevas generaciones
de oficiales con una formación distinta a lo que ha sido a la fecha,
necesitamos que la tropa no quede aislada por el famoso verticalismo
ante eventuales golpes de estado u otros delitos, es el tipo de
fuerzas armadas que quisiéramos legitimar. El garante de la
institucionalidad y del orden es el pueblo.
A
continuación presentamos varios puntos apoyados en nuestra
experiencia y en la convicción de que son necesarias para no dejar
espacios a quienes pretendan repetir lo que aconteció en los años
70. Son reformas desde nuestra visión para una fuerzas armadas más
integradas a la democracia y más confiables, que debieran quedar
como expresión en el marco de una nueva Constitución para nuestra
República.
Nuestra
propuesta para democratizar las FFAA:
Escuela
Matriz Única por Rama de las FFAA
Una
escuela que entregue una formación militar integral, asociada y
relacionada con la defensa de nuestras riquezas naturales, sobre todo
la protección de las personas. Que en sus programas de estudios
incluya la Educación Cívica. Los Derechos Humanos y el Medio
Ambiente.
Que
su docencia sea constituida por profesores universitarios cuya
competencia e idoneidad asegure una enseñanza que promueva la
democracia y el humanismo a sus alumnos.
Gratuidad
de admisión y enseñanza para sus alumnas y alumnos.
Escalafón
Único por Rama de las FFAA.
Establecer
un examen de admisión común para ingresar a la Escuela Matriz Única
para cada una de las ramas de las FFAA, desde donde, en base a una
evaluación objetiva, profesional, meritos y capacidades se obtenga
el cuadro permanente de oficiales y de suboficiales.
Subordinación
del Poder Militar al Poder Civil.
Subordinación
total de las FFAA a la autoridad civil democráticamente elegida en
las urnas.
Prerrogativa
Presidencial en su carácter de máxima autoridad, para intervenir en
la designación de los altos mandos y reemplazar a cualquier general
o cuerpo militar que no reconozca la obediencia al Presidente de la
República.
Las
políticas militares, como la planificación estratégica y la
identificación de las amenazas, no pueden ser formuladas únicamente
por los altos mandos, sino por la ciudadanía, a través de sus
representantes naturales elegidos democráticamente como son el
Ejecutivo y el Parlamento, especialmente en lo que tiene relación
con una nueva Ley Orgánica Constitucional de las FFAA
La
ley emanada de la Carta Magna tiene preeminencia sobre la orden
superior. La desobediencia a órdenes ilegales debe ser un deber
militar y en consecuencia obligado en los casos de represión
antidemocrática. Se deben tener los instrumentos necesarios que
aseguren e identifiquen la depuración de responsabilidades y ejerzan
las medidas tendientes a erradicar las órdenes ilegales,
independiente de la cadena de mando.
Restablecer
la norma que todo ascenso a grados que impliquen el mando de una
unidad militar de cierta importancia (cuartel, buque, bandada…),
sea en última instancia decidido por la Cámara de Diputados por una
mayoría especial. En la Constitución de 1925 era el Senado. Una
forma de control ciudadano cívico de los curriculum de los
candidatos a ascensos y a puestos de mando.
Derechos
Civiles de los miembros de los institutos armados.
Los
miembros de las instituciones armadas son ciudadanos, con derechos
civiles. Ningún reglamento puede negarles sus Derechos
Constitucionales garantizados a todo ciudadano, de asociación,
reunión, sindicalización, proseguir estudios superiores. Estamos
por defender el derecho a la libre expresión de sus miembros,
siempre que no se ponga en riesgo la ejecución de sus misiones
operativas legalmente emprendidas.
Derecho
a los militares a participar en las reflexiones que atañen a las
FFAA, fundamentalmente las que son requeridas por las autoridades
para opinar sobre reformas de las propias FFAA, o con relación a sus
remuneraciones. Sobre la participación de las FFAA en tareas de
desarrollo. Es evidente que el aporte será más completo, que cuando
se pide solo la opinión del mando, porque reflejara la visión de
mujeres y hombres que participan en las tareas de defensa.
Legitimar
como un derecho, la deliberación interna de todos los miembros de
las FFAA, sería un aporte al “Nunca Más”, en definitiva se
debiera considerar atenta y detenidamente el pro y los contras de los
motivos de una decisión, antes de adoptarla. La deliberación y la
comunicación fluida dentro de cánones de respeto impedirían hechos
que han sido fatales para los intereses de nuestra República.
Las
asociaciones de los miembros de las FFAA deben contar con capacidad
reconocida y efectiva de defensa de los intereses profesionales de
sus miembros por las Instituciones Armadas. Los valores democráticos
deben ser asumidos como cauce de expresión de la soberanía popular.
Participación
íntegra de los miembros de las FFAA en servicio activo en las
organizaciones sociales (clubes deportivos y sociales, juntas de
vecinos, juntas de vigilancia, etc.
Como
todo ciudadano, los militares son libres de practicar la religión
que deseen, pero fuera del lugar de trabajo.
Situación
Jurídica, Social y Memoria
Se
hace necesario revisar y actualizar el Código de Justicia Militar de
acuerdo a los requerimientos del siglo XXI, para sacar todos los
delitos que no sean específicamente militares, cometidos por sus
miembros. El sistema procesal militar debe encuadrarse en un sistema
único de justicia y garantizarse la independencia del tribunal,
salvo en los casos de guerra. El Reglamento Interno debe
reactualizarse para definir con claridad y precisión lo que
constituye el concepto de disciplina y de allí considerar y
establecer lo ilícito, tanto como limitaciones a los derechos
civiles de los miembros de nuestras FFAA.
Abolir
toda medida discriminatoria al interior de las FFAA, todo aquello que
promueva la exclusión de sus miembros. Trato igualitario sin
importar rango o genero, esto no contraviene el principio de
jerarquía ni disciplinario.
Legalizar
el nombre “FFAA de Chile”. Para terminar con el concepto de
“Familia Naval”, Militar o Aérea, este concepto engañoso
desliga a las instituciones armadas del resto de la ciudadanía. Las
Fuerzas Armadas son y representan a todas y todos los chilenos, no
son representantes solo de algunas familias chilenas.
Degradación
inmediata y pérdida de beneficios de sueldos para todos aquellos
militares que hayan violado los Derechos Humanos o cometido crímenes
de Lesa Humanidad u otro crimen que envuelva presidio perpetuo.
Suprimir
y cambiar insultos a la memoria, monumentos, actos, nombre de calles,
reparticiones, buques o cualquier recinto público o militar, que
involucre tanto a civiles como a miembros de la oficialidad que hayan
violado la convivencia armónica entre FFAA y civilidad.
Fundamentalmente a los violadores de Derechos Humanos y Crímenes de
Lesa Humanidad.
Regular
el acceso a los archivos. Como todo servicio público, los archivos
de las instituciones armadas deben ser fácilmente accesibles a la
ciudadanía, especialmente a los investigadores, después de un plazo
prudente. Nada justifica documentos ocultos.
Iglesia
y Estado
Acatar
la separación entre la Iglesia y el Estado, vigente en Chile desde
1925. Nada justifica “consagrar” las instituciones armadas, que
son instituciones públicas, a divinidad alguna, ni mucho menos
financiar un clero especial, con el agravante que aquel clero ha
ostentado posiciones golpistas.
Rol
Social de la FFAA
Utilizar
sus recursos en tareas de desarrollo. Los recursos considerables que
la nación entrega a las fuerzas armadas, materiales e intelectuales,
podrían ser utilizados en tareas de desarrollo del país.
Incorporación
sistemática a las tareas productivas de la sociedad (abastecimiento
y provisión de servicios a zonas remotas del país; trabajos
voluntarios en zonas rurales y urbanas, etc.)
Incorporación
a la defensa de nuestros recursos naturales, patrimonios de la
humanidad, incluidos la documentación, el arte, la cultura, la
protección de las personas y la vida humana. Protección del medio
ambiente, los recursos hídricos, glaciares, humedales.
Víctor López Z. Ricardo Tobar T.
Presidente. Secretario.
Guillermo
Castillo E. Bernardo Flores V.
Secretario
de Finanzas. Secretario de Actas.
Mariano
Ramírez R. Luis Jorquera S.
Comisión
Memoria Histórica Comisión Memoria Histórica
Pedro
Blaset C.
Comisión
Jurídica
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