Los Encapuchados de
Panajachel
En Panajachel, a orillas del lago de Atitlán, que un día
fuera paraíso hippie para tantos guatemaltecos y extranjeros, cientos de
ciudadanos encapuchados, dirigidos a cara descubierta por varios miembros de la
Comisión de Seguridad Municipal, han creado un grupo paramilitar de limpieza
social. Los Encapuchados son responsables de decenas de palizas, detenciones
ilegales, torturas, linchamientos y una desaparición a lo largo de los últimos
meses. La que sigue es una crónica de la violencia cotidiana en uno de los
países más violentos del mundo, ejercida por quienes dicen combatirla.
Alberto Arce *
Brecha, Montrevideo, 10-12-2011
http://www.brecha.com.uy/
Callejón de las Armonías, zona 1 de Panajachel, lunes 24 de
octubre, 11 de la mañana. Ha sido fácil. Apenas un paseo y un par de preguntas
a los niños del barrio hasta dar con la persona con la que quiero hablar.
—Busco a Víctor Anleu.
—¿Para qué?
—Soy periodista, y me gustaría hablar con él para entender
qué está sucediendo aquí. Hay acusaciones muy fuertes contra él y Juan Manuel
Ralón, entre otros miembros de la Comisión Municipal de Seguridad de
Panajachel. Dicen en la prensa que están golpeando y desapareciendo a personas.
También se dice que dirige junto a ellos al grupo de Los Encapuchados. ¿Usted
le conoce, podría indicarme dónde vive?
—Yo soy Víctor Anleu. Pase.
Los Encapuchados son un grupo paramilitar de ciudadanos que,
desde hace meses, imparte en Panajachel su particular sentido de la justicia y
el orden ciudadanos. Se dedican, cubierta la cara con pasamontañas y munidos de
bates de béisbol, tubos, palos y pistolas de electroshock, a golpear, retener y
torturar en plena vía pública. Incluso a asesinar.
El problema no es nuevo y se ha gestado a lo largo del
último año. La desaparición de Luis Gilberto Tián, linchado en plena feria de
Panajachel el 4 de octubre junto a dos amigos que sobrevivieron y permanecen
escondidos desde entonces, es sólo la última de sus manifestaciones. La
periodista de El Periódico Lucía Escobar denunció la situación y los hechos
comienzan a precipitarse. Por lo pronto, Lucía ha sido amenazada por aquellos
que, según todos los indicios, dirigen la Comisión Municipal de Seguridad y el
grupo de Los Encapuchados, con el alcalde Gerardo Higueros como corifeo
amplificador y legitimador institucional.
Cuando Lucía acusó a la Comisión de Seguridad no era la
única que tenía información al respecto. El cable de la embajada de Estados
Unidos en Guatemala "09Guatemala1025", escrito el 12 de diciembre de
2009 y filtrado por WikiLeaks, apoya esta tesis. Titulado "Grupos de
vigilantes se toman la justicia por su cuenta", dice que las juntas
locales de Seguridad Ciudadana, formadas por individuos frustrados por la
frágil situación de seguridad y la crisis económica en sus comunidades, operan
en departamentos como Quiché, Chimaltenango, Huehuetenango y Sololá. Estos
grupos defienden un modelo de justicia vigilante y han actuado de manera
violenta contra la policía y aquellos a quienes consideran delincuentes.
Víctor Anleu tiembla ostensiblemente. Se ha puesto muy
nervioso. Es una de las personas que ha dirigido al menos dos de los
linchamientos de los últimos meses –a cara descubierta y ante decenas de
testigos–. Ni lo oculta ni lo niega ante el periodista.
—¿Por qué tiembla, Víctor?
—Porque todo lo que dicen de nosotros me está poniendo muy
mal y uno desconfía de cualquiera que venga a buscarme a casa. Una vez vino un
periodista a hablar con nosotros y tergiversó todo lo que le enseñamos. Déjeme
que le cuente. Yo no tengo nada que ver con Los Encapuchados.
Víctor es un hombre físicamente fuerte pero suave en las
formas. Educado y de conversación agradable, acepta un solo cigarrillo durante
más de dos horas de azorada conversación. No cesa de repetir que lo suyo es la
escultura y el arte.
—Yo soy escultor, ¿sabe? He vendido piezas a varios países,
organizado exposiciones, tengo mi vida, mi casa, mi negocio, y no quiero verme
envuelto en esto. Ando con miedo, me pintan de asesino. No lo soy. En realidad
soy yo quien está recibiendo amenazas continuas desde hace un mes.
—¿Puedo verlas?
Muestra, sin titubeos, varios mensajes muy desagradables en
su teléfono. Todos recibidos desde el mismo número. Amenazándole a él, a su
familia, a sus nietos, durante el día y la noche, en su casa, y augurándole el
peor de los destinos si pisase la cárcel, algo que parecería próximo. Todas
aparecen firmadas por los "Zeta 200".
Durante la conversación, sin mayor dificultad, y sin ser
consciente de ello, además de explicar la ideología de limpieza social que le
mueve a actuar y su papel en alguno de los linchamientos, Anleu dará evidencias
de tener alguna relación –quizás, y sólo quizás– directa con el asesinato o los
asesinos de Luis Gilberto Tián, de 24 años, el 4 de octubre.
Víctor no está solo. Acaba de sumársele en silencio y con
sus formas extremadamente suaves, Teresa Coello, una antropóloga mexicana que
llegó hace casi dos décadas a la ciudad para trabajar en la misión de las
Naciones Unidas y actualmente dirige un centro cultural, además de ser miembro
de la Comisión de Seguridad.
Panajachel, según Víctor y Teresa, era hasta hace poco
tiempo una ciudad en la que los vendedores y consumidores de drogas se hicieron
fuertes gracias al turismo y la afluencia de extranjeros. Con ellos llegó el
resto de los delitos, secuestros, extorsiones y robos.
Los "hippies" –tal y como la pareja llama a los
"culpables del deterioro del clima social"– campeaban a sus anchas
por las calles. Hasta que ellos, la Comisión Municipal de Seguridad,
aparecieron e implantaron un nuevo clima de seguridad y respeto en las calles.
"Ahora ya no hay secuestros, ya no hay robos, se han limitado las fiestas
nocturnas. Hoy, gracias a nosotros, Panajachel es una ciudad más segura."
Como máximo ejemplo de esos "hippies", Anleu y
Coello señalan sin reparos a Lucía Escobar, a quien acusan, junto a Lorenzo
Neri, propietario de un conocido bar local, El Aleph, de trabajar en
coordinación con Gerardo Montejo, "el narco de Panajachel".
A Gerardo Montejo, que durante años fue vecino de Víctor
Anleu, decenas de personas encapuchadas lo golpearon el 15 de marzo hasta casi
matarlo. Le perdonaron la vida sólo a cambio de que abandonase el pueblo.
Víctor Anleu organizó, dirigió y participó junto a Juan Manuel Ralón de esa
paliza. Hay decenas de testigos, Policía Nacional Civil incluida.
—Panajachel es una bomba de tiempo a punto de estallar –dice
un agente de la policía–. Parece una ciudad tranquila. De día son vecinos
normales, pero por la noche hacen lo que quieren. Aquí todo puede cambiar en
unas horas. Ya ha pasado varias veces. Tenemos órdenes de la gobernadora y del
Ministerio Público de proceder contra ellos porque no son legales. Pero no
podemos. La Comisión de Seguridad patrulla las calles a cara descubierta.
Simplemente, cada vez que van a hacer algo ilegal, sacan la capucha y se tapan.
Y durante los linchamientos siempre llevan a sus víctimas al Puente de la
Amistad.
—¿Y por qué no actúan entonces?
—Porque somos dos o cuatro como mucho cada vez, y ellos son
80 o 100. Reúnen grupos grandes muy rápido. Se avisan por radio, llegan en pick-ups.
Tienen los mismos medios, si no mejores, que la propia policía. Y se los ha
dado la municipalidad.
—¿Quién los dirige?
—Víctor Anleu y Ralón. Ellos no se tapan. Pero dirigen a la
gente, la controlan, la manipulan. Los Encapuchados les obedecen y hacen todo
lo que les piden.
—¿Y qué se puede hacer?
—Ya hemos enviado un informe completo a la capital
explicando la realidad. Lo único que puede esperarse es que envíen policías
para acabar con esto. Nosotros no podemos hacer nada más. Aquí se han quemado
patrullas, nos han dado vuelta los carros y nos han amenazado.
Antonio Díaz Escobar, un vecino de Víctor Anleu que abandonó
Panajachel tras el linchamiento que sufrió su familia, cuenta por correo
electrónico cómo comenzó todo.
"Las patrullas de seguridad empezaron cuando la
tormenta Ágata llegó a Panajachel. Su origen fue constructivo. Los vecinos
salieron a la calle con el plan de salvaguardar las pertenencias de las
familias que habían sido desalojadas de sus casas. Cuando la tormenta terminó,
Víctor Anleu propuso continuar patrullando unos días más. Esos días más ya se
han convertido en un año. Y las patrullas se han institucionalizado y extendido
a toda la ciudad como Comisión Municipal de Seguridad, presidida por momentos,
auspiciada y financiada con equipamiento por el alcalde Gerardo Higueros."
Varios vecinos cuentan cómo las capuchas comenzaron a
aparecer a los pocos días. Dos de ellos, Lorenzo Neri y Byron Díaz, y otro más
que pide el anonimato, dejaron de patrullar cuando vieron que se cometían
delitos. Los que se quedaron, ya convertidos en peligrosos paramilitares, no se
han detenido desde entonces.
Tres linchamientos señalan directamente como responsables a
Los Encapuchados. El primero tuvo lugar el 15 de marzo, cuando una turba
dirigida a cara descubierta por Anleu y Ralón destruyó y saqueó el Jack's Café
y la casa de su dueño, Gerardo Montejo.
El segundo fue el 9 de julio, cuando casi cien encapuchados
golpearon y tiraron a un pozo de aguas negras a Edwin Ernesto de León y
Francisco de León y les cortaron el pelo a machetazos.
Y el tercero el 12 de setiembre, cuando –siempre a las
órdenes de Anleu y Ralón– dieron una paliza a Estela Escobar y a sus hijos,
destruyeron su cantina, y obligaron también a Antonio Díaz Escobar a abandonar
Panajachel. Ese mismo día Efraín Anleu, hijo de Víctor, golpeó y amenazó a Luis
Gilberto Tián, hoy desaparecido, con que iba a ser el siguiente. Varios
testigos lo ratifican.
—Víctor, ¿es usted parte de Los Encapuchados?
—No.
—¿Existen?
—Sí.
—¿Quiénes son? ¿Son miembros de la Comisión Municipal de
Seguridad?
—Están al otro lado del río, en el sector de Jucanyá. No los
conozco. No son miembros de la Comisión Municipal de Seguridad. Hemos tratado
de hablar con ellos para convencerles de que se quiten la capucha. Pero no nos
hacen caso. No podemos saber quiénes son si van encapuchados.
Víctor miente.
—¿Usted sabe quién ha podido estar detrás de la desaparición
de Luis Gilberto Tián, el 4 de octubre?
—No. Nosotros no sabemos nada. No tenemos nada que ver. El
día que desapareció, durante la feria de Panajachel, la Comisión de Seguridad
no patrullaba, la policía había organizado un refuerzo y nosotros nos
retiramos.
(Los testigos contradicen esto. Los ciudadanos de Panajachel
dicen que el día de la feria, tan cierto como que la policía reforzó su
presencia, es que la Comisión de Seguridad patrullaba.)
Anleu continúa hablando:
—Tián era marero. Pertenecía a la Mara 18. Tenía tatuajes en
el cuerpo de la Mara 18. No andaba en nada limpio. Quizás no haya muerto, ande
metido en problemas de drogas y esté escondido o se haya ido a la capital.
Tomo nota. Víctor Anleu ha dicho que Luis Gilberto Tián
tenía tatuajes en el cuerpo que lo identificaban como miembro de la Mara 18.
Juan Manuel Ralón,
linchador
Vicepresidente de la Comisión de Seguridad y auténtico
hombre fuerte de ella, Ralón es grande, fuerte. Fue él quien salvó
personalmente a Gerardo Montejo de ser linchado, según cuenta Anleu y confirma
el interesado. De la misma manera que cuando en 2009 un hombre murió linchado
en pleno centro de Panajachel por una multitud que lo acusaba de extorsionista,
también fue Ralón quien salvó con un helicóptero a sus tres acompañantes de ser
linchadas con él.
Anleu y Ralón dicen que los salvan. Los testigos dicen que
dirigen las palizas y finalmente los salvan para controlarlos a su libre
albedrío. Los salvan de morir unas veces, siempre después de ser apaleados.
—Nuestro objetivo es garantizar la seguridad de los vecinos.
Comprendemos la seguridad como una cuestión integral. Desde la seguridad ante
catástrofes, por eso limpiamos la carretera cuando hay deslaves, hasta la
seguridad ambiental, por eso limpiamos la playa, pasando por la seguridad
física. Panajachel vive del turismo. Si la ciudad no es segura, el turismo se
hundirá y perderemos nuestro sustento, nuestra seguridad alimentaria.
Ralón es el político del grupo. Si en las últimas elecciones
fue candidato a la alcaldía por el pan, en las anteriores lo fue por el frg
(dos partidos de derecha, el último ligado a la dictadura del general Efraín
Ríos Montt). Jamás ha tenido el más mínimo éxito electoral.
—Lo que ha sucedido en Panajachel es que nunca antes la
sociedad civil se había atrevido a atacar a la estructura del crimen
organizado. Nosotros conocemos su estructura, la hemos identificado y
desarticulado. Somos adultos maduros dispuestos a ofrecer nuestras vidas para hacer
algo contra el narcotráfico y el crimen organizado. Personajes como Gerardo
Montejo y Lorenzo Neri, distribuidores de drogas, junto a su amiga Lucía
Escobar, disponen de una estructura que les permite evadir a la justicia.
Locales frente a foráneos. Juan Manuel Ralón, que según el
censo electoral nació en Guatemala y no en Panajachel, establece una diferencia
entre "ellos y nosotros".
—El problema de la droga llega aquí a través de hippies de
la capital que buscan un pueblito para destrabarse. Nosotros como oriundos
conocemos para qué ha llegado cada quien a Panajachel, cómo ha desarrollado su
economía y cómo algunos de ellos han extendido el delito, la droga y el
narcotráfico en la ciudad. A mí no me importa que el turista haga lo que quiera
en su hotel, pero no voy a permitir que introduzcan la droga entre la juventud
local. Debemos proteger a nuestra comunidad y si la ley no se cumple, es
fundamental hacer que se cumpla.
El menudeo de drogas en Panajachel es constante. Imposible
negarlo. Pero Juan Manuel Ralón, el ciudadano moralista con vocación de
alcalde, ha tenido una relación compleja con la justicia.
El 12 de junio de 1986 fue encontrado culpable de intentar
defraudar en 10 millones de dólares al Bank of America utilizando cheques
falsos. Posteriormente se vio envuelto en un caso de alteración de facturas de
gasolina, y hace poco, en 2010, defraudó a la Mancomunidad de Atitlán y a la
Cooperación Española por 250 mil quetzales por el adoquinado de la calle Los Tigres,
que nunca fue hecho.
Pese a todo esto, el alcalde Higueros lo nombró presidente
de la Auditoría Social del Consejo Municipal de Desarrollo, uno de los cargos
más altos.
—Quienes nos critican son aquellos que convertían Panajachel
en Sodoma y Gomorra. Nosotros hemos terminado con su libertinaje. Hemos sacado
a esos hippies improductivos e indeseables que se paseaban con una guitarra y
un libro por nuestro campo de visión. Los Encapuchados son vecinos nuestros. No
sabemos dónde viven o sus nombres. Pero seguro que son paisanos que reconocen
nuestra labor, quizás amigos nuestros. Quizás los cuatro pendejos que están
sentados a tu espalda son encapuchados y ahora nos están mirando.
Me giro y, efectivamente, hay cuatro jóvenes sentados en una
mesa. Nos miran. ¿Debería preocuparme?
—¿Los Encapuchados desaparecieron a Luis Gilberto Tián?
—No lo sé –responde Ralón. Pero se explaya y coincide con
Anleu en su argumentación–: Él era miembro de la Mara de los Pokemones. Iba
tatuado. Tián participaba junto a Montejo en secuestros, tráfico de drogas y
extorsiones. En esta ciudad hay que luchar contra ellos con muchos huevos. Como
no puedo ir a la policía hay que tapar los agujeros de otra manera.
—¿Y no se les habrá ido la mano en ese combate contra el
crimen organizado?
—Nunca. De hecho hemos ido siempre a la policía de la
capital para denunciarlo. Nunca nos hemos tomado la justicia por nuestra mano.
Pero si apresamos a un delincuente y la policía lo suelta, al salir puede venir
por mí. Tenés que entenderlo. Yo sólo soy un hombre armado de valor.
En ese momento, recibe una llamada.
—Se llama Blanca y es vecina. Acaban de intentar asaltarla
en la playa.
Ralón enciende su radio y comienza a llamar.
—Aquí Omega, ¿alguna torre a la escucha? ¿Torre 12?, Torre
12, me copia?
—¿Son ustedes como la policía?
—Sí, pero más efectivos. Casi nada se nos escapa, tenemos a
la población protegida.
Las torres son las unidades de patrulleros que vigilan la
ciudad. Hay 15. La Torre 12 vigila la playa.
Omega es la base. Juan Manuel Ralón es la base, la persona
que centraliza toda la información de lo que sucede en Panajachel por las
noches.
—¿Y no vieron cómo un grupo de personas secuestraba a Luis
Gilberto Tián y a sus dos amigos la noche de la feria el 4 de octubre, les
pegaban una paliza y finalmente lanzaban a Luis al lago? ¿Por qué ese día,
ustedes, que controlan cada sector de la ciudad, no investigaron la
desaparición?
—No. Ese día no trabajábamos. Habíamos acordado con la
Policía Nacional Civil que ellos se hiciesen cargo de la seguridad.
—¿Sabía que Víctor Anleu me ha dicho que Luis Gilberto Tián
tenía tatuajes de la Mara 18? Me extraña porque parece ser que los llevaba
escondidos y nadie sabía que iba tatuado. Me extraña que usted haya mencionado
también el tema de los tatuajes.
—¿Estás seguro de que Víctor te dijo eso?
—Usted también me ha dicho que iba tatuado.
Se acaba la conversación.
Lorena
Lorena Caal es la mujer de Luis Tián, el joven desaparecido.
No tiene miedo. Además, quiere justicia.
—¿Su marido era miembro de la Mara 18? Llevaba tatuajes de
la Mara 18.
—¿Cómo sabe usted eso?
—Me lo han dicho Juan Manuel Ralón y Víctor Anleu.
Sorprendida, inmediatamente se explica.
—Sí. Tenía tres tatuajes. Un uno y un ocho en cada pierna,
en los laterales, y dos caras sobre el corazón, una triste y una alegre. Pero
nadie podía saberlo porque él se avergonzaba de haberse tatuado. Se los hizo
hace diez años, y desde que estaba conmigo siempre los escondía. Nadie sabía
que los tenía.
La Mara Pokemón, de Panajachel, a la que Luis Gilberto al
parecer perteneció en su juventud, se disolvió hace más de ocho años. Antes,
incluso, de que Luis Gilberto Tián comenzase a trabajar en un embarcadero del
lago de Atitlán, cuando tenía apenas 16. Su crimen más grave fue robar una
bicicleta. En una ciudad pequeña, hay estigmas que pueden acompañarle a uno toda
la vida.
Me reúno con Lorenzo Neri en su bar, El Aleph. Junto a la
periodista Lucía Escobar y Gerardo Montejo, Neri es la tercera persona a la que
Anleu y Ralón señalan como responsables de ese supuesto tráfico de drogas
contra el que mantienen su cruzada de limpieza social.
—El 21 de julio 22 policías con perros entraron en mi casa.
Juan Manuel Ralón había llamado 17 veces al 110, la policía antinarcóticos de
la capital, para denunciarme. Durante la declaración ante el juez me enteré. En
la casa no encontraron ni un cigarrillo de marihuana. Estuve preso 15 días.
Tenía un arma sin licencia, como tantas personas que tienen un negocio en
Guatemala. Y mil dólares en efectivo. En 17 años que llevo viviendo en
Panajachel nunca había tenido un problema con la ley. Hasta que llegaron ellos.
Por supuesto, el juez me liberó.
Neri fue testigo del segundo de los linchamientos, el 12 de
setiembre, el día posterior a las elecciones, en la Avenida de los Árboles, a
pocos metros de su bar. Durante el linchamiento, Los Encapuchados destrozaron y
saquearon la cantina de Estela, madre de Antonio Díaz Escobar, que ahora está
refugiado en México.
Estela cuenta:
—Los únicos que no iban encapuchados eran Anleu y Ralón.
Llegaron a la puerta y empezaron a pedir a gritos que les entregase a mi hijo.
Eran más de cien.
Golpearon a varios de los clientes. Dos patrullas de la
policía estaban en la calle, mirándolo todo desde dentro de sus carros. Con las
puertas cerradas. Los Encapuchados amenazaban con volcarlas. Decidí cubrir a
mis dos hijos y salir corriendo hacia las patrullas de la policía. Nos
golpearon a los tres. La policía no nos abrió las puertas.
Luis Gilberto Tián estaba presente, salió en mi defensa.
Había vivido con nosotros cuatro años cuando se quedó huérfano. Era como un
hijo para nosotros. Efraín Anleu, el hijo de Víctor, le dijo que no se metiese,
que andaban pendientes de él, que sería el siguiente. Delante de mucha gente.
Tres semanas más
tarde, Tián desapareció.
Los Encapuchados continúan campeando a sus anchas por
Panajachel, esta ciudad que parece estar de espaldas al lago de Atitlán, el
lago tornasol de los tres volcanes, las montañas, las energías, los 12
pueblitos, donde Antoine de Saint-Exupéry se inspiró para escribir El
Principito. El Cerro de Oro, en las faldas de los volcanes, por ejemplo, dicen
que lo inspiró para el dibujo del primer capítulo en el que el niño dibuja un
elefante dentro de una boa y los adultos creían que era un sombrero. Los
Encapuchados consiguen que toda esa maravilla, toda la belleza sublime del lago
de Atitlán, quede muy lejos de Panajachel.
En noviembre después de escrita esta nota Anleu y Ralón
fueron detenidos, pero los encapuchados han seguido actuando.
Con Lucía Escobar,
periodista amenazada
"Al fondo del
lago"
Recibo una llamada telefónica de Lucía Escobar, periodista
de El Periódico y directora de radio Ati y revista Ati.
—Ayer un noticiero del canal PanaDish, propiedad del alcalde
de Panajachel, Gerardo Higueros, trasmitió una entrevista en vivo con
integrantes de la Comisión de Seguridad, Juan Manuel Ralón incluido, y el
comisario de la Policía Nacional Civil. Me acusaron de traficar drogas. He
recibido varios mensajes en el celular diciéndome que saque toda la mercancía
de la casa porque esta noche vienen por mí.
A Lucía le han hecho llegar a través de terceras personas
varios mensajes amenazantes: "Vas a terminar en el fondo del lago".
Así, precisamente, terminaba ella su columna del pasado 18 de octubre en El
Periódico: "Yo acuso a Juan Manuel Ralón, Víctor Anleu, Teresa Coello y a
la Comisión de Seguridad de Panajachel por haber representado y defendido a Los
Encapuchados en más de una ocasión, también a Gerardo Higueros, alcalde de
Panajachel; a Elena Ujpan Yojcom, gobernadora de Sololá; y a Carlos Menocal,
ministro de Gobernación, porque su indiferencia y omisión los hacen cómplices
de asesinato y tortura. Si la próxima en descansar en el fondo del lago más
lindo del mundo con piedras amarradas al cuerpo soy yo, ya sabrán a quién
culpar".
* Alberto Arce, periodista de la revista digital Plaza
Pública.
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