jueves, 5 de enero de 2012

Siria - Los ojos de la revolución


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Los ojos de la revolución

Cuarto capítulo de "Crónicas de Siria", realizadas clandestinamente durante estas Navidades en la sitiada ciudad de Homs, Siria 

La única fuente de imágenes de Siria son las grabaciones de los ciudadanos que se sirven de Internet para difundirlas al mundo.Vecinos como Bilal, Hussein, Eyyed, Abu Saleh y otros muchos aprendieron que sin pruebas testimoniales de la represión nadie les daría crédito. Esta es su historia.


Mónica G. Prieto
Periodismo Humano


Las imágenes con las que abría el informativo de Al Jazeera árabe en la noche del pasado lunes eran de una franca crudeza. Varios civiles yacían en la estrecha calle de Baba Amr recién bombardeada desde un carro de combate, todos muertos. Uno tenía la cabeza abierta, otro había fallecido acurrucado en el muro, uno más tendido en la calle en un gran charco de sangre. Más adelante, las escenas de los carros de combate disparando contra la ciudad daban una clara idea de las dimensiones de la agresión y, unos segundos después, las escenas del hospital de campaña de este barrio de Homs desalentaban a los espectadores árabes.

La autora de este reportaje, la periodista Mónica G. Prieto, corresponsal de Periodismo Humano, y un ciudadano de Homs esquivan los disparos del ejército de Assad al intentar cruzar una calle batida por fuego de francotiradores y soldados. Este vídeo fue grabado esta Navidad  2011 por uno de los cámaras ciudadanos del barrio de Baba Amr.

En la oficina donde viven los periodistas ciudadanos de Baba Amr, los informativos internacionales se observan detenidamente pero no para obtener datos, sino para aprender de sus propios errores. "Bien hecho Bilal", comentaban en referencia al primer vídeo mientras su autor, dos horas antes conmocionado por la matanza, observaba ahora la escena con la frialdad de un cirujano. "¡Mira, Eyyed, tus escenas del tanque!". Y Eyyed, con las piernas aún doloridas por la actividad de todo un día corriendo para grabar la agresión del Ejército sirio contra su barrio, sonríe reconociendo su voz en el audio del vídeo. Hussein, que ha pasado la tarde en el hospital, ve compensadas sus horas de grabación con los segundos de informativo, como le ocurre a Abu Salah, la cara de Baba Amr, el único ciudadano que ha elegido dar la cara para que los canales árabes tengan un informador sobre el terreno.

La única fuente de imágenes de Siria que alimenta los medios internacionales son las grabaciones de los ciudadanos que han optado por documentar la revolución y se sirven de Internet para difundirlas al mundo. Cuando Damasco restringió el acceso de los periodistas al país, no podía imaginar que la imaginación de los activistas supliría el trabajo de los reporteros. Vecinos como los citados Bilal, Hussein, Eyyed, Abu Saleh y otros muchos aprendieron enseguida que sin informadores no tendrían visibilidad, y que sin pruebas testimoniales de la represión nadie les daría crédito. "Ya nos pasó con la revolución de Hama [en 1982]", explica Eyyed. "No había periodistas y la gente no tenía acceso a cámaras ni a Internet. Nadie supo de lo ocurrido hasta varios meses depués. Por eso consideramos que las imágenes son el arma más poderosa contra Bashar Assad".

Eyyed afirma que al principio de la revolución tuvo la oportunidad de comprarse un arma o una videocámara, y optó por la segunda. Nunca había filmado en su vida, más que los eventos familiares con su teléfono móvil, pero se volcó en el autoaprendizaje gracias a Internet. "Los pocos periodistas profesionales de televisión que han pasado por Baba Amr me han enseñado, y yo me he esforzado por aprender de ellos. Ahora he aprendido a grabar varias secuencias de cada acontecimiento, y a tener paciencia hasta encontrar la mejor toma".

Al principio no eran más de cinco los vecinos quienes se armaron con cámaras, pero el equipo se fue ampliando hasta los 12 periodistas ciudadanos con los que actualmente cuenta el barrio, gente implicada en la revolución que necesita hacer algo más que manifestarse. Cada barrio de cada ciudad insurrecta dispone de su propio equipo de periodistas ciudadanos, que dedican sus vidas a documentar la represión-

"En mi casa se hablaba de derribar la dictadura desde que era un niño", explica Bilal. "Así que me impliqué en las manifestaciones desde que comenzaron. Al principio, rescataba a los heridos por disparos del régimen. Pero quería hacer más, y cada vez pensaba más que el mundo debía saber lo que estaba pasando. Entonces me encontré con Eyyed, y me dio una cámara Sony". La misma que ahora se ha convertido en una inseparable compañera del joven, consagrado a poner la revolución siria en los canales árabes.

Desde entonces, Bilal vive con una decena de activistas/periodistas en su cuartel general de Baba Amr, varias habitaciones donde los cargadores de baterías, los teléfonos móviles siempre encendidos y  una larga decena de portátiles se disputan el espacio con ceniceros repletos de colillas y las omnipresentes tazas de mate, té y café árabe.

La organización recuerda a la de una agencia informativa. Eyyed asigna cada día los destinos de sus cámaras ciudadanos, empezando por él mismo, que suele reservarse misiones de riesgo, y deja a otros cinco componentes del equipo a cargo de las comunicaciones con medios de comunicación árabes e internacionales en las que difundir detalles de la situación general y aportar los últimos datos de muertos y heridos. Los teléfonos móviles les sirven para coordinar sus movimientos según evolucionen los acontecimientos.

Bilal, como el resto de camarógrafos, puede llegar a captar entre cinco y siete vídeos al día. "Eyyed me enseñó todo lo que sé, y el resto lo he ido aprendiendo de la experiencia. He aprendido a no acercarme demasiado, me ha costado entender que no se pueden enseñar escenas demasiado crudas, que es mejor mostrar emociones". Eso resulta especialmente difícil en el entorno de Siria, donde los civiles se niegan a ser grabados o fotografiados por miedo a ser reconocidos y detenidos por el régimen. De ahí que los reporteros ciudadanos de Homs se hayan especializado en buscar planos generales donde no se puedan distinguir los rostros.

Si a algunos periodistas sus cámaras les supone una suerte de escudo ante la realidad que ven, para estos reporteros ciudadanos no implican ninguna protección, más bien al contrario. "Si me encontraran con mi cámara, me cortarían en pedazos y harían una ensalada con mis restos", dice Bilal con una enorme carcajada. "La cámara me convierte en alguien buscado por las autoridades, el régimen piensa que es un arma de destrucción masiva".

Otro de sus colegas recuerda cómo, en una de las primeras incursiones del Ejército en las calles de Baba Amr, los uniformados requisaron todas las cámaras que encontraron. "Tener una cámara o un bote de pintura en spray está prohibido en Homs. Es un delito estar en posesión de una de éstas", dice acariciando un Samsung roja.
El riesgo al que se enfrentan es indudable. Los últimos ojos de la guerra cerrados por un disparo fueron los de Basil al Sayed, uno de los cámaras del equipo de Eyyed: grababa el pasado martes en un checkpoint en la entrada de Baba Amr cuando un francotirador le disparó en la cabeza.

Basil al Sayid

Ese día, los ánimos amanecieron muy bajos en la oficina de los activistas. Pero ninguno de ellos dudó en introducir sus respectivas cámaras en sus bolsillos y salir, como cada día, a grabar.
Basil al Sayid ni siquiera era la primera víctima que padecía la hermandad de reporteros ciudadanos que ha surgido en toda Siria. A Abdel Aziz al Nahar una bala le impactó en la cabeza cuando grababa a soldados sirios encaramado en los hombros de Eyyed. Milagrosamente sobrevivió y hoy se recupera de las graves heridas fuera de Siria.

Su mejor amigo se llama Abu Salah, tiene 26 años y hace apenas un mes decidió pasar de registrar con su cámara lo que estaba aconteciendo a ponerle cara a la revolución.

Hoy en día, su rostro puede verse en Al Arabiya, Al Jazeera y otros grandes canales árabes retransmitiendo desde hogares destrozados por la artillería, mezquitas, funerales o manifestaciones. Acompañado de un cámara y armado con un teléfono satélite, hace las veces de reportero de guerra por pura convicción. "Fui de los primeros en empezar a grabar en vídeo, porque quería concienciar a la gente de lo que estaba ocurriendo en Siria. Comencé a filmar con un teléfono móvil cuando todos estaban asustados, hasta que me dieron una cámara. Ahora he decidido cambiar de función. Debemos asumir responsabilidades para mostrar a los medios extranjeros lo que está pasando", explica

Abu Salah ha sobrevivido a cuatro ataques. "Dos veces me dispararon mientras grababa, una tercera rodearon la casa del barrio de Inshaat, donde estaba alojado, en otra ocasión atacaron mi vivienda". La razón es que "me rastrearon por mis vídeos y me encontraron", explica en referencia a la Inteligencia siria. "Ya es tarde: saben quién soy y si me encuentran sé que será mi final. Pero el precio que están pagando mis vecinos es muy alto, y debo estar a la altura de sus sacrificios".

Esa fue la razón por la que decidió significarse hasta el punto de ponerle cara a la revolución. Ahora todo Siria le reconoce, como en todo el país recuerda el nombre de Mohamed Farzal al Jarban, un camarógrafo ciudadano de Quseir al que los servicios de Seguridad arrancaron los ojos en un directo mensaje. "Torturan a cada hombre que participa en la revolución, a todos. Nadie está a salvo en Siria".
Selección del trabajo de los cámaras ciudadanos de Bab Amr hasta Nov. 2001.

Han sido muchos los cámaras heridos, y muchos los asesinados por el régimen por difundir mediante Internet los crímenes de la dictadura. El coqueteo con la muerte es contínuo, y no siempre porque vayan a buscar las consecuencias de la agresión militar del régimen de Bashar Assad. El lunes por la tarde, en uno de los más furiosos bombardeos contra Baba Amr, un proyectil impactaba contra la casa anexa a la que sirve de cuartel general para los activistas. El edificio se tambaleó cuando la mayoría se encontraba descargando sus imágenes a Internet en una habitación interior, la más protegida de la vivienda; la explosión retumbó en los tímpanos. Por puro instinto se evacuó la sala: una vez en el pasillo, Eyyed comenzó a organizarles. "Vamos, quiero a alguien en la casa bombardeada y a otro en la calle, necesitamos grabar también el impacto desde el exterior. ¿A qué esperáis?".

Lo que más difícil les resulta es mantener la sangre fría ante la muerte de sus vecinos y amigos. "Ayer tuve que dejar de filmar", explica Bilal en referencia a la explosión de artillería que costó la vida a cinco personas, cuatro menores de edad, en una casa de Baba Amr. "Eran mis primos". Pero eso no les disuade de abandonar. Proyectan mejorar los equipos de grabación y continuamente trabajan para actualizar los foros en las redes sociales donde descargan sus grabaciones, manteniendo así al mundo informado. "Sin las cámaras, no habríamos llegado hasta aquí", dice Eyyed con convicción.
 "Nuestro objetivo es que todo el mundo pueda ver lo que está pasando en Siria. Que no pueda cerrar los ojos, que tenga que verlo. Nos sentimos muy solos en esta batalla", se lamenta Omar Shakir, otro de los activistas, encargado de contar en inglés a los medios extranjeros lo que ocurre en el barrio. "No podríamos acabar con Bashar sin nuestras cámaras", concluye Eyyed.

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